política

El mito Galván Bello inspiró después a los demás presidentes

El Cabildo insular simboliza el poder de la Isla y condensa los momentos y los actos más definitorios de la historia de Tenerife en los últimos cien años
Fachada del Cabildo de Tenerife, junto a la santacrucera plaza de España. Fran Pallero
Fachada del Cabildo de Tenerife, junto a la santacrucera plaza de España. Fran   Pallero
Fachada del Cabildo de Tenerife, junto a la santacrucera plaza de España. Fran Pallero

Por Javier cabrera / A. M. S.

El Cabildo Insular de Tenerife es el buque insignia de Coalición Canaria (CC), el órgano de gobierno de la Isla por excelencia, allí donde la formación política insularista por definición cimentó su poder en la isla y más tarde en Canarias. Papá Cabildo, centenaria institución que hunde sus raíces en la más antigua concepción de autogobierno de esta tierra, gozó siempre de una entrañable ascendencia popular. Porque brindaba a los hijos de los suyos (en tiempos de los arbitrios) becas para estudiar fuera o construía las grandes infraestructuras, la autopista providencial del Sur que incentivó el turismo, o el Hospital General y Clínico (hoy HUC). Y porque desprendía, con esa impronta paternal, la sensación de ser un gran ayuntamiento, un gobierno de todos los tinerfeños, la casa común. El Cabildo ha sido y es el motor económico, político y cultural, antes y durante la autonomía. La galería de presidentes que en estas páginas se desempolva es todo un catálogo de ese modelo de poder basado en un liderazgo de buena gobernanza, inasequible para otros mandatarios, regionales o nacionales. Esa es la proa que ATI y después CC se dispone a perder este mediodía. El mascarón en lo alto del tajamar, donde se simbolizaba la jerarquía de toda una isla. Esa es la última privación tras el 26-M.

Se constituyó el 16 de marzo de 1913 en Santa Cruz de Tenerife, en una sesión celebrada en el Ayuntamiento de la ciudad, quedando elegida a su vez la primera corporación. Al igual que los otros cabildos de Canarias, el de Tenerife posee una serie de competencias propias recogidas en el Estatuto de Autonomía de Canarias, así como otras delegadas de los demás órganos de administración territorial.
La bandera de Tenerife fue adoptada originariamente en 1845 a modo de distintivo o bandera de matrícula, de la que en aquel entonces se denominaba provincia marítima de Canarias, con base en el Puerto de Santa Cruz de Tenerife. Fue aprobada a instancias del Cabildo Insular por orden del Gobierno de Canarias el 9 de mayo de 1989.

En cuanto a su organización interna, el Cabildo de Tenerife se compone de la Presidencia, Pleno, Consejo de Gobierno, Comisiones Informativas y Junta de Portavoces.

Cinco han sido los presidentes del Cabildo de Tenerife desde las elecciones democráticas de 1979: José Miguel Galván Bello (1979-1983, UCD); José Segura Clavell (1983-1987, PSOE); Adán Martín Menis (1987 -1999,ATI y CC); Ricardo Melchior (1999- 2013, CC), que ha sido, hasta ahora, el que mayor tiempo ha permanecido en el cargo de presidente, hasta que el 16 de septiembre de 2013 le sucedió Carlos Alonso, de Coalición Canaria (CC).

No obstante, la lista completa de máximos mandatarios del Cabildo de Tenerife, desde la primera constitución data de 1913. Su primer presidente fue Eduardo Domínguez Alfonso (1913-1916). El séptimo presidente, Ignacio Llarena Monteverde, estuvo en el cargo de forma efímera, ya que apenas presidió durante treinta y tres días. Hay que destacar que, durante la Guerra Civil y, concretamente, en 1936, hubo hasta siete presidentes del Cabildo de Tenerife. Otro dato significativo fue que José Miguel Galván Bello, primer presidente de la citada corporación en la etapa democrática, también lo fue en el período franquista (30 de julio de 1964 al 31 de marzo de 1971), mientras que Rafael Clavijo García lo presidió en ambas etapas (1974-1979).

