cultura

Contra el olvido, Delirium

La compañía tinerfeña estrena este viernes (20.30 horas) en el Teatro Leal de La Laguna 'Fábula del Topo, el Murciélago y la Musaraña', una obra de Miguel Ángel Martínez sobre la represión franquista en las Islas
Delirium Teatro celebra este viernes en el Leal sus 35 años de trayectoria con 'La Fábula del Topo, el Murciélago y la Musaraña'. / Sergo Méndez
Delirium Teatro celebra este viernes en el Leal sus 35 años de trayectoria con 'La Fábula del Topo, el Murciélago y la Musaraña'. / Sergo Méndez
Delirium celebra en el Leal sus 35 años de trayectoria con ‘La Fábula del Topo, el Murciélago y la Musaraña’. / Sergo Méndez

“En ocasiones, tú no eliges los proyectos, sino que son ellos los que te eligen a ti. Esta obra escrita por Miguel Ángel Martínez tiene tanta emoción y tanta verdad, a la vez que nos habla de unos hechos tan atroces, que resultaba la más apropiada para celebrar sobre el escenario los 35 años de la compañía teatral”. Severiano García describe de esta manera el montaje que se estrena este viernes, 11 de septiembre (20.30 horas), en el Teatro Leal de La Laguna, con el que la compañía Delirium celebra su aniversario: Fábula del Topo, el Murciélago y la Musaraña. Una producción teatral que tampoco ha escapado a la incertidumbre que vivimos hoy, pues antes de la llegada de la pandemia tenía previsto estrenarse el 16 y 17 de abril, por lo que se aplazó al pasado fin de semana, pero también se canceló.

EL PASADO, EN EL PRESENTE

“Uno se deja la vida en el teatro y el teatro es nuestra forma de vida”, apunta Severiano García. “Entendimos que para nuestro cumpleaños necesitábamos un montaje muy especial. Este texto nos habla del pasado, pero también del presente: de la necesidad de reflexionar, por ejemplo, acerca del avance de la ultraderecha y de sus coaliciones con la derecha, al tiempo que no debemos olvidar lo que ocurrió hace no tanto y entender que la memoria histórica es esencial para mostrar que en Canarias ocurrieron hechos terribles, como el que relatamos en la obra o los de esas 3.000 personas que asesinaron y tiraron en el tubo de la Sima de Jinámar”.

La historia que se revelará sobre las tablas del espacio escénico lagunero está vista con los ojos de una niña, la misma que muchos años después se convertiría en la abuela del autor teatral Miguel Ángel Martínez, y antes, en la sobrina de Pedro Perdomo Pérez, el Topo de La Isleta. “Mi abuela me contaba sus recuerdos, lo que ella vivió en primera persona, la angustia que sufrieron sus padres, los registros, las amenazas…”, explica el dramaturgo grancanario. “Falleció en 2010 y, aunque mi mayor ilusión es que hubiera podido ver representado todo aquello que me decía, me quedo con lo positivo, y es que espero que mucha gente conozca esta historia, no tanto para recordar el pasado, sino para no olvidarlo. Siento que se lo debía a ella, pero también a su tío y, de alguna manera, a todos los represaliados”.

Pedro Perdomo vivió 33 años escondido y solo reapareció en 1969; apenas disfrutó de la libertad, seis años después falleció

LA CASA DEL PUEBLO

Pedro Perdomo era vocal del PSOE en la Casa del Pueblo de La Isleta. Era chófer de guaguas y estaba vinculado a los movimientos sindicales. “Justo después del golpe de Estado de Franco, en julio de 1936 -detalla Miguel Ángel Martínez-, junto a otros militantes socialistas se atrincheró en la Casa del Pueblo para hacer frente a los golpistas… Todo lo que podían hacer frente en Las Palmas de Gran Canaria las personas contrarias al alzamiento”. “Se produjo un tiroteo en el que murieron dos militares -agrega- y quienes estaban atrincherados intentaron escapar. Alguno lo logró, pero la mayoría fueron apresados y fusilados”. Sin embargo, él tuvo la suerte de que una hermana suya vivía cerca y pudo refugiarse allí.

La familia hizo un pequeño habitáculo entre uno de los muros de piedra de la vivienda y el suelo de tierra. En ese rincón se ocultaba en posición fetal Pedro Perdomo cada vez que venían a buscarlo los falangistas. “Lo registraban todo y amenazaban a mis bisabuelos, a mi abuela, que tendría 11 años, y a sus hermanos”, señala Miguel Ángel Martínez”.

“Cuando murió mi bisabuela -agrega el dramaturgo-, él abandonó la casa disfrazado de mujer, vestido de luto, para meterse en la de otra hermana suya, a unos 400 metros de distancia, y ahí pasó el resto del tiempo, oculto en una especie de cuarto trastero hasta 1969, cuando se decretó la prescripción de los delitos de sangre” anteriores al 1 de abril de 1939.

“No disfrutó mucho de su libertad, apenas seis años, pues murió en 1975”, comenta Miguel Ángel Martínez, quien concluye explicando que ha escogido titular esta historia como fábula porque, además de “exorcizar monstruos y demonios”, con ello se remite al universo infantil: “Es una historia personal que busca proyectarse hacia el futuro, y es justo en la infancia donde debemos depositar nuestras esperanzas”.

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