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La ballena no es un pez

Un amable y desocupado lector, al que le gustó, sin embargo, mi artículo de ayer sobre un moderno Jonás y una ballena, me advierte de que la ballena no es un pez, como a mí se me escapó. Tiene razón, la ballena puede ser tanto un enorme mamífero marino, como era el caso, o una señora obesa, que también lo recoge el diccionario; pero no un pez. Tampoco, en puridad, son peces los pescados, sencillamente por eso, porque ya han sido capturados, y no nadan; sin embargo, los canarios tendemos a llamar pescados a todos los peces que nadan en el mar. En fin, que la ballena no es un pez, ni podemos meter la nariz en la pecera, como hace Juan Luis Guerra-y cualquiera que se precie-, por razones más que obvias. Los lectores son muy listos y están siempre al loro. Yo tenía uno que era incansable en las precisiones y me trancaba en un renuncio cada dos por tres. Y una lectora muy díscola -y muy guapa- me traía seco a correcciones, in illo tempore, hasta que acabé invitándola a un café y nos hicimos amigos, muy amigos; tan amigos que llegamos a hacer burbujas de amor bajo la luna. Esto de asomarse al balcón de un periódico tiene inconvenientes y ventajas; entre estas últimas están las correctoras que acaban enamorándose del infractor, que es lo mismo que enamorarse de la ignorancia. Los artículos tienen mucho de poesía, cuando uno los lleva al papel prensa con amor. Esto del mamífero marino de gran tamaño, que no es un pez, me ha hecho reflexionar sobre las leves consecuencias del desconocimiento zoológico. Viviré siempre mojado por el pez que no es un pez, sin necesidad, por tanto, de cubrir de cayenas la cintura de nadie, robándole toda la letra a Juan Luis Guerra.

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