tribuna

El adiós del “zorro plateado”

Por Julia Navarro

Hay ocasiones en que es difícil encontrar palabras para expresar un sentimiento, y es lo que me sucede al tener que buscar palabras de despedida para José Pedro Pérez Llorca. Padre de la Constitución, ministro, vicepresidente del gobierno, y uno de los políticos de más solidez y peso especifico de cuantos ha habido en nuestro país en las últimas décadas. Le conocí en el Parlamento en aquellos días en que España alumbraba democracia. Creo recordar que fue Raúl del Pozo quién le empezó a denominar “El zorro plateado” porque aunque era joven su cabello ya rozaba el blanco. La suya era una personalidad que no dejaba indiferente. Inteligente, sagaz, discreto, reflexivo… Y sobre todo una buena persona. No llegó a la política por ambición sino por compromiso y puso lo mejor de si mismo para contribuir al éxito de aquel empeño llamado Transición. Inició su andadura política en la izquierda y fue evolucionando hasta posiciones mas templadas. Su principal empeño era buscar zonas de acuerdo. Fue un hombre sencillo, asequible, excelente conversador, culto pero sin hacer alarde de lo mucho que sabía. En las conversaciones que hemos mantenido en los últimos años denotaba su preocupación por los vaivenes y cuestionamiento que está sufriendo nuestra Carta Magna, y sí, le angustiaba cuanto está sucediendo en Cataluña. La última vez que hablamos me intentó convencer de que debo de escribir una novela cuya acción se sitúe en Cádiz, su ciudad y no dejaba de tentarme con argumentos basados en la historia. Me cuesta aceptar que ya no estará, que no podré llamarle para requerir su sabia opinión de cuanto acontece en nuestro país, para aprender escuchándole. Se ha ido con la misma discreción con la que vivió. Le echaré de menos. Descanse en paz y que la tierra le sea leve.

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