la casa blanca

Recluida en un santuario

La activista Vizguerra, una de las mujeres más influyentes, habla con el DIARIO antes de refugiarse en una iglesia
Vizguerra, junto a sus hijos| DA
Vizguerra, junto a sus hijos| DA
Vizguerra, junto a sus hijos| DA

Buscar refugio en el santuario de una iglesia para aquellos perseguidos por la ley es un concepto difícil de entender en el siglo XXI. Más allá de las tradiciones medievales, el concepto de buscar asilo en sagrado en España no sobrevive sino en obras de ficción. Legalmente el derecho de asilo en sagrado ya no existe, toda vez que el concordato quedó derogado ante la entrada en vigor de la Constitución española de 1978.

Sin embargo, aunque no se trata de un término legal, sino más bien de un concepto político, en Estados Unidos el movimiento santuario ha proliferado en los últimos tiempos, especialmente en un ambiente de creciente hostilidad hacia los inmigrantes indocumentados.

Pero esta alternativa es una solución temporal que quienes están en esta situación buscan solo por un periodo determinado mientras recurren su caso, ya que no es otra cosa que encerrarse en una forma de prisión.

Quienes se recluyen en santuarios de forma voluntaria saben que no pueden salir sin ser inmediatamente arrestados y posiblemente deportados de forma expedita, para evitar que puedan volver a refugiarse.

EL CASO DE JEANETTE

Hace unos meses les presentamos a Jeanette Vizguerra. Jeanette es una histórica activista mexicana, madre de cuatro hijos, tres de ellos nacidos en Estados Unidos. Madre soltera, separada hace años de su esposo, Jeanette lleva décadas viviendo en Estados Unidos, donde llegó huyendo de la pobreza y la violencia de su país.

No es ajena ni a las cárceles de inmigración, ni a la deportación, ni a la reclusión en sagrado, ya que su vida como inmigrante indocumentada la ha llevado a pasar por todas estas situaciones. Su historia, su lucha, ha sido reconocida al ser nominada como una de las mujeres más influyentes del mundo por la revista Time.

En un proceso migratorio lleno de irregularidades, Jeanette siempre ha mantenido la esperanza de poder llevar una vida normal en el país que ha sido su hogar por más de 20 años. Sin embargo, el último plazo se ha cumplido sin que le llegara la anhelada absolución.
Angustiada y desmoralizada, sin poder comer, sin poder dormir, vuelve de nuevo a pedir refugio, y antes de entrar en un santuario en Denver, Colorado, accedió a hablar con DIARIO DE AVISOS.

-Jeanette, vuelves al santuario….
“Tuve que tomar esta decisión porque no quiero que vengan las autoridades a mi casa a detenerme en frente de mis hijos, ya que cada vez los agentes son más agresivos. También vigilan y pueden detenerte en cualquier sitio aunque lleve a los niños conmigo, eso no les importa, y mis hijos se quedarían solos en medio de la calle, sin nadie que los cuide”.

-¿Qué va a pasar con tus hijos?
“Están con su padre y voluntarios que ayudan a cuidarlos. Los fines de semana se pueden quedar conmigo en la iglesia. Es muy duro para ellos, porque son niños y no quieren que me vaya. Los domingos cuando se van y me quedo sola me siento muy triste, pero busco formas de luchar contra la depresión, no quiero caer… La última vez que estuve en santuario fueron 86 días, pero algunas compañeras que están también acogidas a sagrado llevan ya dos años. Mis hijos tienen miedo”.

-¿Qué esperas que ocurra en tu caso?
“Creo que tenemos muchos argumentos. Los nuevos abogados que llevan mi caso se dieron cuenta de que en 2013 a mí todavía me quedaba una audiencia ante un juez y mi sentencia de deportación no era definitiva, pero eso no pasó. No tuve un proceso justo, y estos cada vez tardan más. Además, yo tengo pendiente una visa U (para víctimas de violencia y crímenes) y si no lo tienen en cuenta, entonces se trata de una vendetta personal por ser personaje público. En mi caso, si me detienen sería deportada el mismo día, para que no me dé tiempo de movilizar a la gente”.

-Llevas años con abogados, conocemos tu desgaste físico y emocional hasta ahora, pero ¿a cuánto ha ascendido el gasto en este proceso legal?
“Tuve que cambiar de abogados porque el que tenía hasta ahora era muy costoso y yo no estaba contenta con los resultados. En seis años, gasté aproximadamente unos 70.000 dólares, los abogados que tengo ahora descubrieron que no estaba siendo representada de forma eficiente, por lo que he puesto mi fe en ellos. Son más económicos, pero aun así viene costándome esta parte del proceso unos 8.000 dólares. Todo este dinero lo he ido recaudando poco a poco con apoyo comunitario”.

-¿Merece la pena todo esto? ¿No sería mejor regresar a México, llevarte a tu familia?
“Ya la última vez que me deportaron -y yo regresara de forma ilegal, porque les había prometido a mis niños que volvería- fue muy difícil. Fueron siete meses muy duros. Después de pasar muchas penurias conseguí un trabajo en el que por trabajar 10 horas diarias, seis días a la semana, me pagaban menos de 50 dólares semanales. Con eso no podría yo mantener a mi familia en México. Me vi obligada a recoger plásticos de la calle, para venderlos y sacar dinero para comer. Mis hijos han nacido y crecido en Estados Unidos, esto no lo quiero para ellos. Esta vida de miseria y de violencia… a mí misma me asaltaron durante esos meses que estuve allí. Si me deportaran, preferiría sacrificarme sola lejos de ellos que traerlos a vivir en condiciones de tanta pobreza. Además, como extranjeros, ya que son estadounidenses, no tendrían seguro médico ni ningún tipo de beneficios”.

-Como tú hay muchas familias. ¿Qué solución ves a todo esto?
“El Congreso tiene que trabajar para encontrar una forma de regularizar a los millones de inmigrantes indocumentados que viven y trabajan en Estados Unidos desde hace décadas. Los grupos activistas tienen que dejar a un lado el tratar de quedar bien con los políticos actuales y salir de esa rutina en la que han entrado, un juego en el que muchos perdemos y que me provoca náuseas”.

Jeanette tendrá que seguir durante tiempo indefinido en la Congregación First Unitarian, pero seguirá luchando desde dentro de sus muros por sus derechos y los de tantos otros. Ella continuará siendo una figura prominente y una voz incansable en la defensa de los inmigrantes, y nosotros informaremos sobre su progreso.
El número de organizaciones que han ofrecido santuario a personas que solicitan refugio se ha multiplicado desde que Trump asumiera el poder, sin embargo, la aprobación de una reforma migratoria integral continúa siendo una asignatura pendiente en Estados Unidos, una que no pueden solucionar de forma definitiva ni las iglesias, ni las escuelas, ni los gobiernos locales. Es un tema terrenal que se resuelve con leyes, no con la ayuda de lo divino, no teniendo que recurrir
-porque no queda otro remedio- a encomendarse, como hace siglos, a lo sagrado.

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