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Chiscano deja la huella del hombre que mimó el legado de Canarias en América

La muerte del célebre cirujano cardiovascular tinerfeño, ayer a los 81 años en su casa de San Antonio de Texas, conmociona a sus numeros amigos y paisanos, que le recuerdan como un gran embajador

El prestigioso cirujano torácico y cardiovascular tinerfeño Alfonso Chiscano Díaz, que falleció ayer a los 81 años de edad en la ciudad de San Antonio de Texas, quería ser médico en los difíciles años 50 de la posguerra española. Sin embargo, su padre era radiotelegrafista en el correíllo La Palma y no tenía dinero para pagarle los estudios, pero pudo conseguir una beca de 3.000 pesetas de entonces al mes del Cabildo de Tenerife, y gracias a ello se fue con 17 años a estudiar a Barcelona en 1958, pagó la pensión, la comida y los libros. Por esa circunstancia profesaba un especial agradecimiento al Cabildo insular.

Chiscano llegó a Detroit de la mano de un compañero de estudios de Barcelona que le alertó de la oportunidad de ocupar una plaza de estudiante de cirugía cardiaca que estaba libre. Apenas llevaba 50 dólares en el bolsillo y viajó casi con lo puesto, según contó a DIARIO DE AVISOS en una entrevista concedida en 2017. Ingresó en la Universidad de Detroit, donde hizo el internado, siete años de cirugía general y luego cirugía torácica. Allí se enamoró de una enfermera de Michigan, con la que tuvo cuatro hijos y ocho nietos, a los que traía poco a poco a conocer su Tenerife natal.

A principios de los años 70 el matrimonio se trasladó a Houston, porque allí estaba la cirugía cardiaca y toracica más avanzada del mundo. Un día de visita a la ciudad de San Antonio de Texas se encontró en los restos de El Álamo una piedra de molino con una inscripción: “Traída por emigrantes canarios en 1731”. Este flechazo le hizo mover cielo y tierra para unir ambas orillas. Fundó la Asociación de Amigos de Canarias de Estados Unidos y ayudó a la Asociación de Descendientes de Canarios en San Antonio de Texas a buscar fondos para erigir un gran conjunto escultórico en la plaza principal de esa ciudad, que recuerda a las 52 familias isleñas que la fundaron en 1731. El pasado 9 de marzo pudo cumplir su sueño.

Asimismo, luchó para tener en la Catedral de San Fernando en San Antonio un retablo que rinde honor a Nuestra Señora de la Candelaria, gracias a la generosidad del Gobierno de Canarias. El retablo, situado a la derecha del altar principal, complementa el homenaje a Nuestra Señora de Guadalupe, la patrona de las Américas. Los retablos destacan la conexión espiritual entre las dos orillas.

Pero Chiscano desplegó, además, su vertiente emprendedora y fue también consejero de la Oficina de Canarias en San Antonio de Texas, que se creó en 1999 gracias al empeño y apoyo del entusiasta cirujano enamorado de su tierra. Cinco años después de su constitución, en 2004, la oficina experimentó un giro en su actividad y objetivos con motivo de una petición del propio doctor, la Fundación Universitaria de Las Palmas y el Gobierno de Canarias. Desde ese momento, la Oficina pasó a ser un proyecto interinstitucional al que se le incorporó la Fundación Empresa Universidad de La Laguna, la Sociedad Canaria de Fomento Económico (Proexca) y el Comisionado de Acción Exterior del Gobierno de Canarias. Fue miembro de la Fundación Islas Canarias para la Educación y la Cultura (Cofec) y participó activamente en la Cámara de Comercio Hispana de San Antonio. Todo ello le hizo merecedor de la Medalla de Oro de Canarias en mayo de 1999.

También tiene desde 2002 en la capital tinerfeña un busto, en la plaza de San Antonio de Texas, ubicada en la calle de Méndez Núñez, junto al edificio de la sindical, inaugurado el 11 de septiembre de 2002. “Adalid e impulsor de las relaciones fraternales entre las ciudades de Santa Cruz de Santiago de Tenerife y San Antonio de Texas”, reza la inscripción del busto.

Chiscano fue autor de numerosas publicaciones de medicina cardiovascular en revistas científicas especializadas. Fue uno de los que impulsó y promovió en 1986 el servicio de cirugía cardiovascular del Hospital Universitario de Canarias (HUC).

Los que conocen a Chiscano afirman que era todo corazón. No solo sentía un amor inmenso por su tierra de nacimiento, Tenerife, Canarias, sino por la de adopción, Estados Unidos, donde no sólo encontró a su media naranja, sino también alcanzó la cumbre de su carrera profesional erigiéndose como un brillante cirujano cardiovascular y torácico.

A principios del próximo mes de octubre tenía previsto regresar a Tenerife, donde ya había concertado diversos encuentros con sus amigos más íntimos. No podrá ser. Su pérdida les ha dejado un hondo pesar.
Alfonso Chiscano Díaz fue uno de los canarios más importantes del mundo. Durante décadas contribuyó a mejorar y a prolongar la vida de muchos pacientes: “He operado del corazón a más de 6.000 personas”, afirmó, con la humildad que le caracterizaba a tan brillante profesional y excelente persona en la entrevista concedida a DIARIO DE AVISOS en 2017. Entre ellos a grandes personalidades de la sociedad norteamericana.

