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La ‘cuesta de enero’ en Canarias en tiempos de Covid-19

Las empresas canarias que han aguantado hasta Navidad con ingresos mínimos se enfrentan ahora a un trimestre del año duro y dramático si no quieren echar el cierre
Imagen de una zona de restauración de Santa Cruz de Tenerife. Fran Pallero
Imagen de una zona de restauración de Santa Cruz de Tenerife. Fran Pallero
Imagen de una zona de restauración de Santa Cruz de Tenerife. Fran Pallero

La Navidad, esa época del año que tanto nos gusta, siempre termina por pasarnos factura. De ahí la tan temida cuesta de enero. Y es que el primer mes del año suele arrancar con déficit en las cuentas familiares debido a los gastos de diciembre: comidas, cenas, regalos… A esto se une el hecho de que siempre a principios de año entran en vigor subidas impositivas como gasolina, luz, agua, gas… lo que provoca que muchos hogares se tengan que apretar aún más el cinturón.

En cuanto a las empresas, por regla general, siempre aprovechan el mes de diciembre para ingresar lo suficiente para poder cerrar el año con beneficios y afrontar las pérdidas de los primeros meses del año, ya que, debido a los gastos, son pocas las familias que salen a consumir. Pero este año la situación se ha complicado. La crisis sanitaria ha supuesto un auténtico drama para el tejido empresarial, debido a las restricciones por la pandemia: toque de queda o cierre de las zonas interiores de los locales, entre otras. No en vano son ya más de 9.000 empresas las que han echado el cierre como consecuencia de la COVID-19 en las Islas. Solo en el mes de marzo, cuando se decretó el estado de alarma, el Archipiélago perdió 5.081 compañías, sin contar con las que no tienen empleados a su cargo, que son el 57% del total de las empresas que hay en las Islas.

Son muchas las expectativas que se han quedado por el camino y muchas las empresas que no volverán a abrir. Hay que tener en cuenta que tanto cerrar como reabrir un negocio cuesta muchísimo y muchos empresarios sopesan en estos momentos si “compensa”. El tejido productivo de las Islas se sustenta en pymes de entre uno a nueve empleados, lo que dificulta aún más su mantenimiento. Es cierto que el anuncio, el pasado sábado, de que Tenerife pasa a Nivel 2, ofrece un halo de esperanza a muchos empresarios, sobre todo de la hostelería, los más perjudicados por las restricciones, pero no hay que olvidar que la incertidumbre sobre los ERTE (aunque se prorrogarán hasta que finalice el estado de alarma) y la evolución de la pandemia han contenido el gasto (la tasa de ahorro se sitúa en cifras récord, un 23%), lo que hace presagiar un primer trimestre muy duro tras el pequeño respiro de estas Navidades.

Son muchas las empresas las que han aguantado hasta final de año con la esperanza de “recuperar” algo de lo perdido desde el inicio de la crisis sanitaria, incluso abriendo a pérdidas o con ingresos muy bajos.

La patronal hotelera de la provincia de Santa Cruz de Tenerife, Ashotel, anunció también la pasada semana que los hoteles de la provincia no están ni al 20% de ocupación y que apenas el 36% de las camas turísticas asociadas a Ashotel están abiertas. De hecho, más de 30 establecimientos hoteleros que abrieron en 2020 tras el primer estado de alarma han vuelto a cerrar, en este caso, debido a las grandes restricciones de la pandemia en los principales países emisores de turistas de las Islas: Reino Unido y Alemania. El sector hotelero de Canarias no se puede sostener solo con el mercado local, así que Jorge Marichal, presidente de la patronal, ya dio por perdida la pasada semana la temporada de invierno en Canarias y tampoco tiene puestas muchas esperanzas en la Semana Santa. Solo confía en que el proceso de vacunación en toda Europa se complete lo antes posible y se pueda contar con esa inmunidad de rebaño que dé seguridad a residentes y turistas.

Y es que la marcha de la inmunización es crucial para las empresas. El Banco Mundial alertó a principios de este mes de que el rebote económico que había anunciado se podría quedar en la mitad si hay retrasos en la vacunación. En sus últimas previsiones, a principios de este verano, el organismo apuntaba a un crecimiento del Producto Interior Bruto (PIB) global del 4% para este año, pero ahora estima que este podría caer hasta el 1,6% si el proceso de inmunización se retrasa. El Banco Mundial, en un informe publicado por El País, lo tiene claro: “Cuanto antes se administre el fármaco, más rápida y robusta será la recuperación económica; cuanto más se demore, más lento será el regreso a la vida de la economía”.

A toda esta incertidumbre a la que se tienen que enfrentar las empresas se une el agobio por las líneas ICO, créditos que tienen que devolver y que no saben cómo, puesto que sus ingresos se han reducido, en muchos casos, sobre todo en comercio y restauración, en más de un 70%. Esta línea de avales puesta en marcha por el Estado al inicio de la pandemia de hasta 100.000 millones de euros fue vista en ese momento con muy buenos ojos por pymes y autónomos, pero ahora, casi 10 meses después, está siento un auténtico quebradero de cabeza para muchos empresarios. Esta medida se adoptó pensando en una recuperación económica más rápida y, aunque tienen un periodo de carencia de un año, al final hay que devolverlo. Afortunadamente, el Gobierno ha anunciado que ampliará el plazo de carencia, previsto inicialmente para este mes de marzo, ya que es prácticamente inviable que muchas empresas puedan hacer frente al pago de las cuotas ante la falta de ingresos.

Hasta el pasado 11 de noviembre se habían firmado 876.000 operaciones, el 98% de ellas con pymes y autónomos, por un importe avalado de 81.787 millones de euros.

Debido a la extensión en el tiempo que está teniendo esta crisis sanitaria y la lenta recuperación económica, los empresarios no se cansan de pedir ayudas directas al Gobierno para poder sobrevivir y no tener que echar el cierre, y, lo peor de todo, despedir. No quieren oír ni hablar de una posible subida del Salario Mínimo Interprofesional (SMI) en un momento en el que las empresas estás asfixiadas.

De hecho, un estudio de Randstad Research, en colaboración con Cepyme, revela que una subida del 5,3% del SMI ahora tendría un impacto negativo sobre el empleo de entre 85.000 y 135.000 puestos de trabajo entre 2021 y 2022. El 52% de la pérdida total de este empleo recaería en los sectores de la hostelería y el comercio.

Por eso, los empresarios añoran medidas de ayudas directas y a fondo perdido como las que han aplicado en países vecinos. Italia, por ejemplo, paga el alquiler a aquellas empresas de la hostelería que cierren, y abonan a los restaurantes de 29 zonas turísticas un máximo del 20% de los ingresos que hayan perdido. Según publica el portal Información.es, Holanda es el país que más ayudas ha aportado al sector de la hostelería (15.000 millones). Las aportaciones a fondo perdido superan los 2.500 euros por establecimiento al mes. Las ayudas en Alemania (más de 10.000 millones de euros) durarán hasta finales de junio de 2021 y, dependiendo del tamaño de la empresa, puede conseguir hasta 200.000 euros de subvención y hasta el 90% de los costes fijos. Bruselas aporta 3.000 euros a todos los negocios que tengan que cerrar por las restricciones y, nuestra vecina Francia, abona ayudas de hasta 10.000 euros mensuales a empresas con menos de 50 trabajadores con pérdidas de hasta el 70% de sus ingresos.

En Reino Unido se han habilitado líneas de ayuda de 3.000 libras para pagar gastos corrientes, como el alquiler del local y los suministros de luz y agua, y también asume dos tercios del salario de los trabajadores. Tras anunciar un nuevo confinamiento el pasado 4 de enero, se introdujo una nueva línea de ayudas por 5.100 millones de euros. Los comercios, bares y restaurantes podrán recibir hasta 10.000 euros. En el caso del gobierno luxemburgués, este ofrece medidas de apoyo de 20.000 euros al mes para microempresas, 100.000 euros mensuales para pymes y 200.000 para las grandes empresas. Luxemburgo aprobó estas ayudas sin haber decretado el cierre total de los establecimientos hosteleros. Medidas que, sin lugar a dudas, son la envidia de los empresarios canarios, que, mientras agonizan, siguen a la espera del paquete de ayudas directas que el Ejecutivo regional dice que aprobará antes de final de mes, pero de las que aún se desconoce su partida presupuestaria.

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