
El ministro de Migraciones, José Luis Escrivá, afirmaba ayer, en relación al “profundo malestar” que generó -en palabras del presidente canario Ángel Víctor Torres- la suspensión de su visita a las Islas esta semana para abordar la crisis que sufre el Archipiélago por la llegada masiva de embarcaciones ilegales, que “iré a Canarias cuando tenga agenda suficientemente holgada y con suficientes días”. Unas declaraciones que se producían, precisamente, en la jornada en la que la comunidad autónoma registraba su mayor marca del año, con seis pateras y dos cayucos en los que viajaban más de 200 personas, la mitad a Tenerife, de las cuales una había fallecido en la travesía y cuatro llegaron es estado grave.
Así, se incendia aún más la polémica en torno a las soluciones que el Gobierno central está o no aportando, especialmente, en lo referido a recursos alojativos para la estancia de estas personas, al menos, durante los 60 días que estipula la ley para los adultos. Provisionalmente, en algunos casos se han contratado habitaciones de hoteles y apartamentos para que los inmigrantes puedan pernoctar, si bien esto no supone una medida definitiva, puesto que existen enclaves propiedad del Estado en desuso, y que el Ejecutivo regional ha pedido que se pongan a disposición de forma inmediata.
Cabe recordar que hoy se celebrará en Gran Canaria el Foro Canario de Inmigración, en el que Escrivá será la gran ausencia, al tratarse del máximo responsable estatal en esta materia. Una muestra más, a juicio del portavoz en el Parlamento de Nueva Canarias, Luis Campos, de que el Archipiélago está “a la cola de la agenda” del ministro, motivo por el que afirma que el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez “tiene que asumir la gestión directa”. Igualmente, desde la formación nacionalista progresista, socia del PSOE en el Gobierno canario, lamentaron que se produzca este “desplante” en un momento de “máxima” tensión.
En los mismos términos se expresó Podemos, que tildó de “negligente” que el Ministerio del Interior no adecúe infraestructuras para dar un trato digno a los inmigrantes, puesto que algunos, “tras pasar un calvario atravesando el cementerio de cadáveres en el que se está convirtiendo el Atlántico”, deben pernoctar “sin camas, sin almohadas, sin agua, sin poder asearse, sin ropa limpia y sin luz”.