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Insomnio

La noche del lunes al martes pasado me desvelé casi por completo. No hubo forma de que pudiera dormir cuatro horas, en una madrugada y una mañana en las que probé de todo: la tele, la Cope, el desayuno prematuro, la melatonina; nada, no hubo forma de conciliar el sueño. Ni siquiera el run-run de los cajeros de la Caixa, que tengo enfrente, me hizo conciliar el sueño. Ni las peleas con los propios cajeros de quienes no tienen dinero en la cuenta y pretenden que les aparezcan los billetes por la rajeta. Para más inri, el martes era festivo, pero yo tenía entrevista en Los Limoneros, así que prepararla hizo que me sentara ante el ordenador y, por aprovechar, escribí este artículo. Probé con una nueva dosis de melatonina y tampoco, así que aquí me tienen, realizando tareas domésticas a ver si me canso y concilio el sueño. Yo creo que todo fue porque, con la vigilia, la tele y la radio me trajeron tantas noticias -todas malas- de políticos incompetentes y de coronavirus -que vienen a ser lo mismo- y de periodistas vendidos -que constituyen otro virus- que ya fue imposible la conciliación con el descanso. Ya verán los contagios tras las celebraciones de Candelaria, porque la gente, desoyendo cualquier consejo sensato, se va a pegar la caminata en grupo y a compartir bocatas y coca-colas y va a asistir a las celebraciones religiosas, que deberían estar prohibidas en su totalidad, entre otras cosas porque a mí las iglesias me huelen a muerto. El remate fue una nueva diatriba del doctor Simón, tan confusa como todas las suyas, aunque hay que agradecerle al hombre que, a pesar de la desgracia, conserve cierto optimismo. Menos mal que me ha llegado un meme oriental -para reírme- que muestra a cientos de chinos caminando arqueados, tras sufrir el PCR anal. A algunos se les veía contentos, no crean.

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