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La odisea de regresar desde Ecuador a Tenerife

Volver a su casa en Canarias ha sido un suplicio para Lida, que estaba visitando a su familia cuando se decretó el estado de alarma en España

Hay en Quito, capital de Ecuador, una sensación agradable de moderna ciudad andina. La pobreza ha aumentado en los últimos años de crisis económica, pero sigue siendo un lugar vibrante que conserva un impresionante casco histórico lleno de arquitectura colonial; una capital bulliciosa donde los indígenas toman las avenidas cuando se activan los conflictos sociales; un refugio para calles con bares de ensoñaciones bohemias donde se encuentran artistas y pensadores de una pequeña vanguardia cultural. Allí nació Lida hace treinta años. Y allí llegó el pasado 4 de marzo para visitar a su familia sin saber que volver a Tenerife, su casa desde que se vino a vivir hace cinco años -cuando se casó con Víctor, biólogo madrileño- le sería tan complicado. Pero claro, eso era antes de la nueva normalidad.

En esa otra vida, Lida, que trabaja de publicista y vive en El Sauzal, con la terraza de su casa mirando a El Teide, había decidido ir a su país porque estaba pensando en montar aquí un pequeño negocio para vender ropa diseñada por ella con telas de artesanos ecuatorianos. Pero todo se torció el 16 de marzo, cuando el presidente de Ecuador, Lenín Moreno, decretó el estado de excepción y el toque de queda. Se podía salir a comprar por la mañana con mascarilla. Pero a partir de las dos de la tarde, todos a casa. Se torcieron los negocios, las visitas a la familia, las tardes con los amigos largamente añorados. Y los días se convirtieron en una rutina hogareña.

“Cuando llegué, lo que estaba pasando en España se veía con preocupación. Pero la gente lo sentía como algo lejano. Y de repente, ya estaba allí”, cuenta. “Entonces me dediqué a ayudar a mis papás, que ya son mayores y están en una edad de riesgo. Pero salir a la calle era horrible. La casa está en una zona con mucha vida. Y parecía el fin del mundo”, cuenta. Aunque la cosa iba por barrios. “En los de clase media, donde la gente tiene trabajos formales y ahorros, sí se cumplía. Pero en algunas zonas del norte y el sur de la ciudad, donde hay barrios pobres, la gente lo intentó los primeros días, pero luego tuvo que volver a la calle a trabajar cuando se les acabó la comida”.

En Guayaquil, las imágenes eran peores, con gente sacando los cadáveres a la calle porque tenían miedo de dejarlos en casa por si se contagiaban. A día de hoy, Ecuador reconoce 35.306 casos detectados de COVID-19, con 4.819 personas fallecidas. Pero Lida duda de la transparencia informativa del Gobierno. “Supuestamente, sólo había nueve fallecidos y ya estaban haciendo fosas comunes y no daban abasto con los ataúdes. Como gran cosa, el Gobierno repartió ataúdes de cartón, y la gente se indignó”, cuenta. El presidente Moreno sucedió en 2017 al socialista Rafael Correa. A pesar de haber sido su vicepresidente durante dos mandatos, rompió con Correa, al que acusa de haber favorecido la polarización de la sociedad y la corrupción. Correa acusa a Moreno de haberse vendido a la derecha.

Se acercaba el 23 de abril, fecha para la vuelta a España de Lida, cuando la compañía Avianca le confirmó que no volaría porque los viajes seguían cancelados. “Me dijeron que iba a viajar el 4 de junio. Pero luego me cancelaron ese también, contándome que a ver si en julio reanudaban los vuelos”, relata.

Lida estaba preocupada. Se le había chafado el proyecto de hacer ropa y quería volver: “Yo trabajo para dos clientes, y la relación laboral se podía enfriar con la diferencia horaria y la distancia”. Se puso en contacto con la Embajada española, pues hace unos meses que tiene la nacionalidad. Le dijeron que ya no había vuelos de repatriación y la pusieron en una lista con otras dos mil personas por si iba saliendo algún avión. “Un día me llamaron de la embajada para decirme que iba a haber un vuelo de Avianca el 13 de mayo con salida desde Quito, pero que no dependía de ellos. Nos dieron dos números a los que llamar y nadie contestaba. Pero nos enteramos de que había un grupo de gente de Guayaquil que había conseguido un contacto de alguien de la compañía. Hubo personas que empezaron a ingresar el dinero en un número de cuenta que les daban por Whatsapp. Eran 800 euros por solo un trayecto. Tuve suerte: como el vuelo de vuelta que me habían cancelado era de la misma compañía, no me cobraban nada. Pero podía haber sido un timo”, afirma.

Un vuelo misterioso en un espacio aéreo cerrado. “Llamabas al call-center de Avianca y nadie sabía nada. Mirabas en la página web y no salía”, cuenta Lida. Según personal de Avianca, la embajada española participó en la organización del vuelo. Sin embargo, el Consulado español en Guayaquil informó, a través de redes sociales, de que España simplemente participaba en la difusión del vuelo. “Hasta el último momento, no estuve segura de si íbamos a salir”.

El avión estaba a reventar, aunque la gente iba con sus mascarillas y la tripulación estaba bien protegida. Lida regresó el 14 de mayo a Tenerife, un día antes de que los viajeros llegados a España fueran obligados a guardar cuarentena de catorce días. Aun así, ella también la está haciendo, por precaución. Mirando a El Teide. Se ha quedado contenta de haber pasado tanto tiempo con sus padres. “Casi compensé los años que he estado fuera”, dice en broma. Pero se queda muy preocupada por la situación del país, deteriorado social y económicamente. “Cada vez que voy, está peor. A ver cómo me lo voy a encontrar la próxima vez que pueda volver”, comenta. “No sé ya si en un futuro podré regresar a vivir allí”.

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