otras coordenadas

Desconcierto

La RAE entiende por desconcierto, la falta de gobierno y economía. Desorientación, perplejidad, desorden y desavenencia. Intranquilidad múltiple, donde orientarnos en la esquiva situación hispana

La RAE entiende por desconcierto, la falta de gobierno y economía. Desorientación, perplejidad, desorden y desavenencia. Intranquilidad múltiple, donde orientarnos en la esquiva situación hispana. Que se incrementa cuando vemos que, para escapar ileso de alguna situación conflictiva, se opta como Marlaska, por no darse por agraviado. El fallo del Supremo sobre el procés y su valoración, nos sitúa en esta postura. Donde las cesiones para conseguir el equilibrio jurídico o político, tanto da, solo servirán para estimular las exigencias del contrario., al ser visto como debilidad por los otros. Debilidades que constata la historia como mal remedio y peor solución. Huyendo del conflicto con deshonor, se acaba en él y en el conflicto, como decía Churchill. Conflictos del desconcierto que vemos centrados entre el “pluralismo”, igualdad de derechos para todos y el “multiculturalismo”, donde se prioriza la diferencia de derechos segmentados, cambiando lo sustantivo por lo adjetivo. La “ensoñación” de las razones del Tribunal Supremo, produce monstruos, al confundir fines con medios. Perplejidad añadida a diferentes campos de la acción pública.

Las muertes del Metoo, se nos ofrecen en marcador público diario con reiterada y machacona proyección en todos los medios. Vienen siendo unas 50 al año, una a la semana. La estadística de causas de muerte externa en España, el 3,7% del total, nos arrojan unas 15.800 al año. La mayor el “suicidio”, 3.700, algo más de 70 semanales, 70 veces más que el “Metoo”, seguidos de ahogados, caídas accidentales, tráfico, sobredosis y homicidios, como principales. La politización del Metoo, no parece defender sólo este trágico fenómeno, sino el blanqueamiento del intervencionismo estatal. Ensanchamiento competencial que se reproduce en la gestión del clima, orientado a penalizar la acción humana, cuando es causa sólo parcial. Mientras no se abordan en positivo sus correcciones, con más ciencia que política. Alimentan la corrección política, sin abordar sus soluciones.

Nos lleva el revisionismo de la Memoria Histórica a análoga desorientación, cuando la leemos ajena a la Ley de Amnistía del 77, Constitución del 78 y a la historia. Pretendiendo reescribir una nueva inexistente, que muchos habíamos dejado superada en la transición. Y se convierte, aún agotado el argumento, en mecanismo para asegurar la segmentación del voto y el pacto imposible. En paralelo claman concordia y diálogo, luego de haberlos abandonado.

La negación de los partidos a remediar la “corrupción”, ha trasladado al marco legislativo sus cargas. Que vemos en la Ley de Contratos del Estado y en las Leyes de Suelo Autonómicas. Donde la sobrecarga de “participación, transparencia y medio ambiente”, bloquean el sistema y su seguridad jurídica. Juegan estos mecanismos a la demolición de la Bolkestein, manteniendo los mercados autonómicos cautivos y todos ellos sometidos a la política, sin gobierno ni economía.

Me asombró la inauguración del Año Judicial en Tenerife, donde el Presidente de la Audiencia, apostaba por el “derecho a la felicidad” como guía. Fuera de los juzgados la felicidad es una circunstancia que no un estado, como reflejan las dramáticas cifras del suicidio que vimos. Ampliaba el desconcierto apostando por el Metoo y el derecho universal de acogida. Puede ser que la felicidad ciudadana esté más cerca de conseguir que funcione una justicia, centrada en resolver sus fines propios, su sede y su sistema informático, antes que hacer la revolución planetaria. Venimos sufriendo el desconcierto de una sociedad inmadura, incapaz de evolucionar hacia una democracia participativa, que no vea cautiva a su sociedad civil. Para añadir más “desconcierto”, aparecen los Conciertos Vasco y Navarro bajo el mismo síndrome, donde lo sustantivo se pliega a lo particular.

TE PUEDE INTERESAR