Después de utilizar los salones del Ayuntamiento de Santa Cruz para el desarrollo de la primera sesión, la sede del nuevo organismo se trasladó provisionalmente a un edificio situado en la confluencia de la Avenida 25 de Julio y la calle Numancia. Poco después se mudó a la calle Alfonso XIII, hoy llamada calle del Castillo, donde permaneció hasta 1928. Aunque ya en 1920 se había consignado 100.000 pesetas (600 euros actuales) para la compra de un solar y la elaboración de unos planos, sin que ello llegara a cristalizar, sólo pudo ser diez años más tarde cuando fueron dados los primeros pasos para adquirir terrenos en la zona de la avenida Marítima, donde llegaría a ubicarse definitivamente. De esa manera, se gestionó ante el Ministerio de Fomento la correspondiente autorización. El solar fue definido en 1933 tras el proyecto de urbanización realizado por el ingeniero José Luis Escario en esa área de la ciudad.

El Sur de Tenerife es hoy el principal motor económico de la isla y uno de los emporios turísticos más importantes de España. Sin embargo, la realidad de esta comarca era muy diferente, radicalmente distinta, hace apenas medio siglo, cuando los pueblos sureños malvivían en medio del aislamiento, el abandono y la pobreza. Las duras condiciones orográficas y la falta de vías de comunicación tenían condenada la comarca al retraso y la emigración.

Rafael Zurita Molina narra en su libro El Sur de Tenerife. Cronografía de un paisaje que la autovía desde Santa Cruz hasta Los Cristianos se incluyó en 1961 en la Red Azul de Carreteras Españolas. El plazo para su ejecución se estableció en cuatro cuatrienios. A raíz de las gestiones realizadas ante el Ministerio de Obras Públicas por el Cabildo de Tenerife, presidido entonces por José Miguel Galván Bello, se autorizó a esta Corporación en mayo de 1965 la financiación anticipada de las obras no comprendidas en el primer cuatrienio, abonando el Estado el importe en pago diferido, y a cargo del Cabildo los intereses derivados de la operación financiera. El acuerdo consistió en solicitar un préstamo con cargo al presupuesto aprobado, que en ese comienzo de obras sobrepasaba los 1.300 millones de pesetas, sin contar las expropiaciones.

El 16 de marzo de 1967 se iniciaron los trabajos correspondientes al tramo encomendado al Cabildo en virtud del acuerdo suscrito con el Ministerio de Obras Públicas. Este convenio permitió que la autopista se ejecutara totalmente, desde Santa Cruz a Los Cristianos, en el plazo de cuatro años, en lugar de los dieciséis que era el tiempo previsto para su ejecución. Galván Bello recalcó en su discurso que no se colocaba una primera piedra, como era costumbre, sino que lo que se hacía era quitar las piedras para que las máquinas comenzaran los trabajos.

Con el Cabildo de Tenerife ha habido numerosas polémicas a lo largo de la historia. Una muy sonada fue la del gobernador Elorriaga. El periodista tinerfeño Juan Cruz llegó escribió en El País, hace algo más de una década: “…Pues se convirtió en el único poncio del franquismo, que contribuyó a romper con la abstención obligatoria en la dictadura. Fue enviado a Tenerife a un presidente del Cabildo muy popular, José Miguel Galván Bello, que años después sería un bastión de Coalición Canaria. Elorriaga padre cumplió la decisión del Gobierno, echar a Galván, pero la gente por poco lo lincha. Las manifestaciones fueron muy numerosas y nutridas; por primera vez en aquella época oprobiosa, la calle fue de la gente, y Elorriaga fue el artífice involuntario. Levantó cabeza cuando vino Gonzalo Fernández de la Mora a sacarle del ostracismo, como ministro de Obras Públicas y artífice del crepúsculo de las ideologías, pero siguieron persiguiendo al gobernador con gritos que aún le deben resonar al padre de este Elorriaga. “¡Galván, Galván!”.

El Cabildo, repleto de hechos memorables como pocas instituciones políticas de la Isla, hoy inicia una nueva etapa histórica.

TE PUEDE INTERESAR