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Los otros héroes del coronavirus

Son cantantes, animadores, ilusionistas, agricultores, costureras, voluntarios… ocho piezas del gran puzle de la solidaridad espontánea que se comenzó a construir, municipio a municipio, en el sur de Tenerife desde el primer día del confinamiento
Olga González. Da
Olga González. Da
Olga González. Da

Son solo ochos ejemplos de ese corazón generoso que late con más fuerza que nunca en el sur de Tenerife desde el primer día de confinamiento para bombear ayuda material y psicológica a aquellas familias a las que el coronavirus les ha dejado sin trabajo, sin ingresos, sin horizonte y hasta sin ánimo. Nadie se quedará atrás en esta pandemia, repiten, como un disco rayado, los políticos desde sus atriles y tribunas de prensa. Y ellos, alejados de los focos mediáticos y de clichés teóricos, lo ejercen a pie juntillas y a pie de calle desde el anonimato. DIARIO DE AVISOS ha puesto el foco sobre ellos como un acto de justicia.

Olga: la gran animadora de Los Cristianos

Ha alegrado el confinamiento a los vecinos de Las Cavernas, en Los Cristianos (Arona), con medio centenar de espectáculos improvisados cargados de música y humor desde el patio exterior de su casa, que han sido difundidos en directo a través de Facebook y que llegaron a verse en toda España, Reino Unido, Finlandia, Suecia, México, Uruguay, Argentina y Cuba, desde donde sus seguidores han aplaudido en la red social la singular iniciativa. Olga González, de 44 años, ha recogido lo que ha sembrado a lo largo de sus actuaciones diarias: el cariño de sus “cavernícolas”, como ella define a sus vecinos, pero también múltiples muestras de agradecimiento, entre ellas la de los pescadores de Los Cristianos que una tarde alinearon sus barcos y orientaron sus proas hacia este núcleo de viviendas, situado en la ladera por encima del muelle, para hacer sonar sus pitas.

“Las cosas que no se planean son las que mejor salen. Hemos creado algo bonito, mágico y maravilloso y el confinamiento se me ha pasado rapidísimo. Ha sido como una gran cadena espontánea que crecía con el paso de los días, sin ninguna organización detrás. De repente hemos formado una familia inmensa sin conocernos”, afirma la vecina más carismática de Las Cavernas, que también reparte su generosidad por las mañanas haciendo la compra en el supermercado para sus vecinas.

Samuel: el balcón ‘mágico’ de Guargacho

A la hora de los aplausos para el personal sanitario, Samuel Pérez, vecino de Guargacho, de 29 años, convertía su doble terraza en lo más parecido a un escenario mágico en el que cada día, desde la segunda semana de confinamiento, aparecía disfrazado de algún personaje infantil acompañado de un cartel en el que escribía una palabra para insuflar ánimos al vecindario, que a las siete de la tarde llenaba balcones, ventanas y azoteas para aplaudir sus 40 apariciones.

Samuel se dedicaba profesionalmente a la magia antes de crear, hace cinco años, su propia empresa de espectáculos infantiles y el confinamiento le ha devuelto a sus raíces. El éxito de las primeras fechas fue tal que los vecinos comenzaron a pedirle disfraces y palabras hasta formarse una lista de espera de varias semanas. Recuerda especialmente con cariño la celebración de tres cumpleaños, el homenaje a una niña hospitalizada y los mensajes para animar a la lectura y de agradecimiento a las madres. “Todo ha sido muy positivo y las muestras de cariño no han parado. Yo he podido ayudar a la gente, pero la gente con su cariño también me ha ayudado a mí”, asegura.

Encarna: de la huerta al Banco de Alimentos

La caída de casi un 70% de las ventas en el mercadillo del agricultor de San Miguel de Abona llevó a Encarna Morales a dar un paso que demuestra la generosidad que rebosa esta ingeniera agrícola de 39 años. El notable descenso de las ventas a consecuencia de la cuarentena y, sobre todo, del frenazo en seco del turismo, su principal segmento de clientes, la empujaron a contactar con el área de los Servicios Sociales del Ayuntamiento de San Miguel de Abona para ofrecer al banco de alimentos del municipio todas las frutas y vegetales que no despacha en su puesto los fines de semana. Desde hace casi dos meses, entrega cada siete días una media de 75 kilos de papayas, coliflores y pepinos, entre otros productos cosechados en su finca familiar de Atogo.

“Desde que empezó esta crisis, sabíamos que iban a aumentar las solicitudes de familias sin medios económicos, y por eso ofrecimos nuestros productos al Ayuntamiento”, explica una de las grandes defensoras del consumo de productos locales “por frescura, proximidad, mayor valor ecológico y por su precio”.

Inclúyeme: alimentos, fármacos y diálogo

El apagón turístico castiga especialmente al Sur, y ONG como Inclúyeme, una red vecinal de 40 miembros que nació hace menos de un año en Los Abrigos (Granadilla) para apoyar a los colectivos con diversidad funcional, intelectual y sensorial, visita, en coordinación con los ayuntamientos del Sur, los hogares más necesitados. Sus voluntarios se encargan de comprar alimentos y medicinas y llevarlos a domicilio. Pero también dedican su tiempo a escuchar a sus usuarios.

“Cuando llegas a una casa, la primera reacción de quien abre la puerta es de una cierta vergüenza, porque por desgracia a todos nos da pudor pedir ayuda, pero desde el momento que nos ve reaccionar con naturalidad empiezan a relajarse y se emocionan. Ves cómo les caen las lágrimas. Nos dan ganas de abrazarlos, pero lo tenemos que hacer desde la distancia, y les decimos que se desahoguen, que estamos para ayudarles”, indica Nando Herrera, tesorero de la organización, que subraya la importancia de acompañar a las personas mayores para que no se sientan solas. “La mayoría de los beneficiarios de edad avanzada se ponen a hablar, hablar, hablar… notas que necesitan contar lo que les pasa. Les dedicamos todo el tiempo que podemos para ayudarles a que liberen esa carga psicológica”

El Árbol de la Vida: croché contra el confinamiento

Más de 300 mujeres del municipio de Guía de Isora han participado en la elaboración del Árbol de la Vida, una iniciativa impulsada desde el área de Igualdad y Participación Ciudadana del ayuntamiento isorano, en colaboración con las asociaciones de mujeres de Alcalá, Chío y el casco de Guía, que revestirá una estructura de madera y PVC (policloruro de vinilo) con forma de árbol, de 2,10 metros de altura, con centenares de cuadros multicolores de croché elaborados durante el confinamiento.

Con este trabajo artesanal comunitario se pretende dejar constancia, a través de la singular escultura artística, del espíritu solidario que ha imperado durante los peores días de la pandemia del coronavirus, una difícil etapa en la que, prácticamente sin salir de casa, las vecinas se han entregado al ganchillo, tejiendo pequeños cuadros de lana para confeccionar, pieza a pieza, la gran prenda que simbolizará este periodo de resistencia en los hogares.

“Cada una ha hecho lo que ha podido con lo que tenía en casa. El Árbol de la Vida pretende ser un homenaje a todos los barrios y queremos llevarlo a todos los núcleos del municipio en los próximos meses y convertirlo en un árbol de Navidad en diciembre”, apunta Ángeles González, concejala de Igualdad y Participación Ciudadana.

Virgen de la Esperanza: una mano tendida a la nueva pobreza

La Asociación Solidaria Virgen de la Esperanza nació con la Gran Recesión hace ahora 11 años gracias al ímpetu de un grupo de mujeres de San Isidro (Granadilla) que repartían bolsas de comida en los salones de sus casas. Ahora, la pandemia les ha devuelto a la casilla de salida del tablero de una crisis aún más sombría que aquella. Durante el confinamiento la asociación se ha desdoblado para que los productos de primera necesidad lleguen a donde tienen que llegar.

Sus integrantes son testigos del drama de personas que de la noche a la mañana se han quedado sin nada, como el de una madre soltera que perdió su empleo en el aeropuerto. “Es que no tengo nada, no tengo familia”, confesó entre lágrimas, tras tocar en la puerta de la asociación. Le prepararon una caja llena de productos y la derivaron a los Servicios Sociales del Ayuntamiento, donde recibió un vale de compra para un supermercado. “Dios mío, me das todo esto sin conocerme de nada”, fue la frase que pronunció cuando la voluntaria le entregó los alimentos.
“Ahora mismo hay muchísima gente desesperada. La necesidad es enorme. Hay demasiadas personas con un ERTE o en paro, matrimonios con niños sin cobrar nada en casa… gente que jamás imaginó pedir alimentos. Hemos notado un repunte claro y la ola sigue creciendo”, advierte Ana Fernández, vicepresidenta de la asociación.

Cruz Roja: donde no llegan las instituciones

Desde que comenzó la cuarentena, la organización humanitaria reparte alimentos todos los días a 50 nuevas familias, sobre todo en los municipios de Arona, Granadilla y San Miguel y la unidad móvil que entrega cenas y desayunos diarios a las personas sin hogar en zonas como Los Cristianos, El Fraile y Las Galletas ha duplicado el número de atenciones hasta el centenar de usuarios. Además, se encarga de atender dos nuevos recintos que han abierto sus puertas a más de una treintena de personas sin hogar: 22 en el pabellón de Los Cristianos y otras 12, que pernoctaban en el aeropuerto Tenerife Sur, en el camping de El Médano.

“Las necesidades del día a día se agravan y aumentan, hasta el punto de que hemos tenido que reforzar el sistema de ayudas a través del programa Cruz Roja Respondeante tanta solicitud”, cuenta José Luis Camisón, coordinador de la organización en la comarca de Abona, que advierte de la situación de uno de los colectivos más vulnerables. “Los inmigrantes están entre los más afectados, porque las administraciones no atienden sus demandas, ya que solo entregan ayudas a las personas con DNI, con lo cual todas esas necesidades nos llega a nosotros”.

Fran: asistencia sanitaria a los mayores

Si hasta ahora la labor principal de los voluntarios de Protección Civil en San Miguel de Abona se centraba en la prevención, ya sea en actos programados o ante fenómenos meteorológicos, la etapa de la pandemia les ha obligado a reinventarse y volcarse en las tareas sociales. Reparten alimentos, compran medicinas en las farmacias para llevarlas a los usuarios y hasta se les acompaña a hacer la compra. Pero, además, han incorporado un servicio innovador dirigido a los mayores consistente en visitarlos dos veces por semana para tomarles la tensión, controlarles el azúcar e incluso realizarles curas si tienen alguna herida.

Francisco Javier González, Fran, coordinador de la agrupación, no olvidará, en los peores días de la pandemia, la imagen de un joven matrimonio con un bebé metidos en un coche del que colgaban unas telas simulando una tienda de campaña en la costa de San Miguel de Abona. “Eran muy jovencitos y el niño no tenía más de un año y medio, vivían en aquel coche porque ella se quedó parada al cerrar el hotel en que trabajaba y a él le pasó lo mismo. Estaban en un proceso de cambio en su vida y se quedaron sin nada. Esas cosas te superan”, confiesa. “Nos movimos desde el minuto uno y por suerte el Ayuntamiento les pudo buscar una casa de acogida y por lo menos este tiempo de cuarentena lo pueden pasar con su bebé en un sitio digno y más confortable”, afirma este camarero de hotel, afectado por un ERTE y entregado, como sus 13 compañeros, a la labor de ayudar a los demás.

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