Según Teodoro García Egea, con Asier Antona al frente el camino del PP no ha dado, aquí, en las Islas, los frutos esperados. Los frutos esperados, en boca de García Egea, tiene su gracia. Así, a bote pronto, es como si los jugadores del Barça, ya de regreso de la semifinal en Liverpool, pontificaran públicamente sobre cómo debe gestionarse un córner. Exigir los frutos esperados no es una demanda al alcance de cualquiera; muy al contrario, tal expresión solo deben permitírsela quienes en política llegan a esa frase precedidos por sus buenos o excelentes resultados. No es el caso de Egea. Los frutos esperados, en la garganta del secretario general del PP, es una condena teñida de broma, un chiste. Quien allá por finales de julio de 2018 amaneció como número dos del PP -de este PP- no está para pedir fruta ni en la frutería del barrio. Desde que Pablo Casado y Teodoro García Egea se pusieron al frente del partido el PP se ha limitado a sobrevivir, a correr por los corrales electorales como lo hacen las gallinas descabezadas. ¿Frutos esperados? Con la retirada de Rajoy pudo el PP jugar a ganar. Y ganar, cuando se trata del PP, pasa por hablar, desde el centro, de gestión, gestión, gestión. Soraya Sáenz de Santamaría estaba en condiciones de liderar algunas bazas: una solvencia reconocida incluso por quienes no tienen por costumbre votar al PP, moderación y el valor añadido de ser la primera candidata (y única) a la presidencia del Gobierno de España. El PP pudo hacer muchas cosas, pero hizo justo las que no debía. En vez de definir el partido del futuro, los cabreados de los años de Rajoy prefirieron (con Aznar de maestro de ceremonias) ajustar cuentas con el pasado. No acabó ahí el dislate. Casado y Egea arrastraron al PP a los jardines de Vox, dejaron al partido al borde del ridículo electoral, blanquearon a la ultraderecha e hicieron grande a Pedro Sánchez. Aquí, en las Islas, rompieron el partido a golpe de improvisaciones, mentidos y desmentidos. Y sí, Asier Antona no estuvo fino aquel viernes: desde la óptica e intereses del PP, bien pudo calzarse la presidencia del Gobierno, porque tiempo habría de mejorar después las otras cláusulas del contrato. Ahora bien, lo de Egea diciendo que la estrategia del PP en Canarias no ha dado los frutos esperados es de traca. Si el sistema métrico decimal son los frutos esperados, García Egea tendría que haber dimitido la noche del veintiocho de abril.