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Atender al público detrás de un plástico para ‘burlar’ al Covid-19

Los pequeños comercios de Santa Cruz con permiso para abrir durante el estado de alarma se las ingenian para protegerse de posibles contagios y seguir atendiendo a sus clientes
El propietario del estanco Price ha improvisado un mostrador para atender a sus clientes y frenar el covid-19. / DA
El propietario del estanco Price ha improvisado un mostrador para atender a sus clientes y frenar el covid-19. / DA
El propietario del estanco Price ha improvisado un mostrador para atender a sus clientes y frenar el covid-19. / DA

José César Guillén lleva más de 30 años dedicado a la venta al por menor. Jose el del Estanco Price, como lo conoce todo el mundo en el capitalino barrio de Salamanca, es de los comerciantes a los que les está permitido abrir durante el estado de alarma en el que se encuentra el país. En todo el tiempo que lleva de cara al público nunca ha tenido que enfrentar una situación como esta, pero también es consciente de que ofrece un servicio que, en muchos casos, se está mostrando como de primera necesidad.

Jose no ha escatimado en las medidas de protección necesarias para que él y su mujer puedan atender al público y mantenerse a salvo de posibles infecciones. Lo ha hecho con lo que tiene a mano. “Con unas cajas de tabaco vacías he montado un mostrador cerca de la puerta y he puesto un plástico delante para atender a la gente”, explica a DIARIO DE AVISOS.

Cuenta que ha dejado un palmo entre el plástico y el mostrador improvisado para que la gente pueda pagar y recoger los productos, un pago que puede ser por tarjeta pero también en efectivo. Lo que más vende es tabaco, tanto en cajetillas como en picadura. “La gente se acerca a comprar tabaco y si antes se llevaban un cartón, ahora se llevan dos”, cuenta. Jose lo achaca a la ansiedad que supone estar encerrado en casa todo el día y para los fumadores el tabaco es una forma de evadirse de tanta ansiedad. Pero también vende otro tipo de productos. “Me he encontrado con gente que, por ejemplo, está haciendo teletrabajo y que se le olvidó el cargador del portátil en la oficina. Pues han venido a por uno”, cuenta. “Otros -continúa- han venido a comprar cartuchos de tinta para la impresora, folios y un señor que colecciona sellos también ha venido a buscar tinta”.

Jose ha reducido el horario de atención. “Por la tarde prácticamente no viene nadie, así que atendemos de nueve de la mañana a dos de la tarde”. Después, él y su mujer se van a casa a cumplir con la cuarentena como el resto de ciudadanos. Admite que le preocupa el futuro más inmediato y que no sabe si finalmente tendrá que cerrar porque la gente deje de venir. “Esto va a tener unas consecuencias muy duras para todos, para los que se queden sin ingresos y para los que al final no podamos mantenernos abiertos. El pequeño comercio lo va a sufrir mucho”.

La frutería o la farmacia también han abierto sus puertas en el barrio de Salamanca, y al igual que le ocurre al Estanco Price, los clientes van a cuenta gotas. El Centro San Miguel de Atención a las Drogodependencia sí que ha cerrado sus puertas al público. Así lo recoge en un cartel en la puerta del centro. Tal y como recogía ayer la Cadena Ser, el centro ha ampliado las dosis a los usuarios para que no tengan que acudir al centro.

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