
El escritor Daniel María tiene previsto acudir este lunes, 9 de noviembre, al Espacio La Granja, en la capital tinerfeña, para subirse al escenario sobre las 19.00 horas e interpretar un monólogo teatral que servirá de carta de presentación de Un camerino propio. Este es el título del libro que ha escrito: un relato -o mejor, muchos relatos, artículos y un par de poemas- acerca de la construcción de la identidad. Una obra que, explica su autor, se caracteriza por la hibridez, el imaginario mitómano y el interés por la disidencia. En todo caso, quien lea Un camerino propio se encontrará con una voz narrativa -que es la de Daniel María y a la vez no lo es- hablando de la comunidad LGBTIQ+, pero también de David Bowie, de Greta Garbo, de Lola Flores o de Terenci Moix: un inventario pop y camp y, sobre todo, una manera de observar el mundo.
-En Un camerino propio brotan los distintos Danieles que habita. ¿Qué papel desempeña la literatura, su literatura, en ese proceso de construcción de la identidad?
“Como la identidad es precisamente una construcción, yo me construyo a medida que me escribo y me ficciono. Imagino y evoco lo que me gustaría vivir al tiempo que vivo. Soy acción y mi identidad evoluciona, muta, cambia… Como cambia una obra literaria durante su proceso de escritura. Para mí el futuro es solo la oportunidad de seguir cambiando y de volver a la nostalgia. Sin escribir no sabría vivirme”.
–Un camerino propio plantea la necesidad de disponer de un espacio personal, íntimo, antes de salir al escenario. ¿Cómo se concilian ese apartamiento creativo y luego esa exposición -quizás también reafirmación- ante el público?
“La soledad es necesaria para quien luego comparte su intimidad, al menos en mi caso. Un camerino propio es el derecho a la intimidad y el escenario es el derecho a compartir lo que cada artista considere oportuno. Y la paradoja, si la hubiera, refuerza esta decisión. Sin duda, la exposición es una reafirmación de que continuamente me interpreto. Me sé mi papel de memoria, pero a veces improviso”.
“La destrucción es fundamental para mí. Lo que rompo mientras escribo una obra es tan importante como lo que sobrevive. Me pasa también en la vida. Estoy repleto de pérdidas y hallazgos”
-En la portada del libro hay un rostro que en realidad es una composición a partir de tres, en la que se adivina el tupé de David Bowie. El camp, el pop o lo kitsch desconciertan aún a muchos y muchas por su supuesta frivolidad, su aparente vulgaridad, y sin embargo -o precisamente por eso- son instrumentos idóneos para construir un relato. ¿De qué manera han influido en su obra, cómo los utiliza Daniel María en su literatura?
“Ante todo, lo camp, lo pop y lo kitsch son orgullosamente frívolos y vulgares. Aunque no siempre sean conscientes de ello. La reafirmación es lo que más aprecio de estas miradas que me ayudan a ver el mundo desde la felicidad. Lo camp ha moldeado mi modo de observar y de narrar, porque crecí rodeado de canciones de Bowie, libros de Terenci Moix, películas de Lola Flores. Mi imaginario está hecho de vinilos, casetes, tebeos, fotos de Greta Garbo y libros encuadernados en piel con papel de cebolla. Le debo tanto a Virginia Woolf como a E.T.”.
-Y también desconcierto, y sobre todo prejuicio, se produce en determinados ámbitos al acercarse a la diversidad LGBTIQ+. ¿Está lejos el día en que evaluemos, por ejemplo, una obra literaria exclusivamente por su calidad o es preciso en este caso añadirle la etiqueta temática LGBTIQ+ para hacerla más visible?
“La etiqueta temática LGBTIQ+ y la calidad literaria son perfectamente compatibles. En una crítica sobre Vargas Llosa no resta nada su heterosexualidad, ni su mediática compañera de vida, a la calidad de lo que publica. No veo por qué hay que ocultar la sexualidad de Audre Lorde, por ejemplo, cuando se alude a su genialidad. Creo que, en el tema de las etiquetas, lo que ahora realmente incordia y desconcierta es que no se permite imponerlas, sino que las reivindican quienes las representan. Yo soy escritor, canario, pansexual, gordo. Y estas interseccionalidades también están en lo que escribo. Detrás de las críticas a las etiquetas lo que perviven son fobias y una malísima educación normativa”.
“Las obras donde puedo encontrarme con diferentes discursos y formatos son las que más me interesan. Por eso opto por la hibridez.”
-El volumen consta de 35 relatos y artículos. ¿Cuál sería, si lo hay, el elemento común que recorre sus páginas; el hilo al que puede agarrarse el lector?
“Podría decir que ese hilo lo conforma la voz que narra. Que soy y no soy yo. O que soy yo en diversas formas. Pero también señalo que la hibridez, la composición disparatada, la estructura collage, me interesan mucho. Leer o escribir bajo las normas fijas de principio, nudo y desenlace cada vez me interesa menos. No obstante, el imaginario mitómano y el interés por la disidencia son dos tablas a las que puede agarrase quien lea este camerino”.
-Poesía, novela, ensayo, crítica literaria… ¿La forma que adopta cada nuevo proyecto surge de manera natural casi desde el principio o responde a una reflexión más amplia, a una elección premeditada?
“Depende del proyecto. Pero, de un tiempo a esta parte, los géneros tienden a unirse y enredarse, como los cuerpos en el sexo. Quizás sea esto lo que más me atrae actualmente. Las obras donde puedo encontrarme con diferentes discursos y formatos son las que más me interesan. Por eso opto por la hibridez. Entre los artículos y relatos de Un camerino propio se cuelan dos poemas, por ejemplo”.
“Escribo un libro muy íntimo sobre mi crecimiento como persona LGBTIQ+ desde la niñez. Me he dado cuenta de que dejé un niño en la infancia y estoy hablando con él para que crezca libre”
-¿Y cómo se produce ese proceso creativo? ¿Es un trabajo lento, de prueba y error, de reescritura y relectura o, por el contrario, todo fluye muy rápido, casi compulsivamente?
“Cada momento de escritura es diferente. Pero, aunque fluya en mayor o menor medida, sí te digo que la destrucción es fundamental para mí. Lo que rompo mientras escribo una obra es tan importante como lo que sobrevive. Me pasa también en la vida. Estoy repleto de pérdidas y hallazgos”.
-En alguna ocasión se ha definido como una persona de obsesiones. ¿Cuáles son en estos momentos las inquietudes y también las búsquedas literarias de Daniel María?
“Las obsesiones marcan mi itinerario vital. Estoy trabajando en un libro que lleva por título Legendarias. Álbum de iconos camp. Y hay un poemario y una novela dando vueltas por ahí, como dice la canción. También escribo un libro muy íntimo sobre mi crecimiento como persona LGBTIQ+ desde la niñez. Me he dado cuenta de que dejé un niño en la infancia y estoy hablando con él para que crezca libre”.