tribuna

El jueves en que Junqueras ganó el Gordo

Si hubiera que buscar el lado positivo de la actual incertidumbre que planea sobre nuestras cabezas, si hubiera que elegir entre la suerte y la salud, dicho en este día que profesa adoración a la primera de ambas tesituras, si hubiera que pensar en voz alta en un balance ante la frontera de un final de año que nos fiscaliza, si hubiera que descifrarnos nunca mejor dicho, cabría resaltar las primeras cuentas del Pacto de Progreso por estas latitudes, la sana estabilidad política canaria, que tras cuatro años de funambulismo y de fulanismo con Clavijo ha encontrado su mesa de cuatro patas. Y el cuatripartito acaba de aprobar sus primeros presupuestos para hacer frente a una situación de emergencia social que negaban los anteriores gobernantes pusilánimes, y que el mismo jueves del parto de la ley en el Parlamento nos lo recordaba el Imserso con su estallido de estadística más flagrante mostrándonos la cara del revés de Canarias, líder de la espera de la dependencia.
Esta bocanada de normalidad y aseo político, aun sin la investidura de Sánchez ni los PGE de un Gobierno en España, merece la portada que DIARIO DE AVISOS le brindó el viernes casi en solitario en la escala de valores de la prensa local, si exceptuamos a Canarias7, que le dio al acuerdo un lugar preferente, dada la naturaleza del hito en el desierto presupuestario español. ¿Qué nos está pasando en la piel de toro, que diría Estrabón? La foto de Torres y Román Rodríguez festejando con el dedo pulgar su regalo de ley de Reyes a los canarios por Navidad contrasta con que ese jueves (“este jueves ha salido de sus sombras”, escribió Manuel Alcántara) era un día de móviles apagados y evasivas en los negociadores de la investidura de Sánchez tras el aldabonazo de la sentencia europea de Luxemburgo favorable a la inmunidad del preso del procés.
La sensación de que la cascarrabias Europa, vencida y fracasada en el exorcismo del maligno brexit tras la victoria por goleada de Boris Johnson una semana antes, aplaudía el referéndum secesionista catalán del 1-O de 2017, abriendo la cárcel de Lledoners a Junqueras y las puertas de la Eurocámara a Puigdemont arraigó de inmediato en la piel de toro. Frustró los cauces de diálogo; colmó de satisfacción a los líderes soberanistas cautivos o exiliados; envalentonó a ERC que mandó parar las negociaciones; eclipsó a los jueces españoles; paralizó la conversación nacional para acabar hablando del mismo tema en todas las esquinas; secó definitivamente la saliva del rey ante el discurso de Nochebuena; noqueó al PSOE y Podemos en tanto pareja de baile cuando, al instante, la orquesta se detuvo, y dejó plantada a la investidura como Adriana Lastra a Teruel Existe en la víspera, evacuada en un taxi urgentemente a la Moncloa. Tomado el pulso a la sentencia, los jueces europeos tiraban por tierra la investidura de Sánchez antes de las campanadas y las doce uvas. Después habló el patriarca de ERC, que cumplió en noviembre dos años entre rejas y ha de cumplir 13, y pidió a sus huestes calma y negociación. El sábado, al abrigo del 28 Congreso Nacional del partido destinado en las encuestas a ganar las elecciones catalanas, los jinetes de ERC apuraron sus cabalgaduras para ir al encuentro ecuestre de Simancas y Lastra y poner a punto el acuerdo de investidura para los días de Navidad. La decisión parece bendecida por el gran jefe en la jaula pero ya libre moralmente desde el jueves en que Canarias aprobaba sus Presupuestos, sin que una cosa y la otra tuvieran nada que ver, salvo que el leve aleteo de la mariposa insular inspire al juez Marchena, canario, que preside la Sala del Supremo, a pedir al Parlamento Europeo que suspenda la inmunidad del eurodiputado Junqueras. De tal modo que los canarios no andamos tan lejos del desenlace del circunloquio catalán, ni antes bajo la toga que presidió el juicio al procés, ni ahora en que se ha vuelto a liar la cosa. Y por estirar el efecto mariposa, digamos que el mismo jueves estaba en Tenerife el vicepresidenciable Pablo Iglesias (Podemos) en el entierro de un tío vecino de la isla que acababa de fallecer.
No es baladí la estabilidad de Canarias en contraste con el pandemónium nacional y europeo a causa de Cataluña y el brexit (que el Parlamento británico deshojó el sábado definitivamente y fijó fecha: 31 de enero). España a veces se ufana, presume de centro frente al histriónico Salvini y le sale Vox debajo de las piedras. Repudia de Boris Johnson y ya tiene en la sopa la plataforma viral del Spexit que alientan los acólitos de Hermann Tertsch, europarlamentario de Abascal, con que aviva el fuego euroescéptico para sacarnos de la UE bajo el más espantoso ridículo. Al paso que vamos, con las astracanadas del PP y Cs jugando a deslegitimar a Sánchez como candidato a la presidencia tras ganar las elecciones que ellos perdieron, es posible que lo siguiente sean urnas de nuevo, con más Vox y menos PP y acaso ya para entonces con cenizas naranjas. Quien del mal de Rivera no se cura…
Y es esta bacanal de debilidades la que ha despertado al monstruo en Rabat. Le ha puesto en pie, le ha dado unas palmaditas en el rostro, le ha calzado las babuchas, el fez y enfundado la chilaba, y le ha echado a andar. Las leyes sibilinas de Mohamed VI, que expanden sus dominios marítimos unilaterales hasta las inmediaciones de El Hierro, se apoderan de las aguas adyacentes al Sáhara Occidental y optan al telurio de los montes submarinos al sur de Canarias. Todo en víspera de Reyes. Este es el mejor termómetro de que la política española está en crisis. Cuando Hassan II lanzó la tramposa marcha verde sobre el Sáhara en el tímido año 1975 Franco estaba en el lecho de muerte, y el marroquí vio los cielos abiertos. Ahora se le abrieron al hijo los mares de par en par. No aprendemos. La lapidaria sentencia de Bismarck, acaso apócrifa (“España es el país más fuerte del mundo: lleva siglos intentando destruirse a sí mismo y no lo ha conseguido”), no nos consuela. España se deshace en elogios de sus pecados capitales, cada vez más cavernícola e intransigente. Y, si se descuida, lo que venga sea un gobierno de ultraderecha, que está pisando los talones y otros ones a todos por igual.

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