
Todas las catástrofes encarnan un sentimiento de miedo en quienes se ven impotentes al no poder hacer nada para remediar lo que ocurre. Y los 300 vecinos de la decena de barrios de Garafía evacuados por el riesgo de estar cercados por las llamas también han tenido una sensación similar. Sin embargo, lejos de quedarse en un limbo, a la espera de qué ocurrirá con sus viviendas, han hallado refugio en uno de los municipios aledaños: Puntagorda, que ha habilitado varias instalaciones para que duerman por las noches y se evadan por el día; olvidar, por un instante, la incertidumbre.
En concreto, la localidad ha acondicionado su polideportivo y el albergue El Almendro, que se unen a las infraestructuras que el propio Consistorio garafiano preparó para albergar a sus vecinos, tales como el complejo deportivo de la calle Vía Láctea, el albergue de San Antonio del Monte o la antigua Casa de los Maestros. Pero, finalmente, el grueso de las personas desalojadas acabó siendo ubicado en el enclave puntagordero, gestionado por Cruz Roja, que desde la puesta en marcha del dispositivo contraincendios se incorporó a las labores de seguridad y emergencias.
“Se les ha intentado dar todas las comodidades: agua, alimentos y entretenimiento para los adultos y los niños”, indica a DIARIO DE AVISOS el alcalde de Garafía, Yeray Rodríguez, que se muestra agradecido a su homólogo y vecino de Puntagorda, Vicente Rodríguez, por su predisposición para acoger también el Puesto de Mando Avanzado (PMA) y convertirse, pues, en el centro desde el que se coordinan las operaciones. Asimismo, hace extensiva su gratitud hacia los 14 consistorios palmeros, que se han puesto en contacto con él para ofrecer personal de las instituciones, recursos alojativos y medios para combatir las llamas.
Algunas de las personas que fueron desalojadas lograron quedarse en casas de familiares y amigos, aunque otras tantas tuvieron que buscar refugio en los emplazamientos de los que se hizo cargo Cruz Roja. Celso Delgado, coordinador del albergue de Santo Domingo, reconoce que se han vivido momentos “tensos”, sobre todo, cuando “se vieron los focos muy cerca”, al estar descontrolado uno de los flancos del incendio y dirigirse a Santo Domingo y San Antonio. Y al tratarse principalmente de gente mayor, las emociones estaban a flor de piel y algunos se derrumbaron, temiendo lo peor. Pero asegura que, gracias al apoyo que prestan desde la organización “han sabido sobrellevarlo bastante bien”. Otra de las tareas que, en los primeros momentos, tuvieron que realizar fueron algunos desplazamientos al centro de salud “para facilitarles la medicación, porque han tenido que salir con lo puesto”.
Héctor Malo, por su parte, como coordinador de logística de la entidad, comenta que la dinámica, en esencia, se basa en “acompañamiento y seguimiento de todas las posibles patologías” que puedan presentar los evacuados de cualquiera de los recintos. Según los datos que maneja el colectivo, en Santo Domingo pasaron la noche 44 adultos y un menor, y en el recurso de Cuatro Caminos (Puntagorda) un total de 38 adultos. De igual forma, el Ayuntamiento de Los Llanos de Aridane puso a disposición del dispositivo de emergencia el polideportivo Severo Rodríguez, donde permanecieron una noche siete usuarios hasta que encontraron otro alojamiento alternativo de sus allegados.
“Tratamos con la gente para cubrir sus necesidades básicas”, resalta Lourdes Labrador, miembro del departamento Psicosocial del Equipo de Respuesta Inmediata en Emergencias, más conocido como ERIE, quien pone el acento en las altas temperaturas por la ola de calor declarada y su afección sobre los grupos de la tercera edad. Es por ello que, asegura, han intentado garantizar que “estén hidratados”, al igual que “estén tranquilos en la medida de lo posible y darles la mayor comodidad en esta situación, que es de lo que se trata”.
