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El comedor social de La Milagrosa ha atendido, en solo dos semanas, a 95 familias

La mayoría de las atenciones se corresponde con familias filipinas que se han quedado sin trabajo en la hostelería o como empleadas de hogar
Belén Peyró y la trabajadora social voluntaria, Elsa Armas, en el despacho del comedor social de La Milagrosa
Belén Peyró (i) y la trabajadora social voluntaria, Elsa Armas, en el despacho del comedor social de La Milagrosa. / F. P.

Belén Peyró es la trabajadora social del comedor de las Hermanas de la Caridad de San Vicente de Paul. En apenas dos semanas ha atendido a 95 familias. Una cifra que casi alcanza la de los usuarios que cada día se acercan hasta La Noria para recoger la comida que les entregan las hermanas. Peyró expresa su preocupación por lo que considera que solo es “la punta del iceberg” de lo que vendrá cuando se levanten las restricciones a la movilidad. “Estamos atendiendo a los antiguos perfiles que venían al comedor como el de personas sin hogar, con escasos recursos, pero también a un nuevo perfil, el de gente que se ha quedado sin trabajo, o está en un ERTE, que además tenían un nivel socioeconómico medio y que, de la noche a la mañana, se ha quedado con una ayuda alimentaria”, detalla.

Un ejemplo de lo que cuenta es el gran número de familias de origen filipino que estos días están acudiendo al comedor. “Se trata de personas que proceden de la hostelería y de empleadas de hogar, también muchas de tiendas de uñas que han cerrado. Es gente que se ha quedado sin ningún tipo de ingreso, y que, además, no van a ser empleables otra vez, por lo que de una situación normalizada van a pasar a una de pobreza”.
Las hermanas están ayudando a todo el que acuda a ellas. “No somos un banco de alimentos, es cierto, pero no podemos dejar de atender a quienes nos piden ayuda, y en el caso de estas familias no les podemos dar un picnic porque muchos tienen hijos, abuelos, que no pueden alimentarse de esa forma”.
Señala Peyró que los servicios sociales municipales “están completamente volcados en la emergencia alimentaria y nosotros no podemos inhibirnos”. “Ellos vienen, les damos alimentos, los registramos y les decimos que llamen al número del Ayuntamiento para que les den una tarjeta de alimentos. Si vuelven y aún no tienen la tarjeta, se les vuelve a dar comida”, añade.

Peyró admite que van un poco a ciegas porque en estos momentos carecen de un enlace con los servicios sociales municipales con los que coordinarse, algo que el resto de entidades sociales también demanda al Ayuntamiento. “Primero cubrimos la necesidad y luego se les incorpora al sistema de la forma que sea. Damos alimentos para capear el temporal y también hacemos derivaciones a otras ONG”.

Financiación para el comedor

La trabajadora social expresa también su preocupación por la situación del comedor social. “Estábamos pendiente de que nos dieran la subvención del IRPF y nos la han denegado. Eso nos deja en una situación algo delicada para afrontar el tsunami que viene. Vamos a reclamar y a seguir presentado solicitudes para recibir alguna subvención más, como la del Gobierno de Canarias. También vamos a pedir una reunión con el Ayuntamiento de Santa Cruz para exponerles la situación en la que nos encontramos”. En cualquier caso, añade, “seguimos adelante ayudando a la gente que lo necesita, esa es la voluntad de las hermanas y también la mía”.

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