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3.000 mujeres ejercen la prostitución en Canarias, una “actividad normalizada y justificada”

Todas las reclutadas “son o han sido víctimas de violencia machista” y muchas han “sufrido abusos” en la infancia. “Es necesaria una educación afectivo-sexual en la juventud”, afirma la profesora de Sociología y Antropología de la ULL, Esther Torrado
La Fundación Cruz Blanca, en colaboración con el Ayuntamiento de Arona, ofrece ayuda material y asesoramiento continuo a las mujeres que ejercen la prostitución. DA
La Fundación Cruz Blanca, en colaboración con el Ayuntamiento de Arona, ofrece ayuda material y asesoramiento continuo a las mujeres que ejercen la prostitución. DA
Varias mujeres ejercen la prostitución en la calle, una imagen cada vez menos frecuente. DA

Más de 3.000 mujeres ejercen la prostitución en Canarias, la mayoría extranjeras (latinoamericanas, africanas de origen subsahariano y de Europa del este), pero también españolas, una estimación recogida en el primer informe sobre esta actividad elaborado en 2016 por la Universidad de La Laguna (ULL) y que fue presentado ante la comisión de Gobernación del Parlamento de Canarias por la profesora de Sociología y Antropología de la ULL, Esther Torrado. La continuación de este trabajo, realizado bajo su coordinación, profundizó en la percepción social y el análisis de la demanda de la prostitución (2017), incidiendo su autora en “la normalización de la violencia sexual contra las mujeres como un servicio”.

Esther Torrado afirmó que “las mujeres y niñas en riesgo de vulnerabilidad social son las que tienen más posibilidades de ser captadas” para una actividad cuya “presencia en la calle ya es anecdótica”, debido a la “diversificación de la oferta” a través de clubes, pisos, Internet y chats”.

“La prostitución y la trata son fenómenos interconectados en Canarias” y las mujeres reclutadas “son o han sido víctimas de violencia de género por parte de sus parejas o exparejas, demandantes de prostitución, proxenetas o familiares”, además, “muchas han sufrido casos de abuso y acoso sexual durante su infancia”, reconoció.
El perfil habitual de la prostituta en las Islas es el de una mujer en “situación precaria, con hijos y familiares a su cargo, de escasa formación académica” y, en el caso de las extranjeras, “con necesidad de enviar remesas de dinero a su país”, y viven con el temor de que “les retiren la custodia de sus hijos”.

La mayoría de las extranjeras fueron reclutadas en España y todas afirman que han sufrido violencia sexual, social, psicológica o institucional. La mayor parte “desean abandonar” la actividad pero carecen de alternativas.

Actualmente, en la prostitución predominan “las redes internacionales de trata”, que controlan el “segundo negocio” más lucrativo del mundo. Existe una alta movilidad porque los puteros necesitan “variedad y precios bajos”, de ahí que las mafias procuren que las mujeres “vayan circulando con frecuencia por las plazas disponibles” en pisos y clubes, sobre todo en las capitales y las zonas turísticas de Tenerife y Gran Canaria. La “escasa oferta y alta demanda en las islas La Palma, La Gomera y El Hierro” se resuelve con “envíos de mujeres los fines de semana”, muchas con citas ya “concertadas”.

La pornografía, antesala de su consumo

Torrado avisó del inicio temprano de los jóvenes como demandantes y destacó que “la pornografía es la antesala al consumo de prostitución”, pues es accesible a través de vídeos en páginas web y foros, por ordenadores o dispositivos móviles. Acuden a la prostitución para “representar esas fantasías pornográficas”, aumentando las “prácticas violentas o de riesgo”.

En relación a los demandantes de prostitución, tienen un “perfil muy variado” y proceden de distintas clases sociales, ideologías y edades. “Se ha normalizado la violencia sexual hacia las mujeres como un servicio necesario, es decir, la prostitución se ha banalizado, minimizado y justificado”, lamentó Torrado.

Perfiles de los demandantes

En cuanto a los “discursos” del putero hay dos líneas: la del “misógino”, que corresponde a “hombres con una imagen negativa de las mujeres como viciosas, materialistas y falsas”, y que tienen el mayor riesgo de convertirse en “agresores sexuales; y la del “dominante”, que entiende que la prostitución es una “actividad gratificante y de ocio”, con unos jóvenes que consideran que es “como ir a comprar unos vaqueros o unos tenis”. Por tanto, Torrado reclamó una “educación afectivo-sexual profunda y seria”.

Tres de cada cuatro encuestados en las Islas consideran que “no debería prohibirse la prostitución. “Pese a que no es ilegal, es amoral” por lo que “debería ser estigmatizado y percibido como el agresor machista que es, concluyó Esther Torrado.

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