El protagonismo del arte en las cruces, con flores, telas y joyas en estampas costumbristas, con los detalles y el mimo que no dejan de sorprender al visitante, volvió a tomar la palabra en un recorrido que muchos iniciaron, desde la madrugada del 3 de mayo, para partir de una de las cruces más emblemáticas del recorrido, La Pavona en Breña Alta, y llegar por caminos reales y barrios eminentemente rurales, hasta la ciudad. Allí completan el vía crucis de Santa Cruz de La Palma, donde los vecinos compiten en el ya consolidado Concurso de Embellecimiento de las Cruces y Los Mayos, estos últimos con un interés más apartado de la liturgia religiosa y de carácter divertido y jocoso, con estampas domésticas, de reunión y hasta de satirización de algunos momentos de la vida pública.
Pero no solo Santa Cruz de La Palma, un año más y en el 526º aniversario de la fundación de la ciudad, y Breña Alta, desde San Isidro hasta San Pedro, pasando por La Concepción, El Llanito y El Porvenir, en un recorrido de 25 paradas obligadas para disfrutar de la creatividad de los vecinos, son los municipios engalanadores de las cruces de mayo. San Andrés y Sauces también viste sus cruces, como Breña Baja y Mazo, y aunque con menor profusión, también se visten con flores en Puntagorda, Tazacorte y Garafía.
La exaltación en torno a la cruz y lo que representa invadió, durante todo el día de ayer y tras semanas de trabajo, gran parte del territorio palmero con especial incidencia los caminos de las Breñas y de Santa Cruz de La Palma, desde los barrios más alejados como El Roque, hasta el centralismo de la Calle Real o La Alameda.
Buscando relevo generacional
La construcción en torno a la cruces tiene retos importantes que, a cada paso en el recorrido, con viandas para el caminante y mistela para hacer el camino más llevadero, necesitan pregonar los mayordomos y los cruceros, y las mujeres artesanas en torno a la cruz: la necesidad de introducir a los más pequeños en una tradición muy enraizada para así garantizar su continuidad.
La generosidad y el compromiso de las vecinas de todos y cada uno de los barrios que visten la cruz, en cualquier punto de la Isla pero especialmente en Las Breñas y Santa Cruz de La Palma, se traduce en la cesión temporal de las joyas, muchas de ellas muy antiguas para vestir estas composiciones artísticas que establecen un marco de convivencia que los más mayores se afanan por trasmitir, involucrando a hijos, nietos y amigos en el proceso de recogida de la rama en la parte alta del municipio para levantar las estructuras que protegen las cruces.
Los diseños ingeniosos y ocurrentes concentran el interés de los visitantes en un recorrido que, ya durante el día, miles de personas llegadas desde todos los puntos de la geografía palmera optan por recorrer en coche, en una procesión lenta y paciente donde no hay quejas y prima la comprensión en el uso del tiempo para admirar las cruces y conservar recuerdos en imágenes de una nueva cita con el arte rural en torno a estas improvisadas capillas. Los voladores anunciaban ya, desde la madrugada, el anuncio de la fiesta y la llamada a la visita de todos cuantos, como espectadores, dan sentido a la fiesta. El jurado del concurso de Embellecimiento de las Cruces y Los Mayos de Santa Cruz de La Palma, otorgó el primer premio en la categoría “tradicional” a la Cruz de la Ermita de Nuestra Señora de la Luz y San Telmo, “por aunar el tradicional y genuino vestido del Santo Madero con piezas de joyería, con el adorno a base de flores naturales y con motivos iconográficos religiosos”.
El segundo premio en la misma categoría de este certamen fue para la Cruz de la Cooperativa San Martín-Timibúcar “por la elegancia de la composición del conjunto, la armonía en la combinación del color y su respeto a las claves de su propia tradición. En la categoría “libre”, el primer premio recayó en la Cruz de la plaza Quisisana, en el barrio de San Telmo, “por la original puesta en escena del respaldar de la cruz, que imita el motivo de las olas del mar, de especial recuerdo por el naufragio de la falúa Quisisana en 1951 y la tradición marinera del barrio de San Telmo, y por el mantenimiento de la identidad de este sector urbano gracias al trabajo comunitario en torno a la cruz”.