cultura

Un genio de la palabra… con un enorme apetito

Caco Senante repasa su experiencia con Ernesto Cardenal, “un poeta brutal y un personaje singular” con el que en 2009 compartió “una gira inolvidable” por Canarias y la Península

Juan Carlos Caco Senante (Tenerife, 1949) se emociona al evocar la figura de Ernesto Cardenal, poeta nicaragüense fallecido el pasado domingo a los 95 años, con el que en octubre de 2009 compartió una gira con el proyecto Cardenal sube al cielo… de Canarias, que le llevó a La Palma, Gran Canaria y Tenerife, antes de que el espectáculo se trasladara a la Península. “Era un personaje singular y un genio de la palabra”, recuerda, “que también tenía su genio. Pero en realidad era un tipo entrañable y cariñoso que quería que le llamaran poeta. Ni Ernesto, ni señor Cardenal; él prefería poeta”.

Aquel 2009 era el Año Internacional de la Astronomía y Senante aprovechó su admiración por Cardenal y el conocimiento de dos obras del poeta nicaragüense inspiradas en la astronomía –Canto cósmico y El telescopio de la noche oscura– para atar cabos y proponer un espectáculo en el que el propio Cardenal recitaba algunos de sus poemas, mientras un grupo de artistas canarios musicalizaba algunas de las obras del escritor, sacedote, escultor y político nicaragüense, que entre 1979 y 1987 había sido ministro de Cultura de su país, en los primeros gobiernos sandinistas.

La idea se fraguó tras un primer encuentro peculiar entre Senante y el poeta en la Ciudad de México. “Había cantado allí y estaba con Hernaldo Zúñiga [un cantauutor nicaragüense], que me dice que esa noche organizaba una cena con Cardenal, uno de mis ídolos literarios, así que nos fuimos a su casa y tuve la suerte de que, al acabar, en el reparto de coches para regresar al hotel, trayectos que en esa ciudad duran más de una hora, me tocó ir con él. Vi el cielo abierto y la opción de hablar una hora con ese genio… pero se subió al coche y se quedó frito, dormido en mi hombro”.

Eso sí, Senante pudo hablar con su secretaria en el trayecto y plantearle la opción de que el poeta interviniera en Cardenal sube al cielo… de Canarias, proyecto que Caco tenía en su cabeza –y luego se haría realidad dentro del programa Septenio, liderado por el Gobierno de Canarias– y en el que también actuaría su hermano, el poeta Fernando Senante, junto a los músicos Rubén Díaz, Leiko Krahe y Claudio Briones, encargados de interpretar poemas musicalizados de Cardenal. En todo caso, esa noche, en la cena, Senante ya pudo comprobar una peculiaridad del genio nicaragüense: su voraz apetito.

Y lo refrendó en Madrid, al recogerlo procedente de Managua antes de trasladarse a Canarias y dar inicio a la gira de Cardenal sube al cielo… de Canarias. “Llegó como a las dos de la tarde y yo suponía que con jet lag, así que le digo, ‘poeta, a descansar al hotel, ¿no?’. Y va y me dice que ‘si son las dos, habrá que almorzar primero’ (risas). No pasaba una comida. Y ya en Canarias, íbamos a comer todo el equipo, diez o doce, a veces a algún guachinche, cosas típicas, picantes, abundantes… y él, con 84 años, lo quería probar todo. Era una persona extraordinaria, con un apetito y una vitalidad increíbles”.

genio… con carácter

Caco Senante tampoco tardaría mucho en descubrir otra característica de Cardenal: era una persona directa. “Lo primero que me dice es que la música no le interesa. Y yo, apurado, le digo, ‘poeta, si quiere, suspendemos la gira’, pero me contesta que no. ‘Tú vas a lo tuyo y yo a lo mío’, me comenta, aunque al final, al escuchar cómo cantábamos sus poemas, decía ‘oye, esto ya me va gustando’. Era un genio de la palabra, pero también una persona cariñosa y que se hacía querer”, agrega el cantante tinerfeño, quien confiesa que se llevó “una gran alegría” cuando el papa Francisco le perdonó en fe-brero 2019.

Pilar de la Teología de la Liberación, Cardenal fue castigado por Juan Pablo en 1985 por su pertenencia sandinista, pero el papa Francisco lo “absolvió de toda censura canónica”. “Había dedicado su vida a Cristo y él decía que creía en Cristo, pero no el Vaticano. Y el hecho de que le permitieran decir misa le permitió morir como lo que era: un poeta, un revolucionario y un sacerdote. Esas fueron las tres razones que movieron su vida”, explica Senante, quien no cree que su agitada vida política reste valor a su poesía, “porque era un genio y tiene poemas brutales; de amor en su primera época, con más carga política luego, pero poemas que dejan sin palabras”.

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