Hace dos años, cuando contaba con 79, sentado en el hotel Mencey de Santa Cruz, durante una corta visita a su municipio de nacimiento, el doctor recorda emocionado el día que quizá le cambió la vida. “Visitabamos El Álamo cuando descubrimos una piedra de molino con una inscripción: Traída por emigrantes canarios en 1731”, señaló, convirtiéndose desde ese momento en el alma y el corazón de los hispanos y los canarios de Texas.

En Estados Unidos también conoció las realidades sociales: “Al principio, en Michigan, viví con mi esposa los conflictos raciales y la huelga de 1965 entre blancos y negros”. Y recordó que “en un mes en el hospital de Detroit operaba más balazos que en la guerra de Vietnam” y cifró en “casi 200 personas al día” las que llegó a intervenir quirúrgicamente por este motivo. “Esa fue uno de las causas por las que decidimos irnos a San Antonio de Texas”.

Defensor de la cultura estadounidense, Chiscano afirmaba que “existen muchos prejuicios en Europa”, aunque no negaba “que hay problemas, como en todas partes. Yo he podido progresar gracias a todos los aspectos positivos y las oportunidades que da el país a los emigrantes”.

En sus primeros años en Michigan recordaba cómo se “levantaba a las cinco de la mañana” y acudía “a seis o siete hospitales cada día, y no era por hacer dinero, sino porque era mi obligación, la de ayudar como médico a los pacientes y también a la sociedad”, explicaba al DIARIO.

Posteriormente ayudó a la sociedad estadounidense promoviendo iniciativas culturales, pues recordó que “en el ámbito personal hace que tú te sientas mejor y mejores a la sociedad”.

Chiscano nunca se retiró, ya que para él “los médicos no nos jubilamos en EE.UU., nos morimos con las botas puestas. Sigo en la Facultad de Medicina. La gente se sigue muriendo, y mi mente continúa al servicio del objetivo que siempre me ha movido: ayudar a los demás”.

“Ojalá que Dios me dé cerebro para otros 30 años, porque no solo es operar, sino ayudar a la Sinfónica, al niño al que le pega la madre, a la persona que necesita tres dólares… Si te paras se para toda esa cadena”.

Sobre su aportación a la cirugía cardiaca en Tenerife, con la puesta en marcha de este servicio en el HUC, recordó “estuve un mes y los primeros 20 casos los hicimos entre un famoso cardiólogo ya fallecido, Diego de Armas, y un servidor”.

Respecto a su visión de Canarias, animaba a los jóvenes a “tener el ímpetu” que tuvo su generación “para salir adelante” en los momentos duros. “Yo recuerdo ver a mi madre en la antigua recova de Santa Cruz, después de la guerra, haciendo cola para comprar un poco de hígado”. Y aconsejaba a los jóvenes canarios a formarse porque “la educación mejora al individuo y también a la sociedad”.

Sin embargo, reflexionaba en voz alta que en España había una tendencia peligrosa: “La gente prefiere muchas veces aquí que le ayude el Estado y trabajar menos, pero con esa teoría la juventud no funciona”. Era la voz de la experiencia de un hombre que con esfuerzo personal llegó a lo más alto y en los últimos años de su vida quiso devolver a los demás su solidaridad.

Siempre confesó su asombro por el sistema de pensiones público y admiraba que pueda subsistir. “En EE.UU. los médicos no tenemos pensiones, por lo que he cotizado me dan un cheque al mes”. Por eso, instaba a sus estudiantes de Medicina a que se hicieran un plan de pensiones “para que tengan un dinerito cuando se jubilen”.

“Dio mucho prestigio a Canarias”
Amigo personal y con parentezco familiar, Manuel Hermoso, exalcalde de Santa Cruz y expresidente del Gobierno de Canarias, afirmó que Chiscano “fue un hombre que dio mucho prestigio a las Islas y se preocupó por rescatar y ensalzar la figura de los fundadores canarios de San Antonio. Luchó muchísimo por dar valor a Canarias en Texas. Como profesional Alfonso fue un cirujano mundialmente reconocido y personalmente un hombre fantastico, una figura entrañable y siempre mantenía el recuerdo de su tierra”.

“No hemos sabido valorar su figura”
Profundamente afectado por la noticia, Francisco Aznar, exviceconsejero de Relaciones Institucionales de Canarias, manifestó que Chiscano fue “el canario prototipo que supo hacer de su desgracia una grandeza. Salió sin nada. Siempre dijo que no tenía cómo pagar a Tenerife lo que hizo por él. Lloró desconsolado cuando le dieron la medalla de Oro de Canarias. Batalló siempre por mantener el nombre de las Islas vivo. No hemos sabido valorar suficientemente su figura. Es una pérdida irreparable, nunca tendremos un embajador como él”.

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