agricultura

La sequía vuelve a amenazar la economía del campo palmero

Si no llueve en las próximas semanas, el sector agrario insular volverá a afrontar un invierno muy incierto en precipitaciones, con los embalses a un 25% de su capacidad
Imagen de uno de los once embalses de la Isla para acumular agua de riego para la agricultura. | DA

La preocupación y la creciente inquietud del sector primario palmero por la situación de sequía, con un estado de los embalses por debajo del 40% de su capacidad tras un invierno con escasas lluvias de consideración y tras las necesidades de riego de un verano con altas temperaturas, se ha convertido en una constante. Los efectos del cambio climático son evidentes en un territorio que espera por la conclusión de proyectos hidráulicos importantes para prevenir situaciones incluso más complejas, mientras regantes, accionistas del agua acumulada en pozos y galerías, y representantes del sector agrario coinciden al señalar la necesidad de buscar nuevas fórmulas para garantizar el agua de riego en una isla cuyo PIB proviene, en el 80%, de la agricultura. Si no llueve en las próximas semanas, y en función de la demanda de agua de riego en zonas como el Valle de Aridane y el sur de la isla, el agua embalsada podría llegar a los niveles críticos de octubre de 2017, cuando se situó en los niveles más bajos del último lustro, con menos del 20% de llenado de estas infraestructuras.

 

Once embalses

Si bien las cifras de disponibilidad de agua en los once embalses distribuidos por la Isla llegaron a presentar cifras bajas, con el 25% de su capacidad en 2014, todos los demás registros son superiores, llegando incluso al 45% de llenado de los embalses tras el verano del año 2015.

El agua embalsada es poca en la laguna de Barlovento, el principal depósito de la Isla, al 23% de su capacidad, seguida de La Caldereta, con otro 23% y Montaña de Arco, en Puntagorda, al 38%. Las demás infraestructuras hidráulicas de la Isla, que en su conjunto alcanzan una media de acumulación de agua del 40%, presentan oscilaciones en cuanto a acumulación de agua por su condición de embalses de regulación, con trasvase de reservas en función de la demanda de zonas concretas. En ese recuento del Consejo Insular de Aguas, el mejor dato, con el 88% de agua embalsada, es el de Adeyahamen, seguido por la balsa de Manuel Remón, en Puntallana. Las demás infraestructuras hidráulicas en el norte, tales como Los Galguitos, Las Lomadas y Bediesta, todas ellas en San Andrés y Sauces, presentan niveles de entre el 52 y el 57%.

La Isla ha recurrido, desde 2017, a la reapertura de una decena de pozos abandonados durante décadas para combatir la sequía, ante una realidad climatológica innegable y que constituye uno de los problemas prioritarios a la hora de buscar soluciones a medio y largo plazo por parte del Consejo Insular de Aguas de La Palma.

Los cultivos más sensibles ante la escasez de lluvias y los que mayor dependencia tienen por el volumen de agua que necesitan para garantizar sus producciones son el platanero, el de aguacates -con una superficie que ha crecido sustancialmente en los últimos años-, y el de cítricos. Pese a que la Isla bonita ha conseguido una importante rentabilidad en materia hidráulica, la persistencia en la escasez de lluvias tendrá consecuencias negativas para las debilitadas economías del sector primario insular.

TE PUEDE INTERESAR