Durante los sanfermines -cada mañana, bien temprano- se abre la puerta de los corrales de Santo Domingo, echando las reses a correr en dirección a la plaza entre mozos o corredores, ora junto a ellos, ora por encima de ellos, ora contra ellos. Los toros salen del corral con el ímpetu, la fuerza y las ganas con las que peninsulares, británicos, alemanes y centroeuropeos saldrán de las grandes ciudades cuando les abran la puerta de los confinamientos parciales, intermitentes o totales. Toros. Turistas. Cuerpos a los que el cuerpo pide salir corriendo, liberarse, correr. Amigos, familiares y conocidos de conocidos cuentan que en la península o en Europa están deseando que les abran la puerta del corral para regalarse una escapada, darse un respiro de luz, huir de ciudades que van a tardar muchos meses -o años- en recuperar algo parecido a la normalidad. Están locos por venir. Desesperados. Necesitan poner kilómetros entre su estado de ánimo y la gran ciudad donde viven. Días atrás un íntimo amigo que vive en la península pasó un fin de semana en las Islas -en Tenerife, concretamente-. Se pasó las setenta y dos horas bombardeando a sus amigos de Barcelona, Sevilla o Madrid con fotos de mar, cielo, espacios abiertos, playa, verde, dando forma a un rompecabezas que huele bastante a normalidad. Como era de esperar le llovieron respuestas, y una de ellas resume lo que se siente al mirar hacia Canarias. ¿Estás en el pasado o en el futuro?, le decían, porque esas fotos no son de ahora -enfatizó el amigo de mi amigo-. También nosotros convivimos con la pandemia, y con restricciones, mascarillas, aforos limitados, geles; pero, a ojos de terceros, somos lo más parecido a la vieja normalidad -pasada- o a la normalidad -futura- que nos espera cuando nos vacunemos. Ahora que Europa ha aceptado el test de antígenos estamos más cerca de hacer bien las cosas. Con el pronunciamiento de la UE solo queda que los gobiernos canarios y estatal lleguen a una solución armónica -en esa idea se ha estado trabajando-. Anoche, en El Debate de TVE, la consejera de Turismo se reafirmó en algo por lo que con buen criterio pelea hace meses, aprovechar la baza que nos brindan los aeropuertos para generar confianza y seguridad sanitaria. Los turistas quieren salir, están locos por venir, así que bueno será que cuando les abran los corrales tengamos la maquinaria bien engrasada.