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Arte que aflora del encierro

Alba Rodríguez hace esculturas con tornillos desde que tuvo que cancelar sus planes de terminar Dietética

Hasta hace 44 días, Alba Rodríguez Abreu tenía su vida perfectamente organizada hasta que el estado de alarma decretado por la Covid-19 truncó todos sus planes. El principal era viajar a Croacia con una beca Erasmus para poder terminar en un laboratorio de allí sus estudios de Dietética.
Se iba con otras tres compañeras con las que estudió el Ciclo formativo de grado superior en Dietética en el centro de formación profesional de Los Gladiolos, en Santa Cruz. Iban a compartir piso, trabajar en el mismo laboratorio y después de los tres meses estipulados, habían planeado recorrer los países anexos: Austria, Eslovenia, Hungría e Italia.
“El día que me iba fue justo cuando decretaron el estado de alarma”, apunta. Tenía todo listo, hasta las maletas. Dos días antes avisaron en el instituto que se suspendía el viaje”, recuerda. Ella ya había terminado sus clases así que le dieron la noticia por teléfono. “Me eché a llorar sin parar por la ilusión que tenía”, apunta la joven de 23 años, vecina de La Guancha y exjugadora de baloncesto.
Pero lejos de lamentarse o quedarse de brazos cruzados y pensando qué hacer, encontró rápidamente algo a lo que dedicarse, pese a que nunca pensó que le iba a deparar tantas satisfacciones y además, un pequeño rédito económico.
Todo comenzó por casualidad, con motivo del Día del Padre. Al no tener nada que regalarle a su progenitor e impedida de salir a comprar, Alba acordó con Nerea, su hermana pequeña, construirle una pequeña escultura con tornillos de un pescador, dado que la pesca es el hobby de su padre. “Se escapa todos los viernes, aunque ahora está desesperado porque no puede salir”, cuenta.
Cuando su padre vio su regalo se quedó muy sorprendido. “Le encantó porque él también es un apasionado de las herramientas y, además, porque creo que no se lo esperaba. Incluso, le gustó mucho más que si le hubiésemos dado una camisa o un pantalón, que es lo típico”, asegura.
A los pocos días le surgió otro cumpleaños, el mismo problema y Alba tomó la misma decisión. Fue entonces cuando la voz se fue corriendo en el pueblo y desde ese momento, no para de hacer pequeñas construcciones que ya no son solo de tornillos sino también de clavos, tuercas de diferente tamaño y todo lo que encuentre en el cuarto de herramientas de su padre. “A este paso se va a quedar sin nada, bromea”.
Pequeñas piezas que une con gran delicadeza, ya sea soldándolas o con silicona u otro pegamento, dependiendo del diseño y del tamaño de la figura que en ese momento tenga en la cabeza, ya que huye de los bocetos. “Miro lo que tengo, pienso qué me puede servir y para qué cosa y me pongo manos a la obra”. Así describe su proceso creativo.
A partir de ahí, lo que vaya saliendo. Hasta ahora, ha confeccionado cazadores, futbolistas, jugadores de baloncesto, un músico con una batería “que le ha costado muchísimo trabajo” y varios pescadores. En un día es capaz de terminar una. “Normalmente, yo soy muy cabezona así que siempre que empiezo algo quiero acabarlo y me dedico a tiempo completo”, apunta.
Aunque desde pequeña le gustaron las manualidades y siempre tuvo habilidades para usar cualquier tipo de herramienta, lo cierto es que hasta el momento no había intentado construir este tipo de esculturas ni nada que se le parezca.
No le ha puesto nombre a lo que hace porque no sabe exactamente cómo llamarlo. “Ha sido una casualidad que ha nacido totalmente de la cuarentena”, sostiene. En otras palabras, arte que aflora del encierro.
Alba confiesa que sus amigos “están flipando” con su nuevo hobby y le trasladan que “no entienden cómo hace esos muñecos”. Han sido varios los que les han hecho encargos para regalar por lo originales que son.

Sus diseños en Instagram

Su éxito ha sido tal que sube sus figuras a sus dos cuentas de Instagram, la personal (@albarguez10) y una específica que tiene sobre dibujo (@artnf1012), otra de sus pasiones, y quienes las ven le van pidiendo cosas. Pero no descarta crear una página web y dedicarse de forma más profesional ya que empezó por casualidad y “cada vez le está gustando más”.
Por suerte todavía tiene material y no ha tenido que salir a comprar, aunque eso no sería un impedimento porque las ferreterías se encuentran entre los establecimientos autorizados para abrir durante el estado de alarma. Eso sí, de seguir con este ritmo de producción, a su padre “lo va a dejar sin herramientas”.
Y es que tampoco puede avanzar en sus estudios, que están en stand by, “totalmente parados y pendiente de que le digan algo”. No obstante, espera que cuando termine el estado de alarma pueda hacer las prácticas en Tenerife y el próximo año tener la posibilidad de viajar a Croacia y hacerlas por partida doble, dado que la tutora de Erasmus le consiguió una prórroga hasta marzo del año.
“Pero todavía está todo muy en el aire así que de momento hay que esperar, quedarse en casa y seguir creando”, apunta Alba. Aunque sea encerrada, que en su caso, es como mejor surgen las ideas.

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