Desde hoy Tenerife se encuentra en situación de cierre perimetral, es decir de preconfinamiento, como ha venido a decir el presidente canario, Ángel Víctor Torres, porque si las severas restricciones que entraron en vigor la pasada medianoche no consiguen doblar la curva de contagios en las próximas semanas, la Isla habrá comprado todas las papeletas para un encierro domiciliario.
La incidencia acumulada aumenta con el paso de los días (133,47 casos diagnosticados por cada 100.000 habitantes en siete días y 241,87 a 14 días), lo que coloca a Tenerife, que suma 17 de los 20 muertos registrados en la última semana, al borde del confinamiento, por lo que cuesta asimilar imágenes como las que se vieron ayer en Santa Cruz y La Laguna y que por momentos recordaron al Black Friday en centros comerciales y en las calles más céntricas de ambas ciudades. Mención especial merecen las colas para asistir al espectáculo nocturno organizado por el Ayuntamiento en el Palmetum.
Pero qué necesidad con la que está cayendo y cuando lo que está en juego son vidas humanas, algo que parecen olvidar por momentos algunos cargos públicos que deben velar en todo momento por garantizar la seguridad. Por cierto, el Gobierno de Canarias rectificó y ha eliminado la prohibición de acudir a terrazas de bares y restaurantes con personas que no sean convivientes, aunque, todo sea dicho, no es lo más recomendable. En La Gomera también se ha encendido el semáforo rojo. Malos tiempos para la lírica.
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