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Un taller, un comedor y una necesidad cubierta

El CEIP Los Verodes es uno de los cuatro colegios que en Santa Cruz ofertan los talleres lúdico educativos con comedor escolar que arrancaron la semana pasada, y en el que se han matriculado hasta 59 menores para asistir a las actividades entre julio y agosto
Los pequeños hacen manualidades pero también juegan y aprenden, además de almorzar a diario en el colegio. / Sergio Méndez
Los pequeños hacen manualidades pero también juegan y aprenden, además de almorzar a diario en el colegio. / Sergio Méndez

Una serpiente hecha de plastilina destaca entre las manualidades que, ordenadamente, se exponen sobre una de las mesas de la improvisada sala de juegos. Junto al reptil, corazones, iniciales de nombres como los de Alma, Juan Carlos o Sofía, y figuras abstractas a las que solo sus autores podrían darle un significado para los ojos inexpertos. Este mismo espacio, en el que los niños dan rienda suelta a su creatividad, hace solo unos minutos que ha dejado de ser comedor escolar, el mismo en el que han almorzado. Disciplinados, han colaborado con sus monitores recogiendo las bandejas del catering que el Ayuntamiento de Santa Cruz ha contratado para prestar servicio en este colegio. Otros tres centros también cuentan con talleres y comedores en la capital. Todos supliendo el servicio que tenía que haber dado la Consejería regional de Educación.

Mientras se oye el griterío de los aproximadamente 35 niños que asisten a este taller del CEIP Los Verodes, el concejal de Fiestas y responsable del Distrito Salud-La Salle, Andrés Martín, y la concejala de Educación, Deportes y Juventud, Elena Mateo, ambos del PSOE, explican a DIARIO DE AVISOS la lucha contra reloj que ha supuesto dar este servicio, que en todo el municipio alcanza a unos 160 niños.
“Ellos llegan a las 9.00 y a las 10.00 les damos un primer tentempié”, explica Mateo. “Luego, sobre la una ya les sirven el almuerzo y hasta las dos están jugando en el patio, esperando a que sus padres vengan a recogerlos”, detalla la edil. Junto a la concejal, Patricia Plasencia, una de las tres monitoras que se encarga de acompañar a los pequeños. “Cada día vamos cambiando las actividades. Todas están encaminadas a que, jugando también aprendan”, explica. “Trabajamos con ellos tanto dentro como fuera, en el patio, y son todos niños de Primaria; el más pequeñito tiene tres años y los más mayores tienen 11”, añade.

Mateo no sabe decir qué ha sido más difícil de contratar porque “ha resultado un trabajo contra reloj, en el que hemos tenido que trabajar de forma coordinada distintas concejalías y todo porque la Consejería de Educación nos dejó colgados con este programa”.
Una empresa imparte los talleres, otra proporciona la comida y una tercera se encarga de la limpieza de los colegios. “La alcaldesa (Patricia Hernández) nos pidió desde el minuto uno que teníamos que poner en marcha estos talleres y así lo hicimos. Conseguimos echarlos a andar la semana pasada y estarán hasta finales de agosto”, añadió la edil. En paralelo a este trabajo han solicitado la subvención que, supuestamente, deben recibir del Gobierno de Canarias para poner en marcha estos talleres. “Es algo que hemos hecho a la vez pero desde luego no íbamos a esperar por ese dinero que ni siquiera saben cuánto es por niño. Se trataba de dar un servicio cuyo objetivo todos sabemos que es ayudar a los pequeños que más lo necesitan a que tengan al menos una comida al día en condiciones”.

Cada uno de los cuatro colegios se ubica en distrito distintos. Los niños de Anaga, aclara la concejal de Educación, “los hemos derivado al CEIP Salamanca porque eran muy poquitos”. El de Los Verodes es el que más niños acoge. “Somos el distrito más poblado así que es lógico que demos más servicio”, apunta Martín. En total son 59 los matriculados, aunque la media de asistencia son esos 35 que, ayer, correteaban por el patio a voz en grito.

“La mayoría juega a la pelota y los que no quieren también pueden dibujar”, comenta Patricia, mientras una pequeña, Sofía, se acerca, curiosa, a los adultos. Cinco años dice que tiene y también que le gusta mucho el taller. Ella es de las que prefiere pintar a jugar a la pelota, pero descubrimos, admirados, que también baila cuando se pone sobre sus puntas y comienza a girar. Ella, como el resto, son los verdaderos protagonistas de este reportaje, a los que el Ayuntamiento de Santa Cruz ha sabido dar respuesta cuando parecía que nadie quería dársela. Y eso, es justo reconocércelo. Por cierto, unos niños cuyos rostros no aparecen deliberadamente en este reportaje para preservar su identidad y sus circunstancias personales.

“No es cuestión de dinero”

La alcaldesa de Santa Cruz, Patricia Hernández, quiso dejar claro ayer, al igual que lo ha hecho durante todas estas semanas que, “no es una cuestión de dinero”, en referencia al hecho de hacerse cargo de los comedores escolares de verano. “Es una competencia de la Consejería de Educación y confío en que sea la última vez que pase que intenten desentenderse de una competencia educativa como esta”. Y es que, como reconoció la alcaldesa, “nosotros asumimos este año esta competencia porque nuestra responsabilidad es con los chicharreros, porque lo teníamos que hacer y lo hicimos, pero no olvidemos a quién le corresponde”. Hernández se mostró a favor de colaborar con el Gobierno de Canarias de cara al futuro, porque “es evidente” que este verano “ya no sale”.

Talleres inclusivos en los que tienen cabida todas las realidades

La diversidad funcional es otra de las características de estos talleres -cuya matrícula sigue abierta-, donde niños con autismo, ataxia o sordera, conviven integrados con el resto. “Todos juegan entre ellos sin diferenciación”, explican los monitores.

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