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Miles de funcionarios estadounidenses, rehenes de los políticos

La situación se vuelve insostenible con el cierre de gobierno

Con pancartas diciendo “Poned fin a la guerra contra los trabajadores” y “Queremos trabajar, no muros”, cientos de manifestantes salieron a la intemperie sufriendo temperaturas gélidas por fuera de la sede de uno de los sindicatos más importantes de Estados Unidos, AFL-CIO antes de dirigirse al famoso número 1.600 de la avenida Pensilvania.

Miles de funcionarios que han sido enviados a casa sin cobrar a raíz del cierre parcial de gobierno americano, se han manifestado por todo el país, y en especial ante la Casa Blanca, demandando el fin de esta absurda acción para poder retornar a sus puestos de trabajo.

Muchos de los manifestantes culpan a Trump del cierre que él mismo dijo estar orgulloso de imponer y que ya se ha convertido con tres semanas completas en el más largo de la historia de los Estados Unidos, sin señales de que vaya a terminar pronto. El mismo presidente ha dicho que está preparado para dejar las cosas como están durante años si es necesario. Necesario para salirse con la suya y su capricho de construir el muro fronterizo por el que exige 5,700 millones de dólares este año, y que requerirá más fondos anualmente mientras dure la construcción, según indicó esta misma semana durante una entrevista televisada, el vicepresidente de Estados Unidos, Mike Pence. El presidente prometió en su campaña que México pagaría por el muro y tras fallar esa presunción, ahora la factura recae sobre los contribuyentes estadounidenses por mucho que Trump diga que el nuevo tratado comercial es una forma de colectar la suma por parte del gobierno mexicano.

¿Por qué esa obsesión?

Trump debe lograr esta victoria sobre los demócratas. Honestamente, no le queda otro camino a estas alturas que no comprometa su liderazgo.

Para ello, ha sometido a la nación al cierre parcial de gobierno, que no es otra cosa que su negativa de firmar el presupuesto aprobado por ambas cámaras legislativas, para que las agencias federales que aún no han recibido fondos puedan pagar nóminas y continuar con su gestión. Trump decidió no firmar como medida para coaccionar a los demócratas a construir el muro, y de esta manera, mantiene rehenes de esta situación a casi un millón de empleados públicos. Casi la mitad, por formar parte de plantillas de empleados esenciales, están obligados a trabajar sin cobrar con paga retroactiva una vez que se resuelva la situación. Y la otra mitad simplemente ha sido enviada a casa sin trabajar, y por ahora sin cobrar. Una situación que en la capital de los Estados Unidos ya está causando un importante impacto socioeconómico.

Entrevistan a Nicole Quiroga

NICOLE QUIROGA
La presidenta de la Cámara de Comercio Hispana de Washington D.C. (Greater Washington Hispanic Chamber of Commerce), Nicole Quiroga, explicó a DIARIO DE AVISOS cómo se vive en la región el cierre de gobierno.

MARÍA ROZMAN: Desde el punto de vista de los negocios y empresarios de la región de Washington D.C., Virginia y Maryland, ¿cuál diría qué es el impacto económico del cierre parcial de gobierno?

NICOLE QUIROGA: “El cierre de gobierno afecta a los negocios locales, estatales, nacionales e internacionales. En la zona metropolitana de D.C., las pequeñas empresas están experimentando los efectos negativos de varias maneras. Como los empleados no esenciales no están yendo a trabajar- y no están cobrando- todos, desde restaurantes, peluquerías, tintorerías, tiendas de ropa, jardineros, y otros pequeños negocios de muchos sectores dejarán de recibir a miles de empleados federales en sus negocios. Pero no solamente se ve afectado el tráfico comercial entre clientes y negocios. Los empresarios también ven dificultado su acceso a recursos federales. Los préstamos a pymes no están disponibles y los contratos federales no se están pagando (lo que se traduce en decenas de millones de dólares en pagos no recibidos por propietarios de pequeñas y medianas empresas). Cuanto más dure el cierre, más detrimento implicará para los negocios pequeños del aérea, los más afectados”.

-¿Cuál es la actitud general de los comerciantes y habitantes de Washington con respecto a este cierre de gobierno?

“Están furiosos, confundidos porque no se les ha provisto de suficiente información para poder ser proactivos (cuánto tiempo va a durar). Desprecio, temor. Incertidumbre y miedo. Muchos negocios pequeños operan día a día. Muchos están saliendo a las calles tratando de encontrar clientes”.

-Desde el punto de vista social, se percibe preocupación?

“Washington tiene muchas industrias. Muchos de los sectores que no colaboran -ni siquiera tocan- la parte de gobierno ven lo que está pasando solo como una distracción, no sienten de forma inmediata los efectos de lo que está ocurriendo. Socialmente, la gente está involucrada al nivel más básico, comentan sobre lo que ven, pero sin realmente entender las consecuencias negativas que va a tener. Creo que los medios tienen que ser responsables en informar sobre los datos y efectos reales. Creo que la gente en general necesita leer y entender el impacto real que este cierre tendrá en los negocios de la nación, entender que eventualmente también va a tocar una parte de su vida diaria”.

-¿La Cámara de Comercio se ha reunido para tratar el impacto económico o tiene pensado plantear algún tipo de estrategia para contrarrestar los efectos negativos del cierre?

