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Cuando la resistencia es urgente y ya no le preguntas al compañero dónde nació sino solo le das las gracias

Mientras el número de afectados por coronavirus sigue creciendo, el Ministerio de Sanidad sigue contratando a todo el personal sanitario que puede y acelera la homologación de títulos universitarios extracomunitarios
Cuando la resistencia es urgente y ya no le preguntas al compañero dónde nació sino solo le das las gracias. DA
Cuando la resistencia es urgente y ya no le preguntas al compañero dónde nació sino solo le das las gracias. DA
Cuando la resistencia es urgente y ya no le preguntas al compañero dónde nació sino solo le das las gracias. DA

En el año 2000, una joven escritora británica de poco más de veinte años y origen afrocaribeño llamada Zadie Smith acaparó el panorama literario inglés con su primera novela, ‘Dientes Blancos’. Aunque algunos hablaban de operación de marketing multicultural con rostro amable en pleno auge del Nuevo Laborismo de Tony Blair, el libro era un profundo, divertido y ácido retrato de la Gran Bretaña multicultural que se formó en las décadas posteriores a la Segunda Guerra Mundial, con los miles de migrantes que llegaron de las antiguas colonias británicas. Un camino literario que ya habían explorado escritores como Salman Rushdie o Hanif Kureishi.

‘Dientes blancos’ empieza en la II Guerra Mundial, con uno de sus personajes, Samad Iqbal, nacido en la India colonial, luchando en el Ejército británico. Décadas después, Iqbal, un anglófilo cultivado orgulloso de su lucha contra los nazis, regresa a Inglaterra en busca de oportunidades y se da cuenta de que el país solo le tiene reservados los peores trabajos, mientras algunos lo reciben con un discurso hostil y racista. Su vieja admiración por los británicos se desvanece poco a poco.

Esta semana se anunciaba que más de 200 médicos no comunitarios se incorporarán temporalmente al servicio sanitario español por la vía rápida, sin que sus títulos tengan que seguir el lento proceso de homologación que muchos extranjeros experimentan. Tienen el visto bueno de un Comité de Evaluación de Sanidad, pero su solicitud no se ha empantanado en trámites burocráticos que pueden llevar hasta 16-18 meses, según un artículo publicado en El PAÍS hace unos meses. Como una médica cubana que, me contaban hace poco unos compatriotas, desfloraba plataneras mientras esperaba que le permitieran ejercer.

Una urgencia reclama decisiones rápidas, y esta lo es. Pero cuando se acabe la batalla, que lo hará, estará bien recordar que, en la primera línea, había gente de todos sitios. “En esta época de la disculpas y representaciones que llegan con retraso, ¿se está dejando fuera de las narrativas heroicas a los que no eran blancos -a los combatientes indios, africanos y de otras colonias-?”, se preguntaba en referencia a la Segunda Guerra Mundial el crítico británico Paul Gilroy, en su libro ‘Between Camps’.

Pues sí, afotunadamente hay gente que nació fuera de España y se suma a nuestro sistema sanitario. O al ejército, limpiando calles y residencias de mayores. O a las casas, cuidando a ancianos confinados con terror al coronavirus. No sé si habrá alguien de Mali o Marlaska ya los habrá enviado a todos a Mauritania. En todo caso, estará bien en el futuro recordar el heroísmo de estos días para responder al racismo de quienes difunden su odio a los migrantes para conseguir votos, también entre algunos sectores populares que asumen el discurso xenófobo en medio de su propia pobreza. Estará bien no hacer insoportablemente farragosos los trámites en Extranjería, donde el número de citas que se dan es ridículo, donde le amargan la vida a quienes llevan incluso años viviendo aquí pero siguen teniendo que renovar su residencia. Qué cosas, estábamos hace nada insoportablemente preocupados por los cayucos que llegaban y miren ahora nuestras prioridades.

Hace unos años, cuando estudiaba en Madrid, conocí a Bárbara, una señora polaca que había huido del régimen comunista de su país en los ochenta, donde trabajaba de ingeniera química. Entre la desgana y los problemas burocráticos, nunca convalidó sus títulos y acabó limpiando casas para vivir. Era una mujer estupenda, alegre, todoterreno, muy lista. Quizá hoy, con la industria farmacéutica y los laboratorios embalados para encontrar un remedio al coronavirus, la habrían homologado en nada.

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