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La sociedad abierta

Vemos en estos días electorales, el escaso interés con que asuntos tan relevantes en la globalización como la cultura, en Europa o en España, se ofrecen al debate público

La Sociedad Abierta y sus Enemigos la publicó Karl Popper (Viena, 1902-Reino Unido, 1994) en 1945 desde su exilio durante la Guerra Mundial. Se oponía al sionismo porque estaba contra todo tipo de nacionalismos. En sus versiones entonces extremas, de la “clase elegida” (marxista) y de la “raza elegida” (nazismo). Combatía el determinismo de la historia, movida por leyes inexorables asimilables a las naturales. Opuesto a los ataques a la libertad y a la razón, verdaderos motores de la historia. Que siempre vuelve sobre sus pasos, cuando quienes organizan la vida de los demás, soportan sus decisiones dictadas por el prejuicio, la pasión o el instinto. Los mismos intelectuales de los países libres que hoy, movidos en su odio a la libertad, manipulan la información que legitima al poder. Los neomarxismos y populismos, bajo un cúmulo de ideas utópicas, esconden la carencia de propuestas, niegan la reciprocidad y defienden menos libertad, más Estado, más impuestos y expropiaciones. Movilizan la calle forzando el poder que las urnas les niega.

Vemos en estos días electorales, el escaso interés con que asuntos tan relevantes en la globalización como la cultura, en Europa o en España, se ofrecen al debate público. Aquí situamos la polémica en torno al mecenazgo y a la figura de Amancio Ortega. Quien lo ejerce a través de Inditex y de la propia Fundación Amancio Ortega. En España se regula a través de la Ley 50/2002 de Fundaciones y la 49/2002, de Fomento de Entidades no Lucrativas (ENL) e Incentivos Fiscales al Mecenazgo. Que permiten a las personas físicas y a las jurídicas acogerse a sus beneficios fiscales. Donde es posible, con topes y límites, acogerse en el IRPF a deducir el 25% de las donaciones y en sociedades el tipo de impuesto. Siempre con destino a los fines sociales, sanitarios, asistenciales, culturales, escolares, deportivos, religiosos, etc., que admite la ley, ejercidos por las ENL. Cualquiera en España y a su escala puede acogerse al mecenazgo. Alemania, Italia, Francia y Reino Unido ofrecen una institución del mecenazgo con más beneficios que España. En EE.UU. forma parte de su cultura desde hace más de un siglo. En 1917 se aprobó la War Revenue Act, que ha evolucionado desde entonces, consolidando el mecenazgo, que mueve unos 300.000 millones de euros/año. Económicamente esta figura implica una transferencia de fondos de la Administración a una ENL, elegida por el donante. Ofrece por ello flexibilidad, innovación, compatibilidad y control, llegando donde no llega lo público. En EE.UU., el 75% de las donaciones son privadas y el 25% de personas jurídicas. Sus beneficios fiscales superan 6-7 veces los españoles. Una institución como esta no se improvisa. Ha permitido en EE.UU. que las grandes fortunas, con los obvios beneficios fiscales, hayan montado The Giving Plan, el “compromiso de dar”, con un potencial acumulado de 675.000 millones de euros y con efectos hoy globales. El mecenazgo es el soporte de las grandes universidades privadas americanas. En la cúspide mundial, el MIT de Massachusetts (1861), la Stanford de San Francisco (1885) y Harvard en Massachusetts (1636). Donde estas dos últimas acumulan en los fondos de sus fundaciones, 22.000 y 35.000 millones de euros, respectivamente, donados por sus exalumnos. Las tres universidades tienen concedidos 279 Nobeles y cientos de medallas, Nacional de Ciencias, Rhodes, Fields, McArthur Fellow, etc. No parece por ello que demonizar el mecenazgo, esté en relación a sus resultados. En el Gobierno del PP, en 2011 se llevó una oferta de mecenazgo que nos homologaba en Europa y que Montoro suprimió. No creo que obedeciera a sus costes fiscales, como a que sus acciones no fueran capitalizadas por la política, cuyo marketing exige absorberlas. A ello obedece la demonización de la Fundación Amancio Ortega, cuyo izquierdo rechazo ha reforzado el mecenazgo. En el desarrollo de las sociedades abiertas aparecen por el camino sus enemigos.

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