el charco hondo

Violeta, verde y azul

Conjugada en presente imperfecto o futuro inminente, la política será violeta, verde y azul, o no será; y los partidos que no lo tengan claro serán abandonados en el andén de cualquier estación, o en un almacén o depósito donde se guarden los materiales inservibles. En los últimos años han pasado muchas cosas. Algunas inquietantes como el trumpismo y los brotes que ha incubado en otros países (semillas que están ahí debajo, latiendo, amenazando con coger cuerpo hoy, mañana o pasado). De años a esta parte también han aflorado revoluciones necesarias, inaplazables. Una de las revoluciones se resume en primera persona del plural femenino, y ha calado sin detenerse, ya no, en cantones ideológicos o espacios socioeconómicos. La revolución de las mujeres ha sido, sin duda, la gran revolución (la mejor noticia) de estos últimos años. Otra revolución ha echado a andar, y está acelerándose de tal forma que no habrá partido, empresa o colectivo que pueda darle la espalda. La revolución verde y azul ya no camina, galopa. Se extiende a la velocidad de la luz que hace falta para entender, ya mismo, sin dilación, que la preocupación que genera el deterioro del planeta es solo comparable con la sensibilidad que está disparando la contaminación de los mares, o el abuso que está consumándose tierra adentro. Quienes tienen menos de treinta años abren los ojos a la posibilidad de que el planeta enferme antes de llegar a viejos. Aquellos que tienen hijos, o nietos, empiezan a temerse que también a ellos les toque convivir con un mundo donde los dolores colaterales crezcan al calor de errores no corregidos. Hay quienes comienzan a incorporar a sus agendas acciones pintadas de verde y azul. Propuestas vinculadas a la lucha contra el cambio climático y la transición energética, y programas para la descarbonización, la eliminación de emisiones de CO2, el desarrollo de economías azules o verdes y la inversión en tecnologías limpias van ganando espacio en el hilo conductor de partidos e instituciones. Hace falta más. Y más rápido. Es necesario abrir los ojos, dimensionarlo adecuadamente, pintar de verde y azul el modelo productivo. Hay que generar infraestructuras, economía y empleo, claro que sí. Y, dígase antes de que la radicalización equivoque los términos: carece de sentido criminalizar el desarrollo. Hay que crecer de forma razonable, pero crecer hay que seguir creciendo. Como se apunta en Years and years (de HBO, muy recomendable) o cambiamos las cosas o seremos culpables del futuro. La revolución ya está en marcha. La política será violeta, verde y azul, o no será.

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