el charco hondo

Gambas

Fue hace apenas 10 meses -en diciembre-. En las conversaciones de bares, bodas, tertulias de radio, entierros, televisiones, sobremesas con copas u oficinas nos preguntábamos si la acumulación de cadmio era argumento suficiente para dejar de chupar las cabezas de las gambas. Una romería de entrevistas o reportajes certificó que aquel debate se coló en lo alto de la agenda. Qué tiempos. Así era la vida -y la actualidad- antes de todo esto. Esas eran nuestras preocupaciones, con ese tipo de polémicas nos entreteníamos antes de que estallara la tercera guerra mundial (esta que nos ha tocado). Meses después, el virus metió en el trastero cualquier asunto que directa o indirectamente no esté relacionado con él, expulsó de la actualidad -de la agenda política e informativa- cuestiones que no estén íntimamente vinculadas a la pandemia, al monólogo. El virus, omnipresente, genera el espejismo de que otras urgencias no merecen ser abordadas o preguntadas. No es así, o no debe serlo. La realidad anterior al monólogo sigue bajándose de la cama cuando suena el despertador. Los problemas de la realidad pre-COVID no se han esfumado, ni resuelto. La pandemia ha decretado que otras prioridades sean arrastradas a la invisibilidad, al silencio, pero esas urgencias respiran en la realidad que pisamos. Miles de familias continúan buscando una vivienda que no llega, siguen peleando por un apoyo o solución suficiente para atender al dependiente que no puede quedarse solo en casa, quieren una fórmula razonable que permita la conciliación, suspiran por una reducción de las listas de espera para ahorrarse el mal trago de esperar más de lo que el cuerpo les aguanta, o por obras e inversiones que alivien los atascos en las autopistas. El virus ha consolidado la idea (falsa) de que otros asuntos han dejado de estar en las oraciones de los contribuyentes, ha expulsado del presente verbalizado cuestiones que siguen siendo igual de urgentes. Vivienda. Dependencia. Formación. Pobreza. Carreteras. Saneamiento. Depuración. Pesca. Agricultura. Innovación. ¿Qué tal si nos ponemos al día con los asuntos que teníamos en lo alto de la agenda -del día a día, de la vida- hasta hace apenas unos meses? Si la respuesta es que poco o nada puede hacerse porque el virus lo ha paralizado todo -si ese es el pensamiento único- cabría proponer que cesen de forma inmediata quienes no tengan responsabilidades en Hacienda, Turismo, Sanidad o Educación, porque (sin ánimo de ofender) no podemos permitirnos que haya más cabezas que gambas.

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