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Roxana, contra la COVID-19 y los ladrones de su negocio

La propietaria de la Floristería Laravian narra cómo unos cacos forzaron la entrada de su comercio para robarle toda la recaudación; un incidente que, según cuenta, ya le ha ocurrido a otros establecimientos vecinos de la avenida Benito Pérez Armas
Los amigos de lo ajeno accedieron rompiendo la persiana y luego el cristal de la puerta, para entrar en el negocio y robar el dinero de la caja. Supone un duro varapalo para las empresas que, ya de por sí, recaudan menos por la COVID-19. Sergio Méndez

Tras la crisis de 2008, empezó a promulgarse la idea de que el emprendimiento, también llamado autoempleo, era la fórmula para salir adelante. Y personas como Roxana Espinosa se lo tomaron al pie de la letra. Toda vez que cayó su negocio turístico -al que dedicó más de 20 años- víctima de aquella recesión económica, decidió, dado lo cerca que quedaba un centro de formación profesional del colegio en el que estudiaban sus hijos, en Santa Cruz, cursar un ciclo de jardinería. Una nueva etapa que, si bien nada tenía que ver con la anterior, le abrió un horizonte de esperanza hacia el futuro, hasta el punto de que, cuando finalizó los dos años correspondientes, comenzó a trabajar en un vivero. Pero entonces un nuevo revés le puso a prueba: se lesionó en el pie, impidiéndole casi caminar. Aunque fue ese preciso motivo, indirectamente, el que hizo aparecer la chispa de la que sería su segunda aventura empresarial. “Iba caminando por la calle y vi que alquilaban un local; se me ocurrió montar una floristería”, cuenta a DIARIO DE AVISOS.

Un comercio que la colmó de felicidad, a pesar de reconocer que “hay que estar ahí, día a día”, luchando para no cerrar. Sin embargo, esta semana otra piedra se toparía en el camino de Roxana, cuando un vándalo o grupo de vándalos rompió la persiana del establecimiento, luego el cristal de su puerta, y accedió para arrebatarle lo que había podido recaudar, que, según cuenta, ha sido menos de lo habitual, ya que la pandemia ha hecho descender drásticamente las ventas. “No sé ni como sigo, a veces digo aquí me planto, pero hay que seguir”, relata sobre lo difícil que le resulta afrontar las consecuencias de la crisis sanitaria, agravadas por el hecho de que “estoy yo sola y cubro toda la Isla, o sea que tengo que hacer también el reparto”.

Sobre el suceso, acaecido en la madrugada del pasado lunes, indica que ella se despertó a la hora de siempre, con vistas a abrir a las diez de la mañana. Y, al mirar su móvil, se llevó una sorpresa, puesto que tenía “22 llamadas perdidas”, de las cuales no se percató a lo largo de la noche “porque dejo el timbre quitado”, admite. Eran sus vecinos de la santacrucera avenida Benito Pérez Armas, cerca del Parque La Granja, que le avisaban del robo y de que la policía se había personado en el lugar. “Abrieron la persiana, rompieron el cristal de la puerta y se llevaron todo el dinero, además de una caja de papeles, que no sé muy bien para qué la quieren”, explica aún apenada por las pérdidas que le ha supuesto. “Cinco años abierta y nunca había tenido ningún problema”, concreta Roxana.

No obstante, los agentes le advirtieron de que no se trataba de un hecho aislado, pues últimamente se han registrado otros incidentes similares en las proximidades; extremo que corroboró el perito del seguro, que le dijo a la propietaria de la Floristería Laravian que “llevaban cuatro robos en locales de la zona”. Cabe recordar que, a menos de cinco minutos de la vía donde están teniendo lugar estos incidentes, se encuentra la calle Azorín, cuya asociación de vecinos ha reivindicado, en más de una ocasión, la necesidad de contar con mayor presencia policial, dados los antecedentes de peleas en el entorno del pabellón deportivo Pancho Camurria, a los que se sumaría esta serie de hurtos.

Y es que la crisis sanitaria ha puesto, de nuevo, a prueba la tenacidad del tejido empresarial, que ve descender su recaudación y, aún así, como Roxana, son muchos los santacruceros, tinerfeños y canarios que deciden, con valentía, abrir las puertas de sus negocios. Pero ante actos como los ocurridos en la avenida Benito Pérez Armas, poco o nada pueden hacer. Solo lamentarse de haber sido escogidos por los amigos de lo ajeno para arrebatarles lo que tienen y “tirar para adelante”, al igual que lo hará esta emprendedora de libro.

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