
Hace mucho tiempo que oímos hablar de destino inteligente, pero es cierto que la mayoría no llegamos a comprender cuál es el verdadero significado del término. “Hay muchas formas de verlo, pero en este momento esa inteligencia debe aplicarse especialmente al desarrollo de una promoción monetizable y rentable”, afirma Domínguez.
El punto de vista del grupo hotelero, que ha demostrado en los últimos años ser un visionario en el sector, se centra en la necesidad de crear una estrategia de promoción conjunta público-privada; pero no pensada para lanzar un mensaje común sino para investigar al cliente en origen,` que es donde tiene lugar la toma de decisión del turista, un contexto complejo y cambiante que se debe conocer en profundidad para poder ser capaces de seducir y acompañar al usuario en el proceso de compra de sus próximas vacaciones.

De cara al futuro, Domínguez está seguro de que uno de los grandes errores está en seguir desligando la promoción del destino de la comercialización directa de los productos turísticos que ofrece, un modelo previo a la economía digital que ha quedado obsoleto y que, aún hoy, seguimos alimentando con cada campaña de promoción que hacemos como destino. “Este modelo beneficia a los grandes operadores turísticos, que aprovechan la visibilidad que genera esa promoción para canalizar la demanda e intermediar la venta de nuestros establecimientos y del resto de oferta complementaria. Esos mismos operadores que hoy adeudan dinero a las empresas que construimos cada día este destino y que seguimos financiando con nuestros impuestos este perverso modelo”.
Desde Spring Hotels aseguran que ahora mismo existe una extraordinaria oportunidad de construir, entre todos, un ecosistema de promoción inteligente que permita saber qué está pasando en origen, que es donde se toman las decisiones, para entender qué busca el cliente, cuándo desea viajar, cómo desea viajar, qué actividades le interesan, qué aspectos inciden en su decisión de compra… Para así poder impactarle con el mensaje adecuado en el momento preciso para maximizar la posibilidad de convertir esa inversión pública en reservas que repercutan directamente en las empresas locales, un sistema que no sólo daría más autonomía a la isla sino una importante ventaja competitiva frente a otros destinos competidores.