el charco hondo

Congreso

El incidente ocurrió en enero de 1966. Las fuerzas aéreas de Estados Unidos perdieron un avión cisterna y un bombardero que sobrevolaban Andalucía a 10.000 metros de altura, precipitándose al vacío las cuatro bombas nucleares que transportaban -artefactos con una capacidad de destrucción sesenta y cinco veces mayor que la de Hiroshima-. Ninguna de ellas estalló, pero el plutonio que se esparció con el impacto dejó tantas secuelas como el secretismo que envolvió aquel accidente. Para demostrar que las aguas de la playa de Quitapellejos no quedaron contaminadas, Manuel Fraga Iribarne, ministro de Información y Turismo, se bañó en Palomares con el embajador de EE.UU. Fraga fue un troglodita en muchos aspectos, pero su inteligencia lo condujo a una foto moderna, puro marketing, comunicación política del tiempo que le sucedió. La imagen del ministro metido en el mar fue tan acertada, tan potente, que logró desplazar lo que no fuera percibido por las retinas. Más de cincuenta años después, una pandemia ha bajado del avión a millones de turistas que están pidiendo a gritos señales, bengalas, fotos que los llenen de razones para volver a viajar con confianza, tranquilos. Los turistas necesitan vacunarse de las incógnitas que les generan muchos destinos, están esperando que a sus retinas lleguen imágenes que los reconcilien con la normalidad, con la presencialidad. Reunir a más de sesenta países o a cuarenta multinacionales en La Palma para impulsar el turismo, pero hacerlo telemáticamente, es tanto como si Fraga se hubiera limitado a hacerse una foto en Palomares con el mar detrás -bien lejos, bien seco- para que el plutonio no le diera un susto. Cuando quienes viven en Bristol, Hamburgo o Valdepeñas se enteren de que una conferencia de turismo se celebró en Canarias pero tirando de videoconferencias, no sea qué, por si acaso, no vaya a ser qué, ¿a qué conclusión llegarán?, ¿qué señal estamos enviándoles? Duda. La conferencia, así planteada, lo que traslada es duda, desconfianza, miedo, cualquier cosa menos la seguridad de la que habla Pedro Sánchez desde la cocina de su casa. No dan una. Por acción, inacción u omisión los ministros parecen empeñados en poner a Canarias palitos en la rueda de la remontada. Cincuenta años después de aquella foto de Fraga, para generar confianza a los turistas se ha organizado un congreso internacional con las videoconferencias elevadas a la categoría de señal errónea, cargada de duda, no de confianza o tranquilidad. A veces parece que los ministerios estén trabajando para otros destinos turísticos.

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