
Histórica alcaldesa de Santos, una localidad costera ubicada al sur de Brasil, así como exdiputada estatal y federal, Telma Sandra Augusto de Souza (Santos, 1944) vivió de cerca la creación del Partido de los Trabajadores (PT), que el pasado 10 de febrero cumplió 40 años desde su fundación. Fue testigo de los primeros pasos de una plataforma que logró aglutinar a sectores sociales muy variopintos, y que se hizo con la presidencia del país en 2002, cuando Lula da Silva accedió al cargo. Ahora, mira con preocupación a un gobierno que, según dice, amenaza todo lo que al PT le costó décadas construir”.
– ¿Cómo lleva la cuarentena? ¿Lo hace por iniciativa propia?
“El confinamiento es la forma más efectiva de prevenir la transmisión del coronavirus y sobrecargar el sistema de salud. Esta es la recomendación de la Organización Mundial de la Salud, pero desafortunadamente, Brasil no lo está siguiendo, ya que el presidente insiste en alentar a la población a continuar trabajando para mantener los altos beneficios del sector económico. Estoy en cuarentena voluntaria, porque sé que necesito estar bien de salud para hacer políticas acertadas para la población de Santos”.
– Usted ha presentado varias propuestas en el Ayuntamiento para prevenir la enfermedad…
“Sí, he estado trabajando para conseguir medios de protección. En otras palabras, para garantizar que las personas puedan tener acceso a la atención médica, que la población de la calle tenga refugios, que los estudiantes continúen teniendo derecho a la alimentación, ya que muchos solo comen en las escuelas, y que los sanitarios tengan elementos de seguridad e higiene que necesitan para poder trabajar”.
– ¿Qué puede decir de Bolsonaro? Parece que no se está tomando en serio la pandemia.
“El presidente brasileño es una persona grosera, sin respeto por la población. Debido a su ignorancia patológica, desprecia cualquier orientación de organismos técnicos y científicos, ya que los considera un gasto innecesario; no comprende la importancia real del conocimiento para la humanidad. Esta es una actitud típica de los déspotas, a quienes no les importa la vida del pueblo, sino la subordinación a los Estados Unidos y los intereses económicos de sus aliados. Más de 20 personas directamente relacionadas con el presidente, que lo acompañaron en un viaje a Washington, dieron positivo por el coronavirus. Sin embargo, el presidente expone a la población al riesgo y no hace nada. Parece una estrategia para provocar la muerte de los ancianos; así eliminaría aún más los derechos de seguridad social y, en particular, de la población pobre. Un genocidio”.
– ¿Y de su gobierno? Representa lo contrario al PT.
“El gobierno brasileño acaba día a día con los derechos de los brasileños. La sanidad tiene pocos recusos, los programas educativos se han reducido, algunos incluso eliminado, la ciencia y los expertos están siendo perseguidos, la construcción de viviendas sociales cae exponencialmente, las leyes laborales se extinguieron en beneficio de la clase empresarial, y Brasil volvió a aparecer en los mapas del hambre, el analfabetismo y la intolerancia. El gobierno brasileño de hoy refleja la personalidad de su gobernante: prejuicioso, ignorante, xenófobo e intolerante con los diferentes”.
– De todo eso, ¿qué es lo que más le preocupa?
“Que la estructura de protección social de Brasil está siendo destruida. Existe un plan para desestabilizar las instituciones, anularlas y, a partir de ese momento, transformar a Brasil en un país cada vez más excluyente, con los ricos cada vez más ricos y los pobres aún más empobrecidos. La democracia brasileña está en grave riesgo”.
– ¿Qué recuerdos tiene de la dictadura militar en el país?
“Fue un periodo muy duro de represión de los derechos individuales y políticos. El régimen se impuso con el argumento de que era necesario evitar la entrada de un supuesto gobierno comunista en el país, pero lo que buscaba en realidad era interrumpir un proceso de justicia social promovido por un gobierno elegido democráticamente. La dictadura terminó 21 años después, dejando un rastro de mucha corrupción incluso en Petrobras, y, especialmente, de crecientes desigualdades. En mi caso particular, la dictadura afectó directamente a mi familia ya que mi padre, João Inácio de Souza, era alcalde de Santos, y como era partidario de Jango (apodo de João Goulart) fue acusado de lo que para ellos era una traición. Fueron meses de reclusión en casa con soldados del ejército en nuestra puerta. Seis años después, en 1971, mi padre murió sin poder ver el restablecimiento de los derechos”.
– ¿Cómo se fundó el PT?
“A mediados de la década de los 70 comenzaron a producirse movimientos de algunos exiliados para devolver los derechos políticos revocados. Me uní a esa lucha con esposas de personalidades de la política nacional, como la viuda del diputado federal Rubens Paiva, que fue asesinado y su cuerpo nunca fue devuelto a la familia; a la señora Lila Covas, esposa del ingeniero Mário Covas, que se convirtió en senador y gobernador del estado de São Paulo, entre otras mujeres. En 1979, con el regreso de los artistas y políticos a Brasil conocí a Lula, un hombre que decía lo que mi padre solía decirme a mí. Luego Edmea Ladevig y yo, quien también vivía en Santos y era el líder nacional del Comité Brasileño de Amnistía, comenzamos a seguirlo en sus discursos. Y más tarde, en 1980, se formó el PT, compuesto por colectivos de la Iglesia Católica, sindicalistas, trabajadores, maestros e intelectuales. Fue, sin duda, la mayor unión organizativa de la clase trabajadora, e incluso hoy quedan parte de los mayores logros de clase, aunque lamentablemente se están perdiendo. En resumen, el PT se ha consolidado como la gran plataforma de la lucha por la justicia social y la garantía de los derechos”.
– ¿Recuerda algo que le haya marcado algo de esa fundación?
“La presencia de una mujer por cada 30 hombres en la formación original del partido. Ese fue un signo de la época que vivimos, cuando todavía las mujeres estaban al margen de la política. Hoy en el PT hay paridad”.
– Ciertamente, usted vivió en primera línea todos los avances.
“Después de ser alcaldesa de Santos con el 97% de los votos y presidenta del PT en el estado de São Paulo, a pesar de que mi nombre figuraba como líder en las encuestas de intención de voto, la cúpula nacional del PT optó por una candidatura más pragmática, por José Dirceu, y por tanto yo tenía que liderar la lista de candidatos a diputado federal, lo que me llevó a ser la candidata más votada del partido ese año. Los dos primeros mandatos estuvieron bajo el gobierno del presidente Fernando Henrique Cardoso, marcado por la privatización de la riqueza del país y con muy poco contenido social. Tiempo más tarde Lula fue elegido, en 2002, el año en que gané por tercera vez un escaño federal”.
– ¿Y cómo fue aquello?
“La llegada de Lula a la presidencia representó la llegada de los trabajadores al poder nacional. Se construyeron e implementaron grandes políticas, como la erradicación del hambre y la desigualdad, la generación de empleo, la atracción de inversiones nacionales y extranjeras, la consolidación de la legislación laboral y la reanudación de las inversiones en Sanidad y Educación. Las personas con menos recursos tuvieron al fin acceso a la formación”.
– ¿Quién es Lula da Silva? ¿Qué representa para usted?
“Es el gran líder de la nación brasileña. Es una persona que conoce las necesidades reales del pueblo, por haber sido migrante, por haber pasado hambre y por haber sufrido toturas por parte de la dictadura militar. Él actúa así porque conoce lo que es levantarse temprano, coger un autobús lleno de gente para ir a trabajar y luchar por el pan de cada día. Por haber formado un gobierno de grandes conquistas sociales, Lula sufrió presión de las élites brasileñas; al igual que la presidenta Dilma Rousseff fue perseguido y difamado por los medios aliados con el capitalismo. Lula no pudo presentarse a las elecciones de 2018, cuando lideraba las encuestas, y fue condenado en un proceso judicial encabezado por el juez Sergio Moro, que es ahora ministro de Justicia del Gobierno de Bolsonaro y ha estado masacrando a la clase trabajadora”.
– ¿Qué significó para usted que entrara en la cárcel? ¿Y su salida a finales del año pasado?
“El arresto de Lula significó encarcelar los sueños de los brasileños, que aspiraban a tener libertad y una mejor calidad de vida. Su arresto fue impugnado por varias organizaciones internacionales, que consideraron que había sido sometido a un juicio político. Durante este periodo los brasileños fueron engañados y eligieron a un gobierno fascista que empobrece a diario a la población en beneficio de las élites. La liberación de Lula es la restauración de parte de la desafortunada democracia de Brasil”.
– Con su dilatada trayectoria política como alcaldesa, diputada estatal y otros tantos cargos, ¿cuál sería su legado?
“Bueno, aquí sigo después de casi cuatro décadas de actividad política. Mi primer mandato como concejal fue en 1982, y desde entonces solo he ocupado cargos públicos elegidos directamente por la población. En todos estos años he luchado por garantizar los derechos de las personas y valorar el trabajo, especialmente en el Puerto de Santos. Incluso a día de hoy, más de 20 años después del fin de mi gobierno en Santos, la población reconoce la excelencia del sistema de salud que se implementó, especialmente las policlínicas (red de atención primaria), la salud mental y la lucha contra el VIH”.
– ¿Y el legado del PT?
“Pues aunque el actual gobierno brasileño insista en desmantelar los programas sociales creados por el PT, el pueblo sabe que solo el PT dirigió su mirada a los más pobres, a las mujeres, a las periferias. Aún existen coberturas sociales, de educación, salud y vivienda, pero mucho más débiles. Durante 14 años de gobierno, hasta el golpe político sufrido por la presidenta Dilma, Brasil se había convertido en una patria para todos. Los brasileños recuerdan el pleno empleo, la erradicación del hambre, la creación de la mayor cantidad de escuelas técnicas y universidades, el fortalecimiento del sistema de salud, el suministro de agua y el respeto internacional. Todo perdido por el actual presidente”.
– ¿Qué son las favelas en realidad? ¿Qué ponen de relieve?
“Las desigualdades sociales son más evidentes en ausencia de una política de vivienda efectiva. Como resultado, las personas que no tienen recursos para comprar bienes y tierras comienzan a vivir en áreas de riesgo y poco saludables, sin una red de servicios adecuados, como agua y electricidad. Las favelas son viviendas ilegales, sin titularidad y constituyen un modo de vida. En Santos, además de la concentración de favelas en las colinas, hay zancos, que se construyen sobre manglares, y edificios abandonados en áreas degradadas; todos ellos con altos niveles de violencia. Son el resultado de una sociedad capitalista que excluye, que no promueve una distribución adecuada de la riqueza. Es un problema social que solo se resuelve priorizando la construcción de viviendas asequibles, con derechos de titularidad, combinado con transporte, educación y salud. Es un proceso largo que debe enfrentarse nuevamente”.