visiones atlÁnticas

El Estado fragmentado

El devenir del estado nacional español arranca con su Constitución de 1812, émula de la americana de 1787 y la francesa de 1791, luego de la Revolución que acabó con el Antiguo Régimen. España dejó de ser una nación múltiple, para ser nación única, con estado, monarquía e idioma. Así nos cuenta en El Estado Fragmentado (2006) Francisco Sosa Wagner, referido al Imperio Austro- Húngaro, obra prologada por Joaquín Leguina, donde señala el “disparate jurídico-político del nuevo Estatuto Catalán”.
Sosa Wagner (1946), catedrático de Derecho Administrativo, político centrista que venía del PSP de Tierno Galván, cabeza de lista y portavoz al Parlamento de la UE (2009-2014) con la UPyD de Rosa Díez, dimitió arrastrado en los bandazos del centrismo. Participó en la Comisión redactora del modelo autonómico español. Sosa Wagner estudió en Tubinga y Roma y conocía bien el Imperio Austro-Húngaro. De corta y dramática historia de 52 años, 1867-1919, al final de la Gran Guerra, generada en el choque de los imperios coloniales, e iniciada en 1914 a su interno. El Imperio con capital en Viena y Budapest tenía dos idiomas principales, alemán y húngaro, y dos Parlamentos. Ocupaba una superficie de 676.000 kilómetros cuadrados (la de hoy de Francia), con 53 millones de habitantes, y era la sexta potencia económica y comercial. Desde el Compromiso Austro- Húngaro tuvo dos jefes de Estado Francisco José I (1867-1916) y Carlos I (1916-1919), emperadores de Austria y Reyes de Hungría, con defensa nacional, relaciones exteriores y finanzas comunes.
Complejo país con siete naciones y parte de seis más, de la actual Europa. La Cisleithania con Austria (alemán- católicos),Chequia (checo- católicos), Eslovenia(esloveno-católicos), Dalmacia (croata- católicos), parte de Alemania (alemán- protestantes), parte Polonia (polaco-católicos), parte Ucrania (ucranio- ortodoxos), parte de Italia (italiano- católicos), y la Trasleithania, con Hungría (húngaro- católicos), Eslovaquia (eslovacos- católicos), parte Croacia (croata- católicos), parte Serbia (serbio- ortodoxos), parte Rumanía (rumano- ortodoxos). Bosnia- Herzegovina quedó bajo mandato de Austria (bosnio y serbio-islam y ortodoxos).
La complejidad asimétrica del Imperio derivó desde 1880 en la lucha en torno a la escuela y la Administración. La comunicación quedó arruinada por la lucha identitaria de cada nación. El Imperio hizo aguas socavado por las disputas nacionalistas, con la lengua en el lindero de los conflictos. En 30 años la convivencia quedó demolida. El asesinato en Sarajevo del heredero Francisco Fernando, su sobrino, en 1914 precipitó la guerra. Entre la Triple Alianza, Imperio Alemán, Austria-Hungría e Italia, y la Triple Entente, Reino Unido, Francia y Rusia. Italia, Japón y los EE.UU. se unieron a la Triple Entente. El Imperio Otomano y Bulgaria a la Alianza. En 1917 los bolcheviques dominan Rusia y acaba la guerra en 1918. En 1919 el Imperio Austro-Húngaro se disuelve entre 13 naciones. El mal cierre de la paz dejará abierta la II Guerra Mundial de1939.
Hoy vemos en la Unión Europea comprometida la independencia de sus “pequeñas naciones” ante los monopolios mundiales y resultan un “sueño reaccionario”. Se precisa recuperar el estado democrático, cuando ya la UE define el 80% de las normas económicas y el 50% del derecho restante, donde pierden sentido las competencias autonómicas. Con estados que pierden nacionalidad y se expanden cooperativamente. Se exige lealtad de la parte hacia el todo, como en las federaciones de Alemania y Estados Unidos.
Nos queda del Imperio Austro-Húngaro su cultura, expresada anualmente en Viena, con la marcha Radestky y el Danubio Azul de los Strauss. En la herencia de Sigmud Freud, Sthefan Zwueig, Frank Kafka y Sándor Marai. En Gustav Klimt y la secesión vienesa. Cultura para superar los demonios que nos devuelven los nacionalismos.

TE PUEDE INTERESAR