Francisco y Macarena creen que el mundo está al revés. A mediados de febrero dieron una señal a una entidad bancaria para adquirir un chalé de más de 500 metros, con jardín y piscina, en la localidad sevillana de Gines. Su objetivo era mudarse el pasado mes de marzo pero la pandemia del Covid-19 y una pareja de okupas les ha truncado su sueño de pasar de un piso de alquiler a esta vivienda de una zona residencial. También querían ver crecer a su bebé en ella tras muchos años de trabajo y ahorro.
Su pesadilla comenzó cuando pagaron la señal a mediados de febrero y sus suegros, que viven cerca, se percataron de que las luces estaban encendidas. Los okupas se les habían adelantado. La Guardia Civil se personó en el domicilio pero fue en vano.
Lo primero que hicieron fue intentar negociar para que se fueran por las buenas, pero no fue posible. Las condiciones eran duras. Los nuevos inquilinos, un joven de unos 20 años sin trabajo y una menor de unos 16, dijeron que para irse les tenían que pagar 3.500 euros y que habían elegido esa casa adrede: “Nos gusta la zona, tenemos perro y queremos casa con jardín”, le dijeron a Francisco.
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