“Todos los días tenemos noticias de cómo nuestra comunidad empresarial se está viendo afectada y cómo esas consecuencias se expanden. Nuestro sistema migratorio es el núcleo de la situación actual. Aunque es imposible resolver todos los problemas de inmigración en este punto, hay un compromiso real que pueden alcanzar demócratas y republicanos. La Cámara desea ver un acuerdo que combine un incremento de seguridad en la frontera con la protección legal de los dreamers y los beneficiarios del programa TPS. Pedimos a nuestros líderes que formalicen legislación de este tipo y reabran el Gobierno”.

Trump pide a los funcionarios que se aprieten el cinturón

Entre los empleados esenciales, están los empleados de seguridad de los aeropuertos. Según los últimos informes se ha producido un ligero aumento en las bajas por enfermedad que podrían aumentar rápidamente, ya que este viernes dejaron de cobrar su sueldo. Muchos se ven en la obligación de mentir porque simplemente no pueden pagar la guardería o el transporte al puesto de trabajo y llaman diciendo que están enfermos. Otros simplemente han decidido buscar otro trabajo. Recordemos que Estados Unidos tiene un surplus de empleo y muchos podrán encontrar trabajo en otro sitio, dejando los aeropuertos abandonados.

Muchos otros simplemente quieren volver a trabajar, y poder pagar sus alquileres, hipotecas y facturas de teléfono, agua y electricidad en momentos en los que el invierno se ceba en las casas más humildes con temperaturas que no permiten resistir sin calefacción.

Protestas a menor escala se han dado en otros lugares de la nación, incluyendo Nueva York, Detroit, Dallas y en Ogden Utah, donde el IRS, el Departamento de Hacienda, tiene una de sus mayores sedes y más empleados se han visto afectados. Sin duda, a medida que pasen los días y no se llegue a una solución, el número de manifestaciones irá aumentando, así como el tono de la protesta se irá endureciendo a causa de la necesidad, y muchos ya dicen estar pasando hambre, agobiados por la falta de dinero.

El presidente Trump no ayudó a calmar los ánimos cuando dijo en una de sus últimas declaraciones que los funcionarios están de acuerdo con el cierre porque piensan que el muro es necesario, y cuando dijo que los empleados “pueden ajustarse por ahora”, y que él siente lo que ellos sienten.

Los afectados dicen que no entienden a qué ajustes se refiere el señor Trump. Nancy Pelosi, presidenta de la cámara de representantes, respondió a esta extraña sugerencia del presidente, diciendo que a lo mejor Trump piensa que estas familias pueden llamar a sus padres para que le den dinero, como hizo él.

Por su parte, miembros de la Guardia Costera han recibido consejo de sus superiores de que vendan sus muebles y pertenencias en los conocidos como “garage sales” y que busquen trabajo de niñera.

Trump se perdió la protesta en Washington, pero fue recibido por cientos de manifestantes en McCallen, Texas, en su visita a la frontera donde pretendía demostrar la crisis que existe. La mayoría de los legisladores fronterizos está en desacuerdo con el muro. Naturalmente todos piensan que la seguridad en la frontera es crucial, pero no piensan que una barrera física sea la solución, es más representa un problema añadido.

Hay zonas de la frontera que se abastecen de agua gracias al Río Grande, lo cual las convierte en valles muy fértiles para el cultivo de verduras, frutas y hortalizas que nutren a la nación sobre todo durante el invierno. La construcción del muro dejaría el río fuera de Estados Unidos, causando grandes pérdidas a la agricultura estadounidense y posible falta de alimentos en los supermercados. Asimismo, el muro no se puede construir justo en la frontera, lo que dejaría a innumerables rancheros con sus tierras divididas e incluso sus hogares fuera de la frontera. También en Kentucky hubo protestas. Empleados afectados se manifestaron frente a las oficinas del líder del Senado, Mitch McConnell en Louisville, exigiendo que deje a un lado su camaradería con Trump y pida la reapertura del gobierno.Los funcionarios que se han quedado por ahora en el limbo están solicitando ayuda por desempleo, pero estas pensiones dependen de cada estado, y muchos no han recibido respuesta.

¿Cómo poner fin a la situación?

La única manera de terminar con esta situación, ya que los demócratas no van a ceder y Trump tampoco, es que el presidente se juegue su última carta. Hasta ahora Trump ha amenazado con declarar la crisis de la frontera – que ya se conoce como la crisis “manufacturada”- como Emergencia Nacional, y de esa manera saltarse a la torera la Cámara de Representantes y el Senado, saqueando las arcas del Departamento de Defensa para la construcción del muro. La Casa Blanca está investigando si esta opción es realmente viable, ya que aun siendo legal podría ser inconstitucional, y ya hay quienes están afilando el hacha de guerra legal contra el presidente si decide seguir adelante con esta iniciativa, que crearía un peligroso precedente.

¿Qué hay en juego?

Más allá de la cuestión de la construcción de un muro, de una batalla entre partidos, o el caos generado por el cierre parcial de gobierno, Estados Unidos enfrenta una crisis de sistema. Se trata de una crisis que podría alterar la forma de gobierno del país, que se inclina con cada nuevo paso de Trump hacia la desintegración de la democracia y una amenaza a la separación de poderes, generando incertidumbre y el temor de estar ante un posible nuevo orden que acaricia con impunidad la idea escalofriante de una autocracia.

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