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Indignación en Tacoronte por su centro de salud: “Si no te mata el virus, lo hace un coche”

Las nuevas exigencias sanitarias obligan a los usuarios del centro de salud a esperar su turno a escasos metros de la Carretera General, una vía con gran afluencia de vehículos
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Poco antes de las ocho de la mañana, la entrada del centro de salud de Tacoronte, registra una cola interminable de gente que desaparece rápidamente, pasados los 45 minutos, “gracias al buen hacer del personal”, coinciden todos los usuarios. Después de ese momento, parece que todo vuelve a la normalidad.

Unas 85 personas de media esperan todos los días para hacerse una extracción de sangre, que se realiza por orden de llegada. La situación se agrava los lunes, miércoles y viernes porque a este prueba y a las consultas médicas se suman cerca de 60 pacientes que necesitan un control de su enfermedad debido a la medicación y todos coinciden en el mismo acceso.

La pandemia de Covid-19 ha complicado la organización en la mayoría de los ambulatorios y consultas médicas al no permitir la libre entrada por seguridad y obligar a hacerlo por orden, respetando las distancias, cumpliendo las medidas higiénico-sanitarias y estar obligado a pasar los correspondientes controles de temperatura. Solo que en este caso, la realidad se complica porque el edificio se sitúa a escasos metros de la Carretera General del Norte (TF-152) una vía insular de doble sentido con una intensidad de tráfico muy alta, que registra en torno a una media 12.000 vehículos diarios y se enclava en la zona comercial de La Estación.

La hilera para las extracciones es enorme y la mayoría de los días llega, como ayer, hasta la rotonda que separa el municipio con el de El Sauzal, dado que el centro de salud está muy próximo a este último. Dos enfermeras se encargan de organizar la atención, una llamando a las embarazadas y otra, a las personas mayores, puesto que tienen prioridad. A estas últimas también les realizan las analíticas en el coche para evitar que se tengan que desplazar.

La queja mayoritaria de la gente no es por el tiempo de espera sino por el peligro que supone tener que hacerlo “pegado” a una carretera general, una situación que se complicará aún más cuando comience el invierno y por ende, las lluvias. “Si no te mata el Covid, te mata un coche”, espeta una señora.

No está equivocada, ya que han ocurrido accidentes importantes, confirma a este periódico la directora del centro, María Luisa Martín Arrate”. Un semáforo solucionaría el problema pero eso escapa a sus competencias. “Me da un poco de reparo cuando cogen la cola más próxima al lado de la carretera, porque son muchos los aspectos que se tienen que tener en cuenta actualmente, como las distancias, las medidas de seguridad, y luego intentar atender a todos por la misma entrada”.

“Es el día a día”- añade- y no se puede negar. “Antes el problema era otro. Teníamos a cien personas dentro del edificio y no había espacio adecuado, pero ahora tienen que entrar uno a uno, hacerle las preguntas, aplicar las medidas de higiene y mantener las distancias. Intentamos hacer lo más rápido posible”, sostiene Arrate, quien lleva trece años como directora del centro, donde se atiende a 30.412 usuarios de la Zona Básica de Salud de Tacoronte-El Sauzal.

Otro problema que tiene el edificio es la falta de aparcamientos para las personas con problemas de movilidad. Actualmente se está ampliando y la entrada a los aparcamientos que había está cerrada. Por allí también se hacía uno de los servicios de mayor calado, como es el de los pacientes que necesitan revisión para seguir tomándose su medicación y que ahora coinciden con el resto.

Analíticas y controles en los coches

Sin embargo, igual que ocurre con las personas mayores que necesitan realizarse una analítica, no hace falta que bajen del coche. Sus familiares pueden aparcar en la entrada de Urgencias y la enfermera sale con el instrumental y realiza la prueba correspondiente que permite tener los resultados y la hoja pautada con la medicación diaria para todo el mes.

Solo hay tres plazas de estacionamiento destinadas a la ambulancia, el taxi y una para personas con movilidad reducida, pero “nos organizamos para evitarles mayores molestias”, apunta Arrate.
“Si no fuera por el personal, el centro no funcionaría”, declaró una señora que esperaba por su madre y que puso en valor el trabajo de médicos, enfermeros y auxiliares, igual que la mayoría de los consultados.

Preguntada acerca de qué harán cuando llueva, María Luisa bromea: “Nos vamos a encomendar a San Pedro”. Con toda probabilidad, se intentará utilizar la parte de Urgencias, abrir el toldo que el Ayuntamiento colocó a un costado del inmueble y pedir nuevamente que se instale una carpa. El problema, explica, “es lo que se mezcla con el día a día, cuando por ejemplo, llega una urgencia importante. Ese día hay que improvisar”. Pero hasta ahora, han ido escapando.

La esperada ampliación el edificio, que se anunció en varias ocasiones, finalmente llegó, se fue con la crisis, volvió, se retrasó y ha vuelto a andar, solucionará todos estos problemas. O al menos eso es lo que se espera aunque todavía falten cerca de dos años para comprobarlo.

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