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Víctor Estárico: “Cuando vienen mal dadas, la cultura es de los sectores más castigados”

El timplista majorero y el guitarrista tinerfeño Fernando Cruz protagonizan este jueves, a partir de las 20.30 horas, una nueva entrega del ciclo 'Efecto Laguna' en el Teatro Leal
El timplista Víctor Estárico (en la imagen) y el guitarrista Fernando Cruz se suben este jueves al escenario del Teatro Leal. / DA

Víctor Estárico (timple) y Fernando Cruz (guitarra) protagonizan este jueves 17, a partir de las 20.30 horas, la segunda de las entregas del ciclo Efecto Laguna en el Teatro Leal durante el mes de septiembre. En esta propuesta musical, el timple de Víctor Estárico y la guitarra de Fernando Cruz se conjugan en un repertorio que parte de la música de raíz nutriéndose de las músicas del mundo, el jazz o el folk. En ella se aporta una visión actual para este binomio, mirando al futuro sin olvidar el pasado.

-¿Cómo presentaría usted mismo el proyecto que protagoniza junto a Fernando Cruz?

“Es el proyecto que venimos desarrollando en los últimos tiempos. Será un concierto en el que ponemos todo de nosotros para que el público asistente así lo perciba”.

-¿Y de qué manera definiría a su compañero de viaje?

“Fernando Cruz es un músico polifacético, musicólogo, compositor, arreglista, pero sobre todo un excelente guitarrista. A pesar de todo esto, que ya es mucho, para mí lo más importante es que guardamos una gran amistad y percibimos la música de forma parecida, algo que hace que disfrutemos muchísimo de hacer música juntos. Creo firmemente que lo más importante es la conexión que se crea cuando empiezan a sonar los instrumentos. No se trata de un repertorio en el que el timple -por su tesitura- lleva la voz cantante y la guitarra le sirve de acompañante, sino que el repertorio se desarrolla en un diálogo constante entre ambos instrumentos. Al menos ese ha sido siempre nuestro objetivo y creo que lo hemos cumplido”.

-¿Qué ofrecerán este jueves en el Teatro Leal?

“Desarrollaremos un repertorio variado, partiendo de la música de raíz hasta abordar géneros de diferentes latitudes. Hemos intentado ir un pasito más allá en la música para timple y guitarra como dúo puro. No se trata de un repertorio en el que el timple -por su tesitura- lleva la voz cantante y la guitarra le sirve de acompañante, sino que el repertorio se desarrolla en un diálogo constante entre ambos instrumentos. Al menos ese ha sido siempre nuestro objetivo y creo que lo hemos cumplido”.

-¿Cómo llegó hasta el timple? ¿Por qué se decidió por este instrumento?

“Pienso que yo no llegué hasta el timple, sino que fue el timple el que llegó a mí por casualidad. A la edad de 5 o 6 años solía quedarme a cargo de mi tía por las tardes, ya que mi madre trabajaba. Ella formaba parte de una de las agrupaciones folklóricas del pueblo (la A. F. El Campillo) y me llevaba a los ensayos, no le quedaba otra (ríe). Oír la música y ver a los componentes tocar los distintos instrumentos me llamaba mucho la atención, por lo que me sentaba en una esquinita a escuchar lo que allí tocaban. Un día la directora del grupo me puso un timple en las manos (por tamaño era el instrumento que mejor me iba) y me dijo que si quería aprender ella me enseñaba. Y desde ese día hasta hoy. El camino ha sido largo pero muy bonito. He tenido la oportunidad de estudiar con grandes maestros del timple, como son Benito Cabrera y Domingo el Colorao, por lo que no me puedo quejar. Evidentemente, el ver, a través de ellos, todas las posibilidades que tiene el instrumento, que no tiene limitaciones más que las que les podemos poner los instrumentistas, me ayudó mucho en decidir que ser timplista era lo que quería ser. Mi deseo fue que el timple fuera mi medio de vida y con orgullo puedo decir que hoy en día se ha hecho realidad. Siempre lo digo, me considero un privilegiado por poder aunar mi pasión y medio de vida en un mismo instrumento, el camellito sonoro”.

“No es un espectáculo en el que el timple lleve la voz cantante y la guitarra le acompañe, sino un diálogo constante entre ambos instrumentos”

-¿En qué consistiría para usted un concierto perfecto?

“Esto es algo complicado de definir, pero sobre todo de conseguir; se deben dar varios factores, algo que no es para nada sencillo. Por un lado, tienes que tener el día. Muchas veces uno se prepara para afrontar un repertorio y dar lo mejor de sí al público que va a escucharte. Pero por mucho que lo prepares, por mucho que estudies, son pocos los días que aparece la magia, eso que sientes cuando comienzas a tocar y percibes que todo te va a salir, que puedes arriesgar porque estás muy cómodo tocando y tienes el duende. La sensación cuando esto sucede no se puede describir, es el mayor de los placeres, porque no sabes qué va a suceder hasta que comienza el concierto. Además, debes conectar con el público y que se cree ese vínculo entre lo que está ocurriendo sobre el escenario y el que está al otro lado escuchando. Debes transmitir que lo que estás haciendo es algo de verdad, y esto no se puede estudiar, hablamos de sentimientos. Y, por último, es vital conectar con tus compañeros de escenario. Aunque debo de decir que tengo la suerte de siempre ir muy bien acompañado, por lo que esto es bastante sencillo de conseguir”.

-¿Cómo ha afectado en su vida de artista esta nueva realidad sobrevenida por la crisis sanitaria de coronavirus?

“Pues como a todo el mundo. Son momentos muy difíciles para todos, lo mires por donde lo mires. Desde el punto de vista sanitario es un desastre, algo que además deriva directamente sobre el tema laboral y, por lo tanto, la calidad de vida de cada uno de nosotros. Voy a dar mi opinión. Yo entiendo perfectamente que lo primero es la salud, la atención social y la educación, esto es algo incuestionable. Lo que me parece un error garrafal es separar a la cultura de la educación, cuando somos como pueblo lo que recibimos culturalmente. Estos últimos días he sentido una enorme tristeza al recibir mensajes de amigos músicos publicitando la venta de sus instrumentos para poder hacer frente al pago de sus facturas. ¡Sus instrumentos!, las herramientas con las que se ganan la vida. Es muy triste verse obligado a esto. Desgraciadamente, desde este sector estamos acostumbrados a que cuando vienen mal dadas (pasó en la crisis del 2008 y está volviendo a pasar) somos unos de los sectores más castigados. Debe ser que somos unos románticos de la cultura, o no sé el qué, pero seguimos luchando por vivir de esto, de lo que nos apasiona y con lo que nos sentimos realizados. Pero hay que reconocer que a uno lo desmotiva completamente el ver los distintos medios de transporte públicos llenos, fotos de plazas de toros que estos días tanto circulan por las redes sociales, etcétera, llenos a reventar y los teatros prácticamente vacíos y la mayoría de las funciones culturales canceladas. En fin, no nos queda otra que volver a luchar una vez más por lo que nos hace felices, aunque muchos se vean obligados, muy a su pesar, a bajarse del barco por las circunstancias. Mucho ánimo a todos los compañeros y, como publiqué hace poco en un post de Facebook , “por muchas trabas que aparezcan, la cultura se abre camino”, aunque cada vez sea un poquito más difícil.

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