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“Componer para una serie es un trabajo de riesgo: de prueba y error”

Iván Martínez Lacámara y Manel Santisteban, compositores de la música de ‘La casa de papel’
Iván Martínez Lacámara y Manel Santisteban son los compositores de la música de la serie ‘La casa de papel’. / Sergio Méndez

El Festival Internacional de Música de Cine de Tenerife, Fimucité, despidió anoche su edición más atípica, condicionada por estos tiempos de coronavirus, con la segunda interpretación de Somos la Resistencia: la casa de papel en concierto, un estreno mundial que adapta al formato sinfónico la música de Manel Santisteban e Iván Martínez Lacámara para la exitosa serie española de televisión. Con ambos conversó DIARIO DE AVISOS.

-Fimucité ha estrenado la música que ustedes han creado para La casa de papel. ¿Cómo han vivido la experiencia de llevarla a una sala de conciertos?

Manel Santisteban: “Con expectación e ilusión. Es la primera vez que la interpreta una orquesta en directo, y además una de las mejores de España, la Sinfónica de Tenerife. Ha sido una experiencia casi épica: poco antes de venir a la Isla no sabíamos si podríamos hacerlo o no por esta pandemia”.

Iván Martínez Lacámara: “Además, nos ha permitido abandonar nuestra rutina de estar metidos todo el tiempo en el estudio, sin feedback con el público”.

-¿De qué manera afrontaron la labor de elegir y desechar música para vestirla con un nuevo traje?

M. S.: “Ha sido complicado elegir, pero más aún descartar. La casa de papel cuenta con unas 20 horas de música que había que reducir a 75 minutos. También fue un proceso de adaptación. Nuestra música acompaña las imágenes y en ocasiones eso te impide desarrollar un leitmotiv, así que el concierto permite mostrar en toda su extensión esos temas”.

I. M. : “En una serie la música es esclava de la imagen. Algunas de nuestras creaciones no tenían en principio entidad como para escucharlas en un concierto. Ha sido un notable ejercicio de selección y desarrollo el que hemos hecho para Fimucité. Nos llevó tres meses. En mi caso, incluso he redescubierto músicas de las que ni me acordaba”.

-¿Llegaron a imaginar el éxito que alcanzaría la serie en todo el mundo y, por ende, su música?

M. S.: “No, llevamos trabajando juntos 21 años y en todo lo que hemos hecho, salvo quizás un poco con Un paso adelante, no experimentamos nada igual. Aquí se han creado muy buenas series, pero de repente llega Netflix, lanza en todo el mundo La casa de papel y se dan cuenta de que en España hay productos de gran calidad”.

I. M.: “Recibimos muchos correos en los que nos preguntan por la música de la serie. La banda sonora no está comercializada y Netflix tiene la última palabra. Ahora batallamos para que se edite. Por eso es una satisfacción que se presente en concierto”.

“Algún director llegó a decirnos sobre nuestra música: “Esta nota sí, esta nota no; esto aquí sí, esto aquí no…”. Somos muy flexibles y conscientes de que lo que hacemos es para un fin superior, pero necesitamos un mínimo de confianza hacia nuestro trabajo”

-¿Cómo conciben una banda sonora? ¿Trabajan con un mapa donde todo está definido o se adaptan a las circunstancias?

M. S.: “Cuando hemos intentado hacer un mapa, no nos ha servido. Es difícil planificar, porque todo puede cambiar de un día para otro. Lo mejor es trabajar sobre la imagen e intercambiar impresiones con la producción ejecutiva y el director. A veces no están todos los guiones escritos y no sabes qué desarrollo tendrán los personajes. Es una labor de riesgo y de prueba y error”.

I. M. : “Para Sky Rojo, por ejemplo, hemos hecho ya seis o siete versiones. Desde música electrónica a piano y orquesta, para pasar de nuevo a sintetizadores…”.

-¿De qué modo trabajan?

I. M.: “Es una cuestión práctica: pocos días y muchos minutos de música. Dividimos el trabajo. Hacemos visionados en común y decidimos qué música creemos que debería acompañar a las imágenes. Después intercambiamos impresiones. No es habitual que alguno de nosotros se bloquee, pero para eso está el otro”.

M. S.: “Nos conocemos bien y sabemos lo que se nos da mejor. A veces uno termina lo del otro. Todo el día estamos conectados por Skype. Antes vivíamos más cerca el uno del otro, pero tampoco nos veíamos tanto”.

-¿Qué prefieren, trabajar con un director que sepa de música o con uno que no tenga ni idea, pero les deje más libertad?

M.S.: “Es un camino difícil y se sufre mucho. Hemos tenido casos en los que el director nos decía: “Esta nota sí, esta no; esto aquí sí, esto aquí no…”. Somos muy flexibles y conscientes de que lo que hacemos es para un fin superior, pero necesitamos un mínimo de confianza hacia nuestro trabajo”.

-¿La pandemia ha condicionado su labor?

I. M. “Ya de por sí trabajamos aislados, cada uno en su estudio y con un mínimo contacto con los equipos de producción y postproducción. No ha cambiado nada”.

M. S.: “El confinamiento nos pilló haciendo Vis a Vis: El oasis. Se había acabado de rodar, pero faltaba la postproducción. El montaje, la música, el sonido… todo se hizo durante el confinamiento. En ese sentido, para nosotros es como si no hubiera pasado nada. No tuvimos un minuto de descanso”.

-¿Dónde se sitúa España en el ámbito de la creación musical para el cine y la televisión?

I. M.:. “Las oportunidades de formación han cambiado muchísimo. Cuando terminé en el Conservatorio, quien quería estudiar música para el audiovisual no contaba con formación reglada. Te tenías que ir a Estados Unidos, a Berklee (Boston), con los enormes gastos que eso suponía. Si ibas a Europa, era por el estilo”.

M. S.: “En España, Alberto Iglesias ha abierto mucho camino en la creación de música para el cine y la televisión. Nuestra música está a un nivel altísimo. En Europa hay una tradición y unas nuevas aportaciones que me parecen más valiosas que las estadounidenses, salvando, claro, a John Williams y todos los grandes. Tenemos a Nino Rota, a Alexandre Desplat ahora…”.

I. M.: “Allí cualquier compositor top puede tener a 15 o 20 personas trabajando con él para una serie. Además, en Estados Unidos existe una delgada línea entre el compositor y el orquestador, que muchos sobrepasan. Cuesta creer que un músico firme cinco o seis bandas sonoras al año”.

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