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Tomás Cerviá, un ilustre olvidado por Santa Cruz

En 2004 el Ayuntamiento quitó su nombre a la calle que se le había dedicado desde 1938 y su busto nunca se emplazó en lugar público
Antigua calle Doctor Cerviá, denominada en la actualidad Doctor Alfonso Soriano Frade Sergio Méndez
Antigua calle Doctor Cerviá, denominada en la actualidad Doctor Alfonso Soriano Frade Sergio Méndez
Antigua calle Doctor Cerviá, denominada en la actualidad Doctor Alfonso Soriano Frade Sergio Méndez

En el año 2004, el Ayuntamiento de Santa Cruz abrió al tráfico la vía que conectaba las calles Horacio Nelson y Enrique Wolfson, a la altura de la Consejería de Sanidad, que hasta entonces se encontraba tapiada con un muro para ocultar el estado de abandono de unos inmuebles.

Esta vía figuraba en el Callejero Oficial del Municipio desde 1938 con el nombre del Doctor Cerviá; pero en el Pleno Municipal del 12 de octubre de 2004 pasaría a denominarse Doctor Alfonso Soriano Frade. Este cambio de titularidad indignaría a su familia y a buena parte de la sociedad chicharrera, al considerar que la calle debería haber vuelto a retomar su antigua denominación al ser abierta al tráfico.

Antes las quejas, el Ayuntamiento contestó que en el Pleno Municipal del 27 de julio se había tomado este acuerdo porque en el archivo municipal no aparecía tal denominación; no obstante, consideraban que existían razones sobradas para que una calle de esta ciudad ostentara el nombre de tan prestigioso médico, por lo que se acordó concederle el nombre de Doctor Tomás Cerviá Cabrera a la que transcurre paralela a la avenida Bravo Murillo, entre la de San Sebastián y la calle Fuente de Morales, al costado del Museo de la Naturaleza y la Arqueología, donde estuvo instalado el antiguo Hospital en el que desarrolló su encomiable labor.

Con el fin de enmendar este lamentable error, la Real Academia de Medicina de Santa Cruz promovió la colocación de un busto fundido en bronce para que fuera colocado en la plaza de la iglesia del Sagrado Corazón. El Cabildo Insular se adhirió a la iniciativa y aportó los 3.600 euros de su coste, pero el citado busto tampoco llegaría a ocupar el lugar para el que fue propuesto, sino que lo pusieron en el patio Manuel Oraá, dentro del Museo de la Naturaleza y la Arqueología.

Tomás Cervía Cabrera nació en Santa Cruz de la Palma el 21 de junio de 1902. Cursó sus estudios primarios en Santa Cruz de Tenerife; los de primaria en los colegios Corazón de María y San Ildefonso, y los de bachillerato en el Instituto Ireneo González, con beca del Ayuntamiento de esta ciudad. En 1926 se licenció y doctoró en Medicina, en la Universidad San Carlos de Madrid, con la calificación de sobresaliente. Su tesis doctoral: Estudios sobre la endemia tuberculosa en Santa Cruz de Tenerife, leída en 1930, fue calificada sobresaliente cum laude. En la citada universidad trabajaría como ayudante de la cátedra de Fisiología, dirigida por el profesor Juan Negrín; en el Hospital del Rey; Dispensario del Centro de Madrid. Luego viajaría a París para ampliar sus estudios, trabajando como asistente en varios hospitales.

En 1927 fue nombrado Miembro del Colegio Oficial de Médicos de la provincia de Santa Cruz de Tenerife y, dos años más tarde, Académico Numerario de la Real Academia de Medicina de Tenerife, y presidente de la Sección de Medicina de la misma. En 1954 es designado jefe de clínica de Medicina Interna del Hospital de los Desamparados (Hospital Civil). En 1955 sería nombrado director del Instituto de Fisiología y Patología Regionales de Tenerife, del que había sido su inspirador. También sería profesor agregado de la Escuela Nacional de Tisiología de Madrid, profesor honorario de la Escuela Nacional de Medicina del Tórax de Madrid; profesor adjunto de Patología General en la Facultad de Medicina de la Universidad de Sevilla; y médico del Hospital Tornú de Buenos Aires.

En octubre de 1928 fue nombrado médico numerario del Dispensario Antituberculoso de Tenerife, ubicado en la calle San Lucas, actual sede de La Cruz Roja, obteniendo la plaza de director en las oposiciones celebradas en 1932. En 1944, inaugura y dirige el Sanatorio Antituberculoso de Ofra, dotado de 125 camas, trasladando hasta allí a los 90 enfermos que se encontraban en el Hospital Civil.

En 1949, al crearse el Centro Regional de Lucha Contra el Cáncer, y el Hospital Civil abrir un servicio de radioterapia, le nombraría Jefe de los servicios de Medicina Interna.

En 1953 funda la Junta Provincial de la Asociación Española contra el Cáncer, logrando que en 1961 el Cabildo Insular de Tenerife gestionara la llegada de la primera bomba de cobalto (Siemens), comenzando a funcionar la Unidad de Telecobaltoterapia.

Distinguido con la Encomienda de la Orden Civil de Sanidad de España en 1948, el Ayuntamiento de Santa Cruz de La Palma le nombró Hijo Predilecto y le concedió la Medalla de Oro de la Ciudad en 1960. El Cabildo tinerfeño y la Real Academia de Medicina de Canarias le dieron su nombre a una beca y a un premio, respectivamente.

Fundador y director de las revistas Práctica Médica (1928-1932), y Revista Médica de Canarias (1932-1936). Escribió dos libros: La lección de Alexis Carrel y Medicina Humanística, ambos impresos en Santa Cruz de Tenerife en 1959.

Después de su muerte, el doctor Enrique González y González publicaría en su honor: Tomás Cerviá Cabrera, un médico en la Historia de Canarias; en 2007 se reeditaría su libro Medicina Humanística; y, en 2009, se publicó su libro inédito: El gran debate.

Era miembro de la Sociedad Española de Escritores Médicos, y socio fundador de la Sociedad Española de Historia de la Medicina.

Al final de su carrera chocó con la indiferencia política de la administración del Cabildo, lo que haría que su corazón se desgastara y falleciera en su residencia de La Cuesta, el 15 de julio de 1962, a los 60 años de edad. El oficio religioso se celebró en la Parroquia de la Concepción.

Desde allí sus restos mortales fueron llevados a hombros hasta la puerta del Hospital Civil, donde se despidió el duelo. Está enterrado en un Panteón familiar del cementerio de Santa Lastenia.

Por todo lo expuesto, consideramos que el hospital del Torax debería llevar el nombre de este ilustre médico que dedicó toda su vida a la lucha contra la tuberculosis, la enfermedad más temida en España en la primera mitad del siglo XX.

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