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Los Filiichristi, casi un siglo de misterio en Agulo

Miembros destacados de la sociedad y de la literatura del norte de La Gomera crearon hace un siglo una congregación que fue tratada como masona por el Gobierno franquista
Los Filiichristi, casi un siglo de misterio en Agulo
Estado actual de la casa donde comenzaron a reunirse los Filiichristi en Agulo / NORCHI

La Gomera es mágica, pero también misteriosa. En el seno de una Isla colmatada de barrancos y palmeras que nacen de un corazón verde como El Cedro, donde no hay cedros pero sí un enorme bosque de laurisilva, se han sucedido historias o habladurías que hoy se mantienen vivas en cualquier lecho familiar. Desde brujas a sectas, La Gomera siempre ha estado ligada al misterio y hoy recordamos, un siglo después, a aquellos misteriosos Filiichristi de Agulo, entre secta y congregación literaria-católica. Unos episodios que conocemos gracias a Daniel María, el joven escritor gomero que los rescató para que hoy su pueblo natal, Agulo, puede disponer de una exposición permanente dedicada a aquellos personajes que salvaron la vida, tras la Guerra Civil, gracias a sus poderosas familias.

Los hermanos Agustín, Pedro y José Bethencourt, el poeta Pedro Sánchez, Domingo Montesinos o Pascacio Trujillo, son algunos de los miembros más destacados de aquella singular sociedad, destacando por sus obras literarias, como La corrupción del mundo o el imperio de la magia, de Pedro Bethencourt.

Hace aproximadamente un siglo surgió en Agulo, un pequeño y coqueto pueblo al norte de La Gomera, entre Hermigua y Vallehermoso, una congregación teosófico-cristiana denominada los Filiichristi. Sus principales miembros escribieron novelas, ensayos, poemarios y artículos en prensa donde reflejaron su interés por las ciencias ocultas, la teosofía, el esoterismo, la hipnosis, la masonería, la brujería y la sabiduría oriental como el taoísmo, recuerda Carlos Pérez Simancas, un joven apasionado de la historia y de las leyendas que lleva dos años ejerciendo como guía turístico en la Isla y fuera de ella (“incluso he enseñado Toledo”, afirma con una sonrisa).

Simancas, nieto del gran comunicador Sito Simancas, reconoce que “todo lo que sabemos hoy de los Filiichristi se lo debemos al libro de Daniel María. Me quedó gratamente sorprendido cuando supe de su existencia, cuando me lo comentó José Gregorio González, con quien colabora en Crónicas de San Borondón”, relata.

Recuerda Simancas que después de conocer el libro de Daniel María se dedicó, grabadora en mano, a hablar con octogenarios de Agulo que le recuerdan que “el halo de leyenda que crearon en los años veinte y treinta del siglo pasado los Filiichristi, que llega hasta nuestros días, por sus reuniones secretas, sus vidas ermitañas y sus capacidades para la adivinación y el contacto con los muertos, con cánticos gregorianos a las once de la noche, con esas túnicas blancas, grandes medallones y el pelo largo”, señala Simancas. “Tenían piojos porque no eran seres vivos que no se podían matar, ejerciendo de vegetarianos”, sin olvidar que entre sus normas se encontraban las del celibato y las de renunciar a riquezas terrenales.

Entre sus afiliados había gente de interesante influencia, intelectuales que se dedicaron al estudio y contemplación del conocimiento a través de todos los credos. Aunque ellos decían que se reunían para “la práctica del cristianismo”, esta corriente bebía del espiritismo, la masonería, la teosofía o la hipnosis, entre otros movimientos. No aceptaban a personas casadas, y quien quería entrar en la orden debía anular sus nupcias.

Su alimentación era a base de legrumbres, frutas y verduras, y muchos los catalogaban como una secta vinculada al demonio, quizá por practicar rituales tan poco habituales como enterrarse medio cuerpo para poder absorber la energía de la tierra y de los muertos. También solían caminar descalzos por lugares apartados; afirmaban saber cómo captar el magnetismo del universo, el cual entraba por la cabeza y salía por los pies, y por ello consideraban un error llevarlos tapados.

Tampoco solían mirar a los ojos a aquellos vecinos con los que hablaban; solían fijar su atención en un punto concreto, con la intención de mirar el alma del interlocutor.

Así se mantuvieron en Agulo, con contactos espóradicos en con figuras del surrealismo en Madrid, seguidores de los filósofos alemanes, hasta que la Guerra Civil acabó abruptamente con el proyecto de los Filiichristi, que ya estudiaban la posibilidad de asentarse en el corazón del Garajonay. “Si no fueron fusilados es porque provenían de familias poderosas”, afirma Simancas, que añade que “en los años sesenta o setenta se volvió a hablar de ellos y cuando llegaron los hippies a la Isla y dejaron la moda de los pelos largos, los mayores acostumbraban a decir “haga el favor de pelarse, que parece un Filiichristi”.

¿Y qué queda de aquello? Pues quedan varios tomos, algunos en muy mal estado, de las obras que escribieron los hermanos Bethencourt, o un poeta como Pedro Sánchez, para algunos casi a la altura del gran Pedro García Cabrera. La casa donde hacían los rituales, todavía en pie, se la dejaron en herencia a una niña y hoy pertenece a otra familia, mientras que las pertenencias y libros que dejaron los Filiichristi quedarán expuestos en la planta baja de la casa natal del pintor José Aguiar, quien compartió historias con la familia Bethencourt y Domingo Montesinos.

El libro de Daniel María que rescató el misterio / DA

Pablo Jerez

Otro historiador gomero, Pablo Jerez , escribe que “los Filiichristi fueron una congregación mística formada por alguna de las personalidades más reconocidas de Agulo, entre las que se encontraban, entre otros, un espirituoso trotamundos como Agustín Bethencourt Padilla o Domingo Montesinos, con su sempiterna chaqueta blanca. Se reunían secretamente -aunque era vox pópuli- en el cementerio de la localidad. ¿Sus fines? Dedicarnos más a la práctica del cristianismo”, comentaba el propio Agustín en una entrevista publicada en la revista Hespérides en 1927.

“Pertenezco a la orden de los Filii Christi. Yo soy católico”. Así se presenta Agustín. “El Filiichristi no admite el matrimonio. El casado antes de ingresar en la orden tiene anulado el matrimonio”, afirma. Dice que viajó por todo el mundo y que regresó (hablamos de 1927) para fundar una colonia en el Garajonay: “Allí se llevará a cabo la vida ascética de mi orden. Tengo aquí dos discípulos: Domingo Montesinos y Pascasio Trujillo. Nos dedicaremos a la enseñanza de huérfanos, a estudios psicológicos… De no poder establecer aquí mi colonia iré a establecerla a Roma”. Dicen que intentaron regularizarla y que el Papa -o quien fuera- no se lo permitió.

“Daniel María -escribe Jerez-, con acertada agudeza –como siempre- da en el clavo al señalar que fue más una congregación mística que religiosa que tenía una relación más cercana al ocultismo y a la hipnosis. Añado también a la teosofía. No olvidemos la influencia de sus hermanos José y Pedro, estos dos poetas místicos también. Recordaba también la novela de José Bethencourt, La efigie de cera, acaso primera novela masónica publicada en España”.

‘Cuarto milenio’

Si el libro de Daniel María (2016) nos situó en la pista de tan singular grupo místico, la emisión de un amplio reportaje en el programa televisivo Cuarto Milenio sirvió de altavoz nacional a una historia de la que hoy Agulo quiere sacar rédito.

Desde el Ayuntamiento, a través de la alcaldesa Rosa Chinea, se agradeció a la cadena de televisión que Agulo y sus misterios formen parte de este programa recordando “la historia tan rica que tiene nuestro pueblo a todos los niveles y las personalidades tan singulares que ha alumbrado Agulo durante el siglo pasado”. El programa también rodó en otros puntos de la isla rastreando las huellas de esta sociedad mística nacida en Agulo y liderada por Agustín Bethencourt hace un siglo.

El museo fue inaugurado el sábado en la casa natal del pinto José Aguiar / DA

“Queremos que la gente entre al pueblo”

Rosa Chinea, la alcaldesa de Agulo, que puede presumir de tener una gran mayoría en su municipio (8 de 9 concejales), inauguró anoche, en la planta baja de la casa donde nació el prestigioso pintor José Aguiar, la exposición permanente dedicada a los Filiichristi.

Rosa Chinea afirma que “un siglo después hemos tratado de recopilar datos y libros de aquellos personajes con la idea de mantener una exposición permanente que nos sirve para que la gente no solo pase por Agulo sino que entre en el pueblo y pueda conocerlo y de paso ayude a la economía local”.

La alcaldesa explica que la exposición contará con los libros, “algunos ejemplares comidos por las cucarachas”, que editaron los Filiichristi, casi todos ellos buenos escritores, “además de colocar unos paneles informativos recordando aquellos años veinte del siglo pasado”. Chinea explicó que “a raíz del programa de Cuarto Milenio dedicado a los Filiichristi, el interés por Agulo ha sido más que notable, y queremos aprovecharlo”, dijo.

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