Cuando cada vez quedan menos para pasar el ecuador de esta legislatura y los correspondientes mandatos locales en la Comunidad Canaria, uno de los factores clásicos de la política isleña sigue mostrándose en plena efervescencia. No tanto en su número, pero sí en su relevancia. Así lo prueba el triunfo de la moción de censura en Santa Cruz de Tenerife y la que planea sobre el Cabildo de Fuerteventura, que, por cosas de la aritmética, ha encontrado su eco en el Parlamento regional, y ahí está la marcha de la diputada de Nueva Canarias, Sandra Domínguez, al grupo de los no adscritos, anunciada esta misma semana.
El paso atrás de Domínguez, que logró el escaño en 2019 gracias al pacto conformado por su partido local, las Agrupaciones Municipales de Fuerteventura (AMF), con el que preside Román Rodríguez, recuerda inevitablemente al sorpresivo portazo dado en su día por el concejal de Ciudadanos José Ramón Lazcano, allá por abril del año pasado.
Enfrentado a su jefa de filas municipal, Matilde Zambudio, y dentro de una crisis sin precedentes en su partido, tanto a nivel nacional como local, el entonces edil de Ciudadanos en la capital tinerfeña presentó su dimisión mediante una carta entregada en la Delegación de Gobierno en Cantabria, lugar donde se encontraba durante aquellos tiempos de confinamiento por mor del estado de alarma.
Pese a los falsos desmentidos de entonces, era inconcebible que Coalición Canaria dejase escapar la oportunidad que le presentaba el relevo de Lazcano, Evelyn Alonso, a la primera ocasión que tuvo (un pleno celebrado en junio de ese año), devolvió la mayoría a Coalición Canaria, un partido que así recuperaba la mayoría en una plaza histórica para los de José Manuel Bermúdez, que en 2019 vieron cómo perdían el poder tanto en la capital tinerfeña como en el Ayuntamiento de La Laguna, el Cabildo de Tenerife y hasta en el Gobierno autonómico.
Buena culpa de ello tuvo, eso sí, la alineación de CC con el sector de la derecha política regional. Por ahí se terminaron de conformar dos bloques que capitanean (si se permite el resumen) con una fuerza estatal y una nacionalista a cada lado (PSOE y NC; PP y CC) que hoy cuentan con dos factores nuevos para superar a los adversarios, como son Podemos y Ciudadanos.
Si la marcha de Lazcano protagonizó 2020 en el tema que nos ocupa, veremos si la de la majorera Domínguez consigue lo propio este año, al menos en su Isla. Allí, la AMF prepara desbancar al socialista Blas Acosta del poder insular con la ayuda de CC y PP, pero para ello se requiere de la renuncia de otro consejero majorero de Nueva Canarias, Alejandro Jorge, quien ha dejado claro que no está por la labor.
Eso sí, como quiera que Sandra Domínguez ya ha dado el paso de restar un escaño a NC en la Cámara regional (cumpliendo así, cabe presumir, su parte del acuerdo con sus previsibles nuevos socios), las claves a revisar se encuentran en el caserón de la santacrucera calle de Teobaldo Power.
Allí, las mayorías quedan con los 36 votos que sigue sumando el Pacto de Progreso (PSOE, NC, Podemos y ASG) frente a los 31 opositores (CC y PP) a los que hay que sumar tres. Uno es la referida Sandra Domínguez, mientras que los otros son de Ciudadanos: Vidina Espino y Ricardo Fernández de la Puente. Aunque es obvio, con los dos diputados naranjas no da para la aritmética, pero sí permite especular con el poder que, de fáctico, otorgaría a los tres diputados de la formación gomera.
Por ahora, los dos diputados de Ciudadanos han cerrado notables acuerdos con el Gobierno canario en la tramitación de los Presupuestos, y su coordinador regional, Enrique Arriaga, acierta al ponerlo como ejemplo sobre el estado de las relaciones, pero la ofensiva actual que a nivel estatal lleva a cabo el Partido Popular, que sigue reclutando para sus filas a dirigentes de Ciudadanos, hace poner los ojos en Vidina Espino, quien siempre fue partidario de la opción conservadora, y de la que el PP y CC deslizan que podría incorporarse a las filas de Australia Navarro. Veremos si se sigue hablando o no en Canarias de dimisiones y estabilidad.