cultura

Falleció Paco Martel

El reportero costumbrista, con un estilo de comunicación campechano, mostró en Canal 7 un entusiasmo encomiable que ya quisieran los más afanados presentadores de televisión

Francisco González Martel, Paco Martel, falleció ayer en un hospital de Tenerife. El conocido reportero costumbrista comenzó su andadura en el mundo de la publicidad y, posteriormente, creó la primera página gastronómica del periodismo canario en el desaparecido vespertino La Tarde.

Igualmente, trabajó para el mundo del motor, con páginas dedicadas a este deporte, fundamentalmente publicitarias, en las que también fue un pionero, en esa época en La Tarde y en El Día.

Colaboró también en este periódico y en varios canales de televisión, sobre todo en Canal 7 del Atlántico (donde explotó su popularidad) y en Mi Tierra Televisión, en los que llegó a grabar cientos de programas costumbristas y de gastronomía canaria.

Paco Martel era hijo del periodista Juan González Ramírez, jefe de deportes que fue del periódico La Tarde cuando lo dirigía don Víctor Zurita Soler. Su hijo se inició en la publicidad en la empresa Atlantis y con la llegada de los canales de televisión locales derivó su actividad hacia estos medios, donde alternaba su habitual buen humor con su conocimiento de las costumbres de esas medianías.

Realizó una cantidad enorme de programas ocurrentes, algunos de los cuales terminaron con reprimenda de las señoras que estaban cocinando, a las que Martel levantaba la tapa de los cacharros y ellas lo llamaban confianzudo y lo echaban de su cocina. Otras veces montaba sus shows con la complicidad de las cocineras.

Tenía golpes realmente graciosos. Recuerdo que en una romería de Tegueste se quitó la dentadura postiza y dio a entender que se la daba a comer a un burro que llevaba con él. Era falso, hacía una simulación, pero la gente creía a pies juntillas que el asno la había consumido.
Era un gran amante de los caballos y llegó a tener un pequeño negocio de monta en la colina de Los Rodeos. Recuerdo que una vez, durante una visita que hicimos a su parcela, uno de sus caballos le comió la manga de la camisa al gerente entonces de este periódico, José Capón Casañas, quien por todo comentario le dijo a Martel: “Échale de comer al animal, que me ha dejado sin camisa”. Todo esto ha ocurrido en mi presencia.

El fallecido reportero iba siempre con un cámara como acompañante, al que llamaba constantemente “señor cámara” y le hacía dar saltos inverosímiles por esos barrancos. Martel tenía un gran sentido del humor y suplía sus conocimientos intelectuales con un entusiasmo encomiable que ya quisieran tener los más afamados hombres y mujeres de la televisión. No se le ponía nada por delante.

Desde hace tiempo su salud había mermado mucho. Padecía diversas patrologías, que acabaron con una grave enfermedad, cuyas consecuencias han provocado su muerte.

Descanse en paz el querido compañero, que, no crean, marcó una época en el reporterismo costumbrista de las Islas.

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