sociedad

El canal de la resistencia

Varios amigos y compañeros de mil batallas solidarias se unen para crear un canal donde se evita hablar de política y coronavirus y los pequeños empresarios se anuncian de forma gratuita
Carlos durante una de sus clases de fotografía. Fran Pallero
Carlos durante una de sus clases de fotografía. Fran Pallero
Carlos durante una de sus clases de fotografía. Fran Pallero

Cuando vienen mal dadas, hay gente que podría ayudar y simplemente se tumba en el sofá de casa a refunfuñar con el Twitter abierto, soltando mandobles a diestro y siniestro. También hay quienes se lo saben todo y nacieron catedráticos de cualquier cosa, que hablan como si no dudaran nunca y tienen siempre la solución, bien sea de política económica, epidemiología o geoestrategia en Corea del Norte. Y luego están los que se levantan una buena mañana y buscan cómo ayudar a los demás, aunque suene iluso, y le dan vueltas y más vueltas, hasta que encuentran la forma. Esos son los imprescindibles, que diría el poeta alemán Bertolt Brecht. Y entre ellos está el grupo de amigos y conocidos que formó hace unas semanas el Canal Resistencia TV, una iniciativa de entretenimiento que surgió en pleno confinamiento, cuando salir a dar paseos era toda una utopía y estábamos tan aterrados con la cifra de muertos por coronavirus que la oposición todavía no cuestionaba el estado de alarma.

El canal, al que se accede a través de un enlace que hay en la página de Facebook con ese mismo nombre, Canal Resistencia TV, tiene, como uno de sus objetivos principales, servir de plataforma de publicidad para pequeñas empresas locales que se ven muy afectadas por la crisis económica producida por el coronavirus que, en Canarias, podría hacer que el PIB se desplomara este año cerca de un 30%, según los últimos datos ofrecidos por el vicepresidente y consejero de Hacienda, Román Rodríguez.

Pero en contar esas cuestiones estamos afanados los medios de toda la vida, así que La Resistencia TV ha optado por programas que no hablen del virus, ni de política, ni de fútbol, ni de economía deprimida. En su lugar, uno puede ver los Tiny Toilet Concerts, con gente ofreciendo conciertos desde el baño de casa. Como el cantante José Arbelo, vestido con albornoz blanco y gorro de baño dentro de la ducha mientras toca la guitarra.

En cada programa, cada cual habla de lo que sabe: poesía, narrativa, pesca, fotografía, cocina, entrevistas… Ya tienen 80 colaboradores que les han mandado material. Con el que les llega, les da para sacar una jornada entera de programación nueva cada dos días. Al siguiente, la repiten. Y ya llevan más de 10.000 visitas.

El primer paso lo dio Manuel Castañeda, un histórico de las luchas solidarias de la isla que ha desarrollado varias iniciativas durante el confinamiento de las que también se ha hecho eco DIARIO DE AVISOS. “Nos llamó porque estaba preocupado por la situación del pequeño comercio. Y me dijo que pensáramos en algo. Después de darle vueltas, dijimos: ‘¿Por qué no hacer un canal de televisión concentrando un montón de iniciativas particulares? Si lo hiciera uno solo, no lo vería ni dios, pero si están implicadas decenas de personas, es diferente: todos tenemos amigos que nos puedan seguir’. Y es una manera de luchar contra el virus comportándonos un poco igual: contagiándonos unos a otros”, cuenta uno de los impulsores, que no quiere dar su nombre porque dice que esto algo colectivo, así que optamos por llamarlo Ciudadano.

“Uno de los objetivos es ayudar a centrarnos. Esto no es un final”, afirma Ciudadano. “Hay toda una trayectoria que no se va a acabar. Vamos a no acojonarnos. Las cosas serán diferentes, pero estaremos juntos. Esta es la manera que tenemos ahora de ayudar, desde dentro de casa, y ya lo haremos desde fuera”, explica.

“Otra cosa importante es juntar a la gente. Cómo que no podemos hacer cosas en común. Pues claro que sí, como en la Resistencia de toda la vida, la de la II Guerra Mundial. Hay un invasor y hay gente que se está defendiendo de él: nos comunicamos a través de llamadas, mensajes, creando un entramado de defensa frente a un enemigo común. Y no hablamos sobre el virus porque este es un espacio de desahogo, ya estamos sobreinformados. Necesitamos un fisquito de esperanza. Nosotros no tenemos ni puñetera idea del virus, solo sabemos que nos está jorobando a nosotros y a nuestra gente. En nuestro caso, no podemos hacer mucho contra el virus, pero sí contra el miedo que produce”, cuenta.

“Durante las tres semanas que llevamos emitiendo, yo he notado que la gente que está participando en esto tiene otro ánimo, como si ya no le pesara la casa. Los ves con más ilusión, preguntando si la gente lo está viendo. En definitiva, están haciendo algo útil con los demás cuando les habían dicho que no podía hacerse nada desde casa”, explica Ciudadano, que cree en el poder taumatúrgico que tiene la imaginación. Sobre todo, de cara al futuro. “Inventar cosas es la mejor manera para salir de esto. Que no podemos ir a los bares…, pues ya haremos algo. Nuestra forma de vida será diferente a partir de ahora, pero hay que inventarla”.

Entre los que forman parte de ese amplio grupo de La Resistencia TV está Carlos, que es agente de seguros y estos días alterna la lucha por mantener su trabajo en niveles aceptables y las clases de fotografía, una afición que le viene de antiguo. “Llevo metido unos veinte años, es lo que me quita los dolores de cabeza de los seguros. Tuve un parón cuando se me estropeó la cámara analógica, pero luego volví con la cámara digital”, cuenta.

A menudo, Carlos se da sus escapadas con un par de colegas a distintos sitios de la isla para buscar atardeceres, amaneceres o cielos nocturnos. Otras veces, menos, se dan un salto a otra isla o a la península. Es un hobby, pero tiene su página de Instragram: ycarloshernández. Y también ha hecho las fotos de algunos grupos de música, como Magec.

“Cuando me preguntaron si podía hacer algo para el canal, se me ocurrió lo de hablar de fotografía. Empecé por apartados de veinte minutos y ya me pego media hora”, cuenta. “Como hay niños pequeñas en el vecindario, a veces me levanto temprano para poder grabarlo sin ruido”.
A Soledad, argentina con 18 años de vida en Canarias, el canal le ha permitido hacer ese pequeño programa de libros en el que llevaba pensando un tiempo. “Me llamaron para ver si tenía alguna idea y me dieron rienda suelta cuando se la conté”. De ahí nació ‘Te invito a viajar en libro’. “No es un programa literario, son más bien las vicisitudes que he tenido con los libros, cómo llegaron a mi vida”, cuenta. “Empecé alto, con ‘El Quijote’, porque quería hacer una especie de homenaje a España. Y luego, la selección ha sido según mis gusto: ‘Como agua para chocolate’ de Laura Esquivel, ‘La sombra del viento’ de Carlos Ruiz Zafón, ‘Cien Años de Soledad’, de García Márquez. ‘Orlando’, de Virginia Woolf….

“Me gustaría escribir, soy una eterna futura escritora”, cuenta Soledad. “Yo empecé leyendo literatura latinoamericana. Soy muy de novela. Me gusta mucho la novela histórica. Un ejemplo es Ildefonso Falcones. Está muy bien estudiada la época en la que ubica a los personajes”. Ahora quiere introducir a un par de escritores que le han enviado sus textos, pero tiene el tiempo que tiene, porque trabaja como personal de limpieza en organismos oficiales y no ha parado a pesar del estado de alarma. Ella realiza un servicio esencial.

Tampoco ha parado de trabajar durante el confinamiento, la mayor parte del tiempo desde casa, Daniel, informático, activista de redes y causas, como la la defensa de la Playa de La Tejita frente al hotel están intentando construir ahí. Él es una de las almas de este canal, donde ha hecho un programa, ‘Si mi madre me viera metido en un curso’, donde explica a la gente a buscar recursos de ofimática o información sobre derechos del consumidor. También ha entrevistado al actor José Luis de Madariaga o a la directora Paola García-Sanjuán. E incluso se puso a explicar una receta de pizza artesanal al mismo tiempo que parodiaba el postureo ‘foodie’.

Un compendio de saberes y vidas que ya valen por el solo hecho de sacarnos de la abulia o la obsesión. A veces es bueno remolonear, dejarnos llevar a gusto por una televisión curiosa, aunque el rato pueda parecer pura holgazanería. Pero no siempre hay que ser productivo: en los años 90, el escritor británico Tom Hodgkinson trabajaba en un periódico británico con estresantes jornadas que lo tenían enloquecido. Fue entonces cuando se le ocurrió la idea de crear ‘The Idler’, una revista que fundó con su colega Gavin Edmund Pretor-Pinney. Su filosofía principal era reivindicar una cierta inactividad, la necesidad de holgazanear y disfrutar de los placeres de la vida frente a la obsesión por el trabajo de la ética protestante y el mundo capitalista. Según Hodgkinson, en ese tiempo aparentemente improductivo, surgían a menudo ideas brillantes. En torno a toda esta defensa de los placeres y la vida tranquila, Hodgkinson ha construido su carrera y ha publicado varios libros. Incluso ha montado una academia en Londres, ‘The Idle Academy’, a donde la gente va a hacer cursos de verano -pagados, por supuesto- para divagar sobre Platón, Montaigne, el arte de la jardinería o la agricultura ecológica. También es una forma de resistencia.

La que estas semanas ha prendido de nuevo en Tenerife tiene un recorrido largo. Hace años, Ciudadano, Daniel y otros compañeros decidieron que había que intentar parar algunos desahucios y empezaron a llevar huchas a un montón de tiendas para que la gente pusiera céntimos que les sobraron. Cuando las huchas estuvieron llenas, descargaron todo aquel metal sobre una carretilla y fueron rumbo al banco para hacer un par de pagos que frenaran los lanzamientos. “Es un grupo donde hay como una especie de magia, gente solidaria”, explica Carlos. Y que regala su tiempo: hace tres años, Ciudadano se compró un piano para aprender a tocarlo. Y ahí está esperando.

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