vivir en estado de alarma

Cómo sobrellevar el aislamiento y la cuarentena

Consejos prácticos para afrontar con fortaleza mental la prórroga del confinamiento
SOLEDAD AISLAMIENTO

SOLEDAD AISLAMIENTO

Distanciamiento social, cuarentena, aislamiento, confinamiento, estado de alarma o pandemia eran palabras poco habituales hasta que el Covid-19 apareció en nuestras vidas. Y todas ellas conllevan un tipo de restricciones a las que estamos muy poco, o nada habituados, que repercuten no sólo en nuestros hábitos y costumbres, sino también en nuestra salud psicológica.

Quizás nos parezca surrealista, o nos suene a película de ciencia ficción, pero para la ciencia esta extraordinaria situación representa el mayor experimento social jamás llevado a cabo. El hecho de que millones de personas a nivel global se encuentren aisladas en sus hogares en un mundo más conectado que nunca es una circunstancia sin precedentes, que hace que nos enfrentemos a la pérdida de nuestras rutinas y actividades cotidianas. Todo ello acompañado de la confusión, el miedo al contagio, la incertidumbre, inestabilidad económica e información imprecisa que circula por la red, hacen que nuestro estado emocional se vea inevitablemente alterado.

Existe una gran diferencia entre el retiro voluntario y la soledad impuesta. Aunque aparentemente implican las mismas conductas, nuestro cerebro reacciona de manera muy diferente. Existen numerosos estudios que han evaluado las consecuencias psicológicas en este tipo de situaciones. El Departamento de Medicina Psicológica del King’s College de Londres acaba de publicar una compilación de 24 estudios sobre el impacto psicológico de las cuarentenas, que revisa los principales efectos del aislamiento en nuestro bienestar emocional. Entre ellos cabe destacar los cambios repentinos de humor, angustia, miedo, frustración, falta de atención, preocupación, tristeza, insomnio, irritabilidad, estrés o ansiedad. Y en las personas que continúan trabajando durante este tipo de situaciones se ha detectado agotamiento, desapego de los demás, poca concentración e indecisión, ansiedad, deterioro del desempeño laboral, reticencia al trabajo o consideración de renuncia.

Un estudio realizado a 1.057 personas que fueron puestas en cuarentena debido a un posible contagio con el SARS, enfermedad respiratoria viral que fue identificada como amenaza global en marzo de 2003, señaló que el 54% de ellos evitaba a las personas que tosían o estornudaban, el 26% lo hacía con los lugares cerrados y el 21% evitaba todos los espacios públicos, en las semanas posteriores al período de cuarentena. Además, comprobaron que varios participantes también describieron cambios de comportamiento a largo plazo después del aislamiento, como el lavado de manos constante y el rechazo a permanecer en lugares concurridos. Para algunos, incluso, el regreso a la normalidad se retrasó varios meses. La gran pregunta es, ¿a qué nos enfrentamos ahora?

Los seres humanos tenemos la necesidad de permanecer física y emocionalmente conectados a los demás, y mucho más en tiempos difíciles. El hecho de apoyarnos, cuidarnos, abrazarnos y consolarnos mutuamente para sobrellevar las adversidades nos reconforta y alivia el malestar. Algo que en este momento no podemos hacer con libertad ante la imposición de permanecer confinados en nuestros hogares por un período de tiempo incierto.

La angustia psicológica es difícil de gestionar si no tenemos los recursos adecuados, y no hablamos sólo de tener el armario lleno de papel higiénico o la nevera repleta de suministros alimenticios. Los recursos materiales son imprescindibles para nuestra supervivencia, y asegurarlos es nuestra primera reacción instintiva ante un estado de alarma. Pero el contacto social y afectivo, junto a la limitación de movimiento, es lo que nos resultará más complicado en estos momentos de inquietud e incertidumbre.

Es momento de aprender a desarrollar nuevas estrategias que nos ayuden a contrarrestar estos posibles efectos negativos y animarnos a sobrellevar el popular #QuédateEnCasa. Para lograrlo te proponemos una serie de consejos y medidas que facilitarán esta adaptación de forma más positiva:

1. Mantén el contacto social

El aislamiento físico nos puede hacer sentir ansiosos, preocupados o deprimidos, por lo que resultará especialmente favorable mantener contacto con nuestros familiares o amigos, no sólo para apoyarnos en ellos, sino también para compartir experiencias y sentimientos que nos ayuden a lidiar con el día a día, aunque sólo pueda ser de manera ‘telemática’. Afortunadamente, disponemos de multitud de canales de comunicación para establecer esa conexión: mensajes, chats, emails, videollamadas, redes sociales, etc. Así que no es de extrañar que en los próximos días percibamos un aumento significativo en el número de posts, tuits, fotos o historias relativas a la expresión de sentimientos, ideas u opiniones. Es natural que necesitemos establecer ese vínculo con los demás. Piensa que hay personas que están pasando por este episodio en total soledad, o en condiciones poco afortunadas, y que sólo tienen esa vía para sentir algún tipo de apoyo social.

2. Organiza tu día

El encierro nos obliga a cambiar por completo nuestra actividad habitual, y eso nos hará sentir raros, confusos o un poco perdidos. Pero a medida que pasen los días será más que recomendable estructurar nuevas rutinas para ‘normalizar’ la situación y hacer más llevadera la convivencia, como fijar horarios para las comidas, planificar actividades, establecer pequeños objetivos, etc. También es un momento perfecto para incluir en esa planificación las actividades para las que nunca tenemos tiempo: ordenar armarios, organizar papeles, escribir, planear un proyecto, reorganizar la casa, escuchar música, dormir, meditar, cocinar, e incluso aprender o perfeccionar alguna habilidad mediante vídeo tutoriales o cursos online. Es importante incorporar tareas que nos mantengan ocupados y motivados, ya que esto nos proporciona la sensación de orden, normalidad y serenidad, tanto a nivel mental como emocional.

3. Actividad física y mental

Permanecer en casa no significa dejar a un lado nuestro cuidado físico, de hecho, es aconsejable aprovechar este momento para reforzar nuestro sistema inmunológico llevando una dieta saludable y realizando algún tipo de ejercicio, bien sea unos estiramientos o una tabla de actividades, para lo que puedes echar mano de internet o aplicaciones, que ofrecen una amplia variedad de vídeo clases y entrenamientos para seguir fácilmente desde casa. Sin olvidar, también, mantener una actividad mental saludable, evitando la sobrecarga informativa y la saturación de noticias negativas que nos mantienen en una especie de bucle durante horas, pendientes de la televisión o el móvil. Estar informados es necesario, pero también lo es desconectar para escuchar nuestras canciones favoritas, engancharnos a una buena película o serie, pintar, hacer manualidades, jugar, practicar mindfulness, ver algún monólogo o cualquier otra actividad que nos proporcione bienestar. Mantener el estado de ánimo positivo y el sentido del humor es fundamental. Con ello liberamos endorfinas y reducimos tensiones, y está comprobado científicamente que también mejora nuestra respuesta inmune a las enfermedades.

Lo más importante en una situación como la que estamos viviendo es ser conscientes de que estamos cuidando de nuestra preciada salud, que es algo temporal y que es una experiencia de la cual extraeremos un aprendizaje que, como mínimo, transformará una pequeña parte de nuestra forma de percibir la realidad o nos aportará una nueva visión. De alguna manera, hoy todos somos astronautas recluidos en nuestra nave espacial, o solitarios marineros en una intrépida travesía. Transitemos este viaje juntos, fuertes y valientes. Después de la tormenta siempre llega la calma.

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