Se hizo de rogar, pero, por fin, la lluvia apareció para alegría de nuestra gente del campo, que está con la mosca tras la oreja después de uno de los inviernos más secos de los últimos años. Ni qué decir tiene que los chubascos cayeron como una bendición en Garafía, en La Palma, al apagar un incendio que se había declarado fuera de control y que, de no ser por esta borrasca, ocuparía hoy grandes titulares.
Ayer, los paraguas se abrieron, se sacaron los abrigos del armario y hasta el arco iris hizo acto de presencia en la costa de Santa Cruz.