La llamada recuperación económica no se había llegado a notar en amplios sectores de la sociedad canaria -con el 36% de canarios en riesgo de pobreza y exclusión social, según el último informe de la Red Europea de Lucha contra la Pobreza y la Exclusión Social en Canarias-, ya asoman algunos nubarrones económicos que generan incertidumbre. Ahí está la caída de turistas, agravada por la quiebra de Thomas Cook, los vientos de la desaceleración que llegan de Europa, la inciertas consecuencias de un brexit que no acaba de definirse, el impacto del proteccionismo arancelario de Donald Trump o el acuerdo entre Mercosur y la UE, que podría tener sus derivadas en el sector platanero canario. Mientras, el recién llegado Gobierno de la izquierda canaria prepara su primer presupuesto, con la promesa de iniciar el cambio de modelo económico en las Islas.
Hace unos días, la ministra de Turismo, Reyes Maroto, de visita por las Islas, afirmaba que Canarias debía dejar de ser tan dependiente de los turoperadores, pues consideraba que “ya se vislumbran” nuevas crisis en el sector. Y es que, casi un 58% de los 13,5 millones de turistas que llegaron a las Islas el año pasado lo hicieron con un paquete turístico que habían comprado en un país extranjero. Un problema estructural que va mucho más allá de las ayudas aprobadas por el Gobierno central y el Gobierno regional para apoyar al sector hotelero y de haber conseguido recuperar un 74% de los asientos que se perdieron con la quiebra de Thomas Cook, según datos ofrecidos por la ministra Maroto.
Ya hay quien vuelve a hablar de la necesidad de una compañía aérea canaria bien conectada con las distintas capitales europeas para mejorar la conectividad de las Islas y no estar sometido a los vaivenes de compañías extranjeras como Norwegian o Ryanair; esta última, a punto de cerrar sus bases en Tenerife, Gran Canaria y Lanzarote, con 217 despedido en total.
Entre enero y agosto, Canarias ha recibido 8,6 millones de turistas extranjeros, un 3,7% menos con respecto al mismo periodo de 2018. Más de la mitad de los que han dejado de venir, unos 190.000, son alemanes. A los problemas de conectividad, se suman también un enfriamiento de la economía alemana, del 0,1% en el segundo trimestre del año. Y no es descartable un impacto cada vez más creciente de la llamada “vergüenza a volar”, un creciente rechazo al uso de aviones que se instala con fuerza en los países europeos con más tradición ecologista.
En el horizonte está también el brexit que, de producirse, afectará al sector tomatero del archipiélago, con un peso muy pequeño en la economía pero gran importancia histórica. El año pasado se exportaron desde las Islas 51.362,5 toneladas de tomate. Un 40,9% se destinaron al Reino Unido. Incluso si el brexit se produce con acuerdo, el tomate que se exporte a Reino Unido dejará de tener las ayudas a la producción y comercialización para productos que se distribuyen dentro del mercado europeo.
Otro sector agrícola que podría verse afectado es el platanero, que da trabajo a 15.000 personas entre empleos directos e indirectos. Aún queda por definir qué impacto tendrá en el futuro el acuerdo entre la UE y Mercosur que despertado los temores de los productores plataneros canarios. Del mismo modo, habrá que ver cómo afectan los aranceles impuestos por la Administración Trump a los productos españoles, entre ellos el vino. EEUU se había convertido en un mercado incipiente para algunos productores canarios.
En medio de este panorama, el Gobierno de la izquierda pretende iniciar un “cambio de paradigma”, como afirmaba ayer a Canarias Ahora el viceconsejero de Presidencia Antonio Olivera, que defendía invertir en “lo ambiental y lo social porque eso va a tirar de la economía”.
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