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Bienvenido a Marte

El róver Perseverance alcanza con éxito la superficie del planeta rojo al tomar tierra en el lecho de un antiguo lago; allí, sus instrumentos tratarán de encontrar evidencias fósiles de vida pasada
Ilustración artística del rover Perseverance nada más llegar a Marte
Ilustración artística del rover Perseverance nada más llegar a Marte
Ilustración artística del rover Perseverance nada más llegar a Marte

Anoche posaba sus ruedas en el suelo de Marte el róver Perseverance de la misión Mars 2020. Un completo laboratorio móvil destinado a ampliar nuestros conocimientos del planeta y, tal vez, demostrar que la vida no es un fenómeno ocurrido exclusivamente en la Tierra.

La maniobra que llevó al Perseverance hasta la superficie de Marte fue de una complejidad extraordinaria. Los ingenieros denominan al proceso entre la entrada atmosférica y el aterrizaje los “siete minutos de terror”, lo que da una idea del temor que provoca la operación de la que dependía el éxito o el fracaso de una misión que ha llevado más de una década de trabajo.

Debido a la distancia que separa a Marte de la Tierra, las comunicaciones tardan en llegar más de 11 minutos, por lo que todas las decisiones durante la maniobra fueron tomadas de manera autónoma por la nave, sin posibilidad alguna de intervención por parte de los controladores de la misión.

A las 20.48 (hora de Canarias), tal como estaba programado, comenzó el aerofrenado con la entrada de la nave en la atmósfera marciana a una velocidad de casi 20.000 km/h. Pese a que la atmósfera de Marte tiene una densidad de apenas el 1% de la terrestre, la fricción generada a tal velocidad hizo que el escudo térmico tuviera que lidiar con temperaturas de hasta 1.500 ºC mientras el rozamiento iba aminorando la velocidad de la cápsula.

Al ralentizar la caída hasta los 1.500 km/h se desplegó el paracaídas de más de 21 metros de diámetro encargado de reducir la velocidad a 320 km/h. Debido a la baja densidad de la atmósfera, el paracaídas, pese a sus dimensiones, no es capaz de aminorar más el descenso, por lo que la misión llevaba un último sistema de frenado, el más complejo y punto crítico de la operación. Se trataba de una etapa de descenso que se activó a 2.000 metros de altura, tras desprenderse el paracaídas, y que gracias a sus ocho propulsores se encargó de reducir la velocidad a solo 2,7 km/h.

El conjunto se orientó hasta el punto de aterrizaje mediante un sistema de navegación óptica que comparaba las fotografías del suelo que iba tomando cada segundo con los mapas almacenados en su memoria.

A poco más de 16 metros del suelo, la etapa de descenso adquirió la función de grúa voladora y de ella descendió lentamente el róver suspendido de tres cables hasta posarse en la superficie a las 20.55 (hora de Canarias), completando exitosamente la operación. Perseverance había llegado sano y salvo.

La zona de aterrizaje fue el Cráter Jezero, de 49 km de diámetro, donde los científicos creen que hace 3.600 millones de años desembocaba un río que dio forma a un gran lago. Su lecho, ahora seco, es rico en sedimentos arcillosos que podrían conservar fósiles microbianos que el róver tratará de encontrar.

EL LARGO VIAJE

Aproximadamente la mitad de las misiones que han pretendido tomar tierra en Marte han fracasado. No resulta en absoluto sencillo y el camino está plagado de grandes riesgos.

El punto de aterrizaje, bautizado como Timanfaya, entrañaba especial dificultad debido a su accidentada orografía, pero el gran interés científico del lugar justificaba la arriesgada apuesta que resultó ganadora entre más de 60 posibles puntos de aterrizaje estudiados.
Perseverance es el quinto vehículo que NASA consigue llevar con éxito a la superficie marciana, tras los róveres Sojourner (1997), Spirit y Opportunity (2004) y Curiosity (2012).

INSTRUMENTOS

Si bien el objetivo principal de Perseverance es la búsqueda de pruebas de la existencia de vida pasada en el planeta rojo, no será ese su único cometido. Será también la primera sonda que recolecte muestras del suelo para su posterior recuperación por misiones que las traerán a la Tierra para su estudio, algo que nunca se ha hecho hasta ahora.

El róver incluye, además, una serie de instrumentos que tratarán de ampliar el conocimiento de la atmósfera y la climatología marciana. El principal, denominado MEDA (acrónimo en inglés de Analizador de Dinámica Ambiental Marciana), es de fabricación española, fruto de una colaboración liderada por el Centro de Astrobiología junto a otras instituciones y universidades y financiado por el Centro para el Desarrollo Tecnológico y el Ministerio de Ciencia.

Otros instrumentos, como son PIXL y RIMFAX, dedicarán sus esfuerzos al estudio de la composición elemental de los materiales superficiales y la exploración geológica del subsuelo, respectivamente.

Perseverance cuenta también con dos demostradores destinados a probar nuevas tecnologías. El primero de ellos es un pequeño dron que será la primera aeronave propulsada en volar en otro mundo, con el fin de impulsar el desarrollo de futuros vehículos que surquen los cielos extraterrestres. Por otra parte, MOXIE es una tecnología que tratará de producir oxígeno a partir del dióxido de carbono presente en la atmósfera. Un experimentos pensado para aprovechar los recursos locales de cara a las cada vez un poco más cercanas futuras misiones tripuladas a Marte.

Se espera que el trabajo de Perseverance en Marte dure al menos un año marciano, equivalente a 687 días terrestres, si bien sus predecesores han superado con creces sus expectativas de vida útil.

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