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Dolores Flores: “Estar en la murga me ha hecho vivir”

Doña Lola tiene 95 años y es la integrante más longeva de Las incansables, la única de la tercera edad de la Isla
Doña Lola espera gozar de buena salud durante muchos años para poder seguir disfrutando de la murga y de los Carnavales. Mario González
Doña Lola espera gozar de buena salud durante muchos años para poder seguir disfrutando de la murga y de los Carnavales. Mario González
Doña Lola espera gozar de buena salud durante muchos años para poder seguir disfrutando de la murga y de los Carnavales. Mario González

“Hay que guapa”, se dice ella misma cuando se pone el último traje que lució en los Carnavales de este año. Esa era la condición para hacer el reportaje, estar vestida como una auténtica murguera, para sentir mejor lo que iba a contar: su experiencia en Las Incansables, la única murga de la tercera edad de Tenerife.

Ayudada por Rosa, una de sus hijas, Dolores Flores Díaz o Doña Lola, como la conocen sus vecinos de Icod de los Vinos, se vistió como si fuera a salir a cantar, con sus mejores galas y todo su ánimo y buen humor. “Carnavalera he sido siempre, por eso estoy desconsolada para que me lleven a la gala de la reina de los mayores a Santa Cruz”, dice.

Tiene 95 años y es la integrante más longeva del grupo. Pero ella no se anda con rodeos y lo dice orgullosa: “Soy la más vieja de todas”, aunque solo de edad, ya que a muchos jóvenes les gustaría que le contagiase sus ganas y el entusiasmo que pone en todo lo que hace.

Lleva 15 en la murga. Fue al año siguiente en que se creó, y lo hizo a propuesta de Milagros Negrín, su amiga, vecina, e impulsora de Las Incansables, formada por más de 30 mujeres del Centro de Mayores de Icod de los Vinos. “La murga me ha hecho vivir. Estaba muy decaída, porque me habían operado del intestino, y no me lo pensé dos veces. Cuando mis hijos se enteraron yo ya estaba representando en la plaza”, cuenta.

Siempre le gustó ver las murgas por televisión y disfrazarse en Carnavales. “Lo único que pido es que Dios me de salud para poder seguir, porque este año solo pude salir una vez, cuando fui al hospital a ver a los mayores y estrené mi ropa. Allí estuve con una mujer de Garachico que también era muy carnavalera y estaba desesperada por salir como yo”, apunta Dolores.

Doña Lola tiene cinco hijos, diez nietos y once bisnietos “de los que ya he ido a la comunión de cuatro”, subraya. Su pasión por la murga no tiene edad y también se la transmitido a su familia. No solo porque va siempre a verla, sino porque dos de sus nietos son miembros de Zeta Zetas, la murga que ha ganado la final del concurso Got Talent, de Telecinco y que ella, como era de esperar, no se perdió.

“Me hicieron la seña y ya supe quienes eran”, precisa. Uno de ellos, que cumplió 19 años, iba con ella a Las Incansables desde que era pequeño.

Dolores vive sola pero sus hijos se turnan para acompañarla, sobre todo por la noche, porque durante el día está sola y se desenvuelve perfectamente en las tareas domésticas.
Para acceder a su vivienda, ubicada en el centro del municipio, hay varias escaleras que sube y baja sin problema, “pero me canso”, señala.

Sin embargo, su tenacidad no la tienen muchas de sus compañeras. O al menos algunas que han intentado, sin éxito, ser parte de la murga. “Se quieren apuntar, están dos o tres días y después se mandan a mudar con todo el equipaje preparado y eso no se hace”, enfatiza. “Porque hay que ensayar y también supone un esfuerzo y un compromiso, ya que a medida que se aproximan los carnavales, son más intensos y van casi todas las tardes a las cuatro para que se vayan quedando las cositas más presentes”.

Empiezan a enseñar después de las Fiestas del Cristo, en septiembre, y lo hacen entre dos y tres veces por semana aunque en junio ya tienen una reunión para ultimar detalles.

Nunca se pone nerviosa cuando tiene que actuar, al contrario, espera el momento y lo disfruta muchísimo. “María José mira para mí porque sabe que yo le llevo el ritmo a la canción. Pero de un año para otro ya no me acuerdo de la letra”, bromea. En este sentido, expone que aprender las letras “le cuesta un poco, porque las demás se lo ponen en los móviles”.

Para que pueda hacerlo mejor, sus hijos le regalaron un MP3, allí se las graban y ella las escucha mientras hace las tareas de la casa y las aprende con mayor facilidad. Eso también le permitió saber las de este año mientras estuvo enferma ya que pasó un tiempo sin poder ir a ensayar.

Las letras las suele componer un amigo de la directora con ayuda de ellas y “siempre tienen picardía pero también mucho respeto”. Hay temas recurrentes, como la playa de San Marcos, donde Doña Lola aprendió a nadar, “y sin embargo ya cualquiera va allá”, sostiene con cierta pena.

Cuando le preguntan cuál es su canción o su traje preferido, no duda en responder de forma contundente: “En 16 años son muchas canciones, aunque El Cubanito se repite siempre”. Es la canción de guerra, ya que todos los años “la van metiendo” en sus interpretaciones.

Respecto a la vestimenta, tiene toda su indumentaria carnavalera guardada en un armario. “Hemos ido vestidas hasta de higo pico”, recalca.

Los trajes también los diseña Milagros y les pregunta: “¿Chicas qué les parece? Y nos enseña desde el gorro hasta los zapatos y siempre nos parece bien”.

La hija de Milagros a la que llaman Milagritos es la responsable de maquillar a las 30 mujeres y no oculta que mientras lo hace, ellas se divierten un montón. Milagros y ella son uña y carne, “nos llaman la pareja” asevera. Es su vecina desde hace 62 años y van para todos lados juntas. “Deberías hacerle una entrevista también a ella”, sugiere con rotundidad su fiel amiga